Cinco juegazos de MS-DOS
Mi tierna infancia la pasé probando unos cuantos títulos del extinto sistema operativo MS-DOS. Sin más dilaciones dejo aquí cinco análisis de los videojuegos que más atarime marcaron en su momento, y que ahora para mí, probarlos es un cúmulo de sensaciones nostálgicas.
PREHISTORIK 2
Un simpático personaje de la prehistoria, osos sonrientes, hamburguesas gigantes, semáforos… A primera vista si se mezclan entre ellos pueden dar una posible pesadilla de Pocholo tras haber consumido un producto tóxico, pero no es así. En 1993 salió al mercado un juego que se desarrollaba en tiempos muy remotos, cuando el ser humano vestía con taparrabos y al ver un oso en vez de correr en dirección contraria aterrado, iba a por él con el propósito de cazar y alimentarse.
La misión de nuestro querido cavernícola en las nueve fases que componen este plataformas en 2D no es otra que aprovisionarse de alimentos mientras avanza por el recorrido del escenario, al igual que en la primera entrega de Prehistorik. Al principio se nos obsequiará con un mapa en miniatura que representa el transcurso total, al igual que lo hacía Ghosts & Goblins. El principal cambio respecto a su primera entrega es que aquí la comida e items que se recogen tan sólo influyen en los puntos, ya que en su predecesor se necesitaba un porcentaje estipulado del total de objetos en la fase para avanzar en la aventura. Para seguir con una partida ya empezada anteriormente, basta con introducir una contraseña distinta por cada nivel del juego.
Al ir avanzando nos encontraremos con distintos enemigos, propios del escenario. Por ejemplo, en un bosque predominarán arañas gigantes, osos o ardillas voladoras, mientras que en una parte de hielo lo harán los pingüinos. Para eliminarlos bastará un buen garrotazo sobre ellos, con tres armas distintas (sólo podrá tener una en su poder): una porra, un mazo gigante y un bumerang. Si eres muy pacífico siempre te quedará la opción de saltarlos y dejarlos vivir en armonía y libertad, opción que personalmente no comparto, ya que si te tocan lo más mínimo perderás uno de los tres corazones que componen una vida. En ese caso tendrás la posibilidad de recuperar la tercera parte de vida que te acaban de quitar eliminando al mismo bicho que te ha herido. Al acabar con él saldrán disparados seis huesos, que al conseguirlos todos antes de que desaparezcan te hace recuperar la salud que anteriormente te habían arrebatado.
Como en la mayoría de plataformas tenemos partes en las que perderemos la vida de golpe, como una desafortunada caída al vacío o a un foso con pinchos. Pero para no tener que comenzar de nuevo la fase, hay unos útiles checkpoints con forma de semáforo que «guardan la partida» en ese punto. A los items mencionados antes añadiría la existencia de otros que dan bastantes puntos más que los normales, con un sprite bastante más grande y que para conseguirlos hay que hacer un esfuerzo bastante mayor. Suelen estar en zonas secretas, a las que por ejemplo sólo se puede acceder tras golpear en determinados puntos del escenario. También diré que hay repartidas letras (B-O-N-U-S) que al conseguirlas, hace desbloquear un helado gigante que otorga una jugosa recompensa en forma de puntaje.
También merecen mención los escasísimos bosses que pretenden parar nuestro avance, mucho más grandes que los enemigos normales y por supuesto, más peligrosos, os dareís cuenta de ello al final de la tercera fase ¡uahahahahaha!. La melodía al enfentarse a él es lo suficientemente extraña como para perturbarte mientras te afanas en eliminarlo.
Tristemente también merecen nombrarse algunos bugs. En las fases cuatro y nueve (la última) el juego puede sufrir algún bloqueo o pérdida de sonido (espera, lo último quizás no sea tan malo).
DANGEROUS DAVE
El título que ahora nos ocupa pasó bastante desapercibido, y la verdad es que es bastante entendible, pues su sencillez para el año en el que salió (1990 para MS-DOS) lo dejó apartado de otros plataformas mucho más elaborados en todos los sentidos. Personalmente le tengo mucho cariño, fué el primer videojuego que probé en mi vida, a la tierna edad de 5 años.
La mecánica es de lo más simple, tan sólo hay que hacer avanzar al personaje por diez escenarios. Para pasar al siguiente nivel basta con llegar a una puerta, eso sí, después de obtener una copa dorada presente en cada uno de ellos. Los niveles son de una duración algo ridícula, pues la aventura se puede completar en 15-20 minutos sin problema (al final del artículo hay un vídeo con el juego completado en 7 minutos). La puntuación aumenta al recoger los diamantes (blancos, rojos y morados) repartidos por los niveles. Aparte de dichos diamantes y la copa dorada que nos permite seguir con nuestro camino hay otros dos items que se harán imprescindibles para sobrevivir, una pistola y un jetpack. Poco hay que explicar sobre el arma, tiene balas ilimitadas pero la pierdes al cambiar de escenario. Sirve para eliminar los pocos enemigos que nos encontraremos, siempre de un sólo disparo. El jetpack hace que puedas sobrevolar sin peligro el nivel, o llegar a zonas que serían innacesibles sin su ayuda, pero tiene un límite de uso, cuando la barrita se vacíe…más vale que no te encuentres encima de una zona de fuego.
Cuando hayas jugado un rato (no muy largo), seguro que dudas de si quieres continuar avanzando o empujar al personajillo a una muerte rápida contra uno de los extraños entes que aparecen de vez en cuando, pues su control en los saltos es horroroso. Más de una vez acabarás maldiciendo la forma extraña que tiene para saltar Dave, propia de un paralítico que intenta volar. Aunque sueltes el botón de dirección cuando se encuentra en el aire después de saltar, seguirá adelante de todas formas, lo que lo hace complicado de manejar en casos como intentar caer en un trozo de suelo cuando se encuentra rodeado de fuego o de plantas moradas asesinas, que con tocarte lo más mínimo te hacen explotar (literalmente).
No es que haya mucha variedad de morir, basta con tocar una superficie dañina (agua, fuego, las dichosas plantas…), o unos escasos enemigos (tan sólo hay tres tipos), que eso sí, son bastante incómodos. Unas arañas que vuelan en círculos y disparan a tu dirección, unas bolas moradas que disparan con más frecuencia y se mueven por una trayectoria más amplia que las arañitas y una especie de mini-platillos volantes, más rápidos y peligrosos que los dos anteriores. Todos ellos tienen un patrón definido de movimiento y disparos, lo que hace que estudiar sus movimientos durante diez segundos sea más útil que ir a lo loco. Ah, que se me olvidaba, si te estrellas contra un enemigo sereís eliminados los dos, bastante útil, ya que a pesar de haber perdido una de las tres vidas con las que se empieza, el enemigo no volverá a aparecer.
Poco o nada más se puede decir del Dangerous Dave, un juego simplón, para algunos como yo con cierto valor nostálgico. Dio lugar a un par de secuelas con una jugabilidad que no tenía absolutamente nada que ver con ésta su primera parte. Me gustaría dejar claro que por lo menos a mí, la nostalgia no me hace defender de forma acérrima lo que he vivido anteriormente, pero todos tenemos nuestros recuerdos y gustos y a veces hay que respetarlos.
ARKANOID: THE REVENGE OF DOH
¿Quien no ha jugado nunca con una entrega de la saga Arkanoid, o en su defecto a uno de los muchos clones que pueblan el universo videojueguil? El primer juego con esta singular jugabilidad fue el Breakout (Atari 2600) en 1976. Quizás inspirado en Pong, ya que al fin y al cabo en los dos títulos, hay una bola rebotando contra una superficie móvil (controlada por el jugador). Pero en esta industria a pesar de que alguien cree un producto innovador, hasta que el público no congenia con ello, no triunfa. La primera entrega de Arkanoid demostraba este hecho, ya que por el éxito que obtuvo parecía realmente el pionero en el género «rompeladrillos» (10 años después del juego de Atari). He aquí una captura del Breakout y del primer Arkanoid:
Hasta ahora esto han sido los prolegómenos de la entrega que nos incumbe, lanzada en 1987 en recreativa y en 1988 en versiones de consolas y PC. Arkanoid: The Revenge of Doh seguía la historia de la primera parte, una cápsula enviada al espacio que tenía que acabar con Doh, el enemigo principal. No voy a decir mucho más del argumento, porque sinceramente…me parece una pérdida de tiempo. Es como si el Tetris contara las peripecias de un albañil interespacial que va dejando caer piezas para crear edificios y así acabar con el exceso de población que asola Chorrilandia. Un argumento que no pasa de anécdota y que a casi nadie importará.
Esta secuela del mítico Arkanoid no fue tan conocida como su antecesor, pero lo mejora en prácticamente todos los aspectos. La mecánica es la misma, con una “pala” en la parte inferior de la pantalla hay que hacer rebotar la bola, que aumenta de velocidad con el paso del tiempo, haciéndolo mas difícil durante las 34 fases. Hay tres tipos de ladrillos, los de colores con un impacto son destruidos, además pueden hacer caer “power ups”, muchos de ellos acumulativos, que dan determinadas ventajas al jugador; los ladrillos plateados necesitan más de un golpe para acabar con ellos, y los dorados son indestructibles.
Los distintos “power ups” se diferencian por letras y colores, de forma que si se obtiene una “M” roja, la bola destruirá y atravesará cualquier cosa que se encuentre en su trayectoria, mientras que por ejemplo con una letra “E”, la pala aumenta su tamaño. Para dificultar la complicada tarea de llegar a la última fase, deambularán unos bichitos muy molestos, que al ser reventados por la bola pueden hacerla cambiar de trayectoria, con la posible pérdida de una de las vidas del jugador. Pero la novedad más importante es la siguiente, al finalizar cada nivel se nos dará a elegir hacia que lado ir, derecha o izquierda. En cada dirección hay un nivel totalmente distinto al del lado contrario, un incentivo más para rejugarlo, ya que se pueden seguir diferentes caminos en cada partida, eso sí, un lado suele ser bastante más sencillo que el otro, pero al final el objetivo es el mismo, acabar con Doh.
SECRET AGENT
Este análisis desatará la vena nostálgica de más de uno, no sólo por el título evaluado, sino por otros elementos, como su motor gráfico o la mítica compañía que lo creó. A todos os sonará «Duke Nukem», triste protagonista hace no mucho tiempo por la cancelación de la que iba a ser la mejor entrega de la famosa saga. ¿Y qué tiene que ver Duke Nukem con Secret Agent? Pues echando un vistazo rápido seguro que lo adivinais. En efecto, son muy parecidos entre si, ya que ambos eran plataformas de la misma compañía, en aquellos tiempos llamada Apogee, y más tarde 3D Realms. Pero quizás haya un título al que Secret Agent esté más ligado todavía, y ese no es otro que Crystal Caves, pues su motor gráfico (Crystal Caves Engine) fué posteriormente usado en él, haciendo parecer a ambos juegos las entregas de una misma saga por sus enormes similitudes.
El objetivo de la aventura es simple. Encarnamos a Sam, un espía que se encuentra en una isla, en la que tiene como misión destruir los 16 radares, repartidos en el mismo número de bases enemigas de forma proporcional. Tras acabar con todos ellos podremos abandonar la isla y se dará por acabada nuestra odisea. Secret Agent constaba de un capítulo gratuito (shareware), y dos más de pago, cada uno de ellos con una isla distinta y sus respectivos niveles. Comenzemos con la descripción del videojuego en sí:
Al comienzo nos encontraremos una especie de minimapa, casi más propio de un RPG que de un plataformas, en el que lo único que podemos hacer es movernos por la isla, en la que hay algunos elementos que merecen nombrarse. El personaje no podrá avanzar ni por el agua, ni a través de árboles y bosques. Los distintos niveles están representados por “casas”, que al entrar en contacto con ellas, hace que dé comienzo el nivel, en unas clásicas 2D. Cuando se hayan completado todas las bases enemigas se desbloqueará la entrada a un castillo, que no es más que el último nivel.
La mecánica de los niveles es la misma en todos, buscar el radar, destruirlo, obtener dinamita y reventar la puerta de salida para comenzar un nuevo nivel. Pero sería bastante aburrido sin algo que nos hiciera sudar para conseguir nuestro objetivo. Nuestra única arma es una pistola, que no serviría de nada sin la munición que hay repartida por el escenario, y que lógicamente sirve para acabar con los distintos tipos de enemigos que pululan a sus anchas, y que van desde un robot al que sólo se le puede eliminar disparándole cuando asome la cabeza a distintos tipos de “seguratas”, que dependiendo de su aspecto gozarán de más velocidad o incluso la posibilidad de dispararte. Cada vez que un proyectil alcance a Sam, o que un enemigo contacte con él, le restará una de las tres vidas con las que comienza cada nivel. La puntuación se engorda eliminando indeseables, cogiendo items repartidos por todas partes y consiguiendo sumar logros en el transcurso de la aventura. Pero los enemigos no serán la única amenaza, a éstos se suman zonas a las que si se cae por accidente se pierden las tres vidas de golpe y porrazo, láseres, minas, teletransportes, plataformas móviles o incluso invisibles, puertas de colores que se abren con llaves que hay que conseguir previamente, barriles que pueden sacarte de un apuro si adivinas para que te pueden servir… Incluso cabe la opción de quedar atascado sin posibilidad de continuar si no se ha hecho algo bien, pero para eso se puede guardar la partida al comienzo de cada nivel.
Para mi opinión un título interesante, distinto de la mayoría de plataformas de “avanzar hacia la derecha”.
LAMBORGHINI AMERICAN CHALLENGE
Dejamos a un lado los juegos de plataformas para analizar uno de conducción. Lanzado por Titus en 1993, Lamborghini American Challenge proponía una mecánica distinta a la mayoría de títulos de carreras, pues mezclaba apuestas y carreras ilegales. Al insertar el cartucho se nos dará la opción de escoger a uno de los tres corredores disponibles, cuya única función es la de avatar. Al pulsar la opción de «1 player», se mostrará un mapa de E.E.U.U. con estrellas blancas y rojas. Cada una de éstas estrellas representa una carrera distinta, las blancas se podrán correr sin problema y las rojas son temporalmente inaccesibles.
El dinero del que dispongamos en ese preciso instante es el culpable de que unas carreras estén desbloqueadas y otras no, pues cada una requiere que se posea una cifra mínima de ingresos para pagar, y de ésta forma competir sin problema. Antes de comenzar a correr en la carrera que se haya seleccionado, se nos obsequiará con una especie de ficha de información sobre diversos factores a tener en cuenta, como el careto de los contrincantes más duros del recorrido, la profesionalidad del resto de ellos, si habrá o no policía, el estado de la carretera (seca, mojada o helada) y los premios en metálico que se llevarán los tres primeros. Tras confirmar la participación, pasaremos a la pantalla de apuestas, en la que junto a ciertos rivales nos picaremos apostando algunos de nuestros ahorros.
Ya en carrera, manejaremos nuestro flamante Lamborghini para intentar llegar por delante de los personajes con los que hemos apostado y de los otros tantos contrincantes que están metidos en la competición. Cada carrera comienza con la mayoría de rivales ya por delante nuestro, a los que hay que dar caza cuanto antes, a la vez que esquivamos los coches que no se encuentran compitiendo. El circuito se puede complicar debido a los factores mencianados antes, pues depende de la meteorología, el coche será más complicado de manejar, o si hay policía y vamos deprisa nos intentarán reventar a base de golpes. Tendremos una barrita de daño, que cuando se llene hará que quedemos eliminados. Ya la carrera finalizada, se hace la entrega de dinero y toca elegir de nuevo la siguiente en la que queramos participar, no sin antes pagar los daños sufridos anteriormente.
Si se han obtenido malas posiciones y no tenemos dinero para participar en ningún circuito de los que quedan, el juego se dará por finalizado, pero para eso está la opción de salvar la partida (cada ciertas carreras). Para afrontar las carreras más complicadas dispondremos de una especie de tienda, donde se pueden comprar mejoras que nos faciliten la labor, como un turbo (limitado), un radar para saber si hay policía, neumáticos para hielo, una marcha más…incluso un coche más potente. Hay que tener cuidado, no sea que no nos demos cuenta de lo que hemos gastado y no podamos participar en nada. Cuando terminemos todas las carreras del mapa, se desbloqueará una especial, que sirve para subir de división (empezamos en la cuarta, por lo que existen cuatro mapas como el del principio), en la que habrá que esquivar unos cuantos camiones y llegar sanos y salvos a nuestro destino, y volveremos a tener unas cuantas carreras de nuevo.
Deja tu huella
Crea tu avatar