Cibercafés: La época dorada
Este artículo recoge un pedazo de historia que muchos de nosotros vivimos aunque quizás por culpa de la rapidez de los avances tecnológicos nos parezca algo más lejana de lo que realmente es. Es la historia de cómo Internet irrumpió en nuestras vidas y cómo los cibercafés nacieron y se transformaron de la noche a la mañana en el centro de ocio de toda la juventud.
Así pues, súbete conmigo a este De’Lorean para viajar al pasado, concretamente a la maravillosa década de los noventa. Pero antes de partir ponte el cinturón y pulsa «play», para iniciar este viaje a la supervelocidad de un módem de 56 kbps.
Aquellos maravillosos años 90
A principios de los noventa los telediarios comentaban en su sección tecnológica que el futuro estaba próximo; que algo llamado Internet revolucionaría el mundo permitiéndonos compartir información desde la roseta del teléfono. Y cuando se instaurara, el correo tradicional pasaría a la historia y todas las cartas se redactarían, enviarían y recibirían desde la computadora. Pero de todas estas noticias y muchas otras que corrían a cerca de la red de redes, la que más me llamaba la atención era la que decía que pronto podría jugar partidas a dobles con mis amigos estando cada uno de nosotros en nuestras respectivas casas. Bueno, también hablaban de algo llamado Infovía que nunca supe qué era hasta que desapareció.
Fue pasando el tiempo y aquél Internet que parecía lejano por fin llegó, o al menos yo me enteré de su existencia, ya que al principio era cosa de sólo unos pocos privilegiados. La primera vez que me conecté a la red fue en el ordenador del trabajo de la madre de un amigo; ella era profesora y nos dejó en su despacho con el ordenador mientras daba una clase, para que nos entretuviésemos mientras tanto. Este amigo abrió el Netscape y después, para enseñarme a usar Internet me mostró una página con texto e imágenes. ¡Qué decepción! ¡Internet no era divertido! Era un simple programa que valía para ver documentos. Desilusionado recuerdo que le dije «anda, quita esto que es coñazo y nos echamos una al Buscaminas».
Semanas más tarde le dí otra oportunidad y aprendí a usar Yahoo y a realizar mis búsquedas. La cosa mejoraba. Luego aprendí a chatear y ya me vicié. En aquella época yo quería ser radioaficionado pero no disponía de un equipo, y el chat era la alternativa perfecta para hablar con cualquier persona con gustos afines sobre cualquier tema. Quería Internet y lo necesitaba ¡ya! ¡Era genial!
Tras incontables semanas de duras negociaciones con mi padre lo martiricé hasta el punto de que me permitiese disponer de una conexión a Internet en casa. Yo ya venía curtido de una batalla anterior en la que le había pedido el Digital Plus ya que tener una lista interminable de canales en la televisión garantizaba que siempre habría cosas interesantes que ver… o al menos eso creía. ¡Iluso de mi! Para lo único que valía la pena el Digital Plus era para ver el canal C: que trataba temas informáticos y videojueguiles. Una lástima que lo quitasen de antena.
Así pues, en cuanto pude me hice con un MODEM de 56kbps y el banco Bankinter fue el que me facilitó la conexión a la red. Pero claro, había que pagar el tiempo que uno estuviese conectado como si de una llamada se tratase, así que había que controlar el gasto de alguna manera y para ello, sólo tenía permiso para conectarme los viernes de 21 a 23h. Tiempo que aprovechaba para entrar en el chat de Ole a charlar.
Con el tiempo Telefónica sacó unos bonos por horas que comprándolos pues podías disfrutar un tiempo limitado de Internet, y unos meses después por fin podríamos suscribirnos a la esperadísima tarifa plana de Retevisión, que te permitía estar conectado de forma ilimitada a partir de las 18 de la tarde en adelante. Bueno, lo de ilimitado era un decir, ya que como ocupabas la línea telefónica a veces tenías que desconectarte para que los demás pudiesen hacer y recibir llamadas. Entonces los móviles estaban empezando a extenderse como una plaga y no gozaban ni por asomo de la popularidad que tienen a día de hoy.
Mi primer móvil fue un Alcatel One Touch Easy, que era como el teléfono fijo de casa sólo que de un color fosforito. Una auténtica arma arrojadiza contundente y dura como una piedra que también servía para realizar llamadas y escribir algún que otro SMS.
Los Cibercafés
En un momento en el que la gente demandaba Internet pero que en muchas ocasiones no podía acceder a este servicio desde casa surgieron como setas en otoño una serie de locales que disponían de puestos con ordenadores para que la gente se conectase, trabajase o jugase en red pagando cierta cantidad de dinero según el tiempo que estuviesen. No había semana que no apareciese un nuevo ciber en la ciudad, y la competencia de precios entre ellos era enorme pero la clientela lo era aún más.
De la noche a la mañana los cibers enterraron en lo más profundo del olvido a los salones recreativos, hasta entonces punto de reunión de la juventud y centro de ocio, aunque eso sí, con la ayuda de la nueva generación de juegos de las videoconsolas de 32 bits.
En cuanto acababa la última clase del día, todos los chavales del instituto nos íbamos corriendo al ciber, ya que si llegábamos antes que nuestros compañeros tendríamos más posibilidades de encontrar un puesto libre. Si había mala suerte y estaban todos los ordenadores ocupados no quedaba más remedio que apuntarse a la larga, temida e interminable lista de espera. En el ciber matábamos la tarde, nos reuníamos y charlábamos de todas las cosas que íbamos descubriendo.
La fauna del Ciber
Es cierto que al ciber podía ir cualquiera, pero a los pocos meses se fue creando una fauna autóctona de típicos pobladores de estos locales. Daba igual a cual fueras, en todos había representantes de cada una de las faunas.
- Los jugadores gritones: Si están solos son tranquilos y discretos, pero cuando se juntan en manada para jugar en red se termina la paz. No paran de gritar y de soltar tacos e improperios molestando al personal con sus voces. Además para estar seguros de que todos y cada uno de nosotros escuchábamos sus gritos se situan en ordenadores alejados para cubrir con sus alaridos el mayor espectro.
Con la llegada del Counter Strike los gritos se incrementaron ya que además de los clásicos «¡¡JOD$&E TE MATE!!» y «MALDITO CAMPER» tenían que gritar también las órdenes de equipo. - Los inexpertos: Inexpertos siempre ha habido, pero en aquél entonces eran bastante más divertidos que hoy en día. Intentaban hacer cosas extrañas debido a su escasa idea de cómo funcionaban las cosas. Uno de ellos acuñó la famosa frase de «grábame Internet en un disquete», y no en vano solían grabarse los accesos directos de programas y juegos para disfrutar de ellos al llegar a casa. Eran entrañables.
- Los fantasmas: En contraposición a los usuarios inexpertos estaban los fantasmas. Gente que se pasaba la noche y el día en los cibercafés alardeando de sus conocimientos, que eran escasos pero que por aquél entonces estaban por encima de la media. No te dejaban tranquilo e intentaban aconsejarte aunque tu no les hubieses preguntado nada, y se sentaban en tu puesto aprovechando los momentos en los que te ibas al baño. Nunca pagaban por un ordenador, usaban el de los demás y si se apoderaban de tu teclado estabas perdido.
- Las discotequeras de tarde: Las discotequeras de tarde eran aquellas adolescentes que aparecían todas maquilladas para ir a la disco pero que de repente cambiaron sus hábitos y se volvieron adictas al chat. Acostumbradas a camelar al disc jockey de turno para que pusiese sus canciones favoritas, no tardaron en utilizar sus sucias artimañas con el encargado del ciber para obtener beneficios en forma de adelanto en la lista de espera o de algo de tiempo gratis. ¡Mujeres! ¡Siempre consiguen lo que quieren!
- El adicto: Daba igual a la hora que fueses al ciber, este individuo siempre estaba allí, frente al mismo PC de siempre. Pasaba incluso más tiempo en el ciber que alguno de los encargados, comía delante de la pantalla y probablemente también dormía allí; aunque nunca estuve el tiempo suficiente como para comprobarlo.
- El coleccionista de porno: Hay quien dice que Internet es para el porno y para estos individuos ¡vaya si lo era!. Cuando llegaban al ciber esperaban a que quedase libre un puesto discreto y preferiblemente escondido para así descargar todas las fotos picantes que pudieran llevarse en sus disquetes. Muchos vestían gabardina gris para evitar se reconocidos.
- El encargado del ciber: Los encargados tenían todo el poder en sus manos, incluso más del que dispusieron en su día los legendarios jefes de los recreativos. De su beneplácito dependía el que dispusieses o no de un ordenador, y manejaban la lista de espera como les venía en gana. Y además de poder tenían el mejor trabajo del mundo, les pagaban por estar allí conectados todo el día haciendo lo que les diese la gana, sólo tenían que encargarse de vez en cuando de cobrar.
Todo el poder les vino de golpe y a muchos el ego les subió hasta límites insospechados, sólo comparables hoy en día al de algún que otro blogger (no cito a ninguno en concreto pero sí pienso en varios). Pero era normal, la mayoría de la «fauna ciberiana» les hacía la pelota. Además si tenías algún problema con el ordenador y se lo comentabas, llegaban con cara de pocos amigos a tu puesto y te reiniciaban el equipo poniendo una cara de «ves qué fácil era», como si acabasen de descubrir la pólvora.
Años más tarde vería de primera mano la otra cara de la moneda, ya que trabajé durante un cortísimo pero intenso periodo de tiempo en un ciber de mi pueblo. Los jugadores del Diablo me volvían loco pidiéndome que traspasase sus personajes de un equipo a otro (¿por qué no podían comprar un maldito disquete?, ¡los vendíamos a 1€!), la gente me lanzaba monedas desde su puesto para pagar el tiempo, e incluso un cliente llegó al ciber con todo lo que había pescado en el puerto, apestando el local de olor a sardina. Y además los clientes me echaban la culpa cada vez que el Windows se les colgaba (¡ni que yo hubiese programado el sistema operativo!).
El Chat
La fiebre del chat se extendió como la pólvora con la apertura de los cibers. Era el gran reclamo junto con los videojuegos en red. Gracias a los chats podías conocer a un montón de gente afín a tus gustos con la que charlar en los más variopintos canales temáticos. Además, el chat también valía para gastar bromas y en el canal de tu ciudad siempre podías hacerte pasar por mujer y quedar con algún incauto en un lugar determinado para luego comprobar desde la lejanía si la pobre víctima había picado. Como era más gracioso tener cerca a los objetivos de nuestras bromas, muchos nos pasábamos disimuladamente por detrás de los ordenadores de los demás para averiguar de reojo el nick que usaban en la red. Una vez obtenida la información… ¡estaban perdidos!
El lugar de chat por excelencia en aquél entonces era el IRC Hispano al menos en España. En otras partes del mundo se conectaban a Red Latina, Undernet, EFnet o Dalnet por citar alguna de las redes más importantes. Usábamos el mIRC para conectarnos a los servidores de charla, aunque alguno de los pocos linuxeros de por aquél entonces usaban el BitchX o el X-Chat.
El IRC Hispano
El IRC Hispano comenzó como una anarquía, cada uno podía tener el nick que le viniese en gana con la condición de que en ese momento no hubiese otro usuario utilizándolo. Así pues, había varias personas que compartían nick en distintos momentos del día, en muchas ocasiones propiciando confusiones.
Un poco más tarde la cosa se reguló un poco gracias a un robot llamado Scytale destinado a controlar los canales de charla. Era un robot bastante precario pero que cumplía con bastante dignidad su función. Años más tarde sería relegado de su cargo por CHaN, NiCK y MEMO, que permitían el control de canales, el registro de nicks y el envío de mensajes respectivamente.
Una anécdota curiosa que me sucedió fue cuando en una ocasión Scytale se cayó de la red por culpa de un «net-split», y yo me apresuré para ponerme su nombre. En ese instante recibí montones de privados de gente revelándome contraseñas, pero la bromita me duró poco ya que un IRCOp me echó de la red con un «g-line».
La jerarquía del IRC: IRCOps y operadores de canal
Y ahora que lo pienso, todavía no he hablado de los IRCOps (operadores del IRC). Pues eran una especie de «policias» que velaban por el orden en la red, por ejemplo, recuperando canales en caso de que alguien se los apropiase de ellos con un «take-over», consistente en echar a todos los usuarios del canal y prohibirles la entrada.
Pero los IRCOps no eran los únicos que velaban por la sana convivencia en el IRC, más bien sólo intervenían en los asuntos más serios. Cada canal era un mundo y disponía de su propia estructura jerárquica donde el fundador del mismo otorgaba una serie de poderes en forma de registros a los usuarios en los que confiaba. Estos «jefes de canales» se reconocían por que tenían una «@» delante de su nick, y disponían de distintos privilegios como echar a la gente si no cumplía las normas, cambiar el topic (tema) del canal, los modos, etc.
La busqueda de poder dentro del IRC se convirtió en la obsesión de algunas personas, que no dudaban en hacerle la pelota a los fundadores de los canales para intentar obtener más registros. Su objetivo era acumular arrobas a toda costa sin importar los medios.
Los mIRCScripts y el IRC War
Al igual que en la vida real, en el chat también surgían conflictos, y en ocasiones no quedaba más remedio que ignorar a aquellos que sólo molestaban gracias a la utilización del comando ignore.
Como una forma violenta para resolver estos conflictos surgió el IRC-War que eran una serie de métodos y técnicas para atacar (con nukes, floods, troyanos,…) a los otros chateantes. Si hubo un script para mIRC que brilló en este campo es el magnífico 7Th Sphere.
Con el paso del tiempo y con la ocultación de IPs en la red, la mayoría de estos ataques se volvieron inofensivos.
Un script era un programa interpretado por el mIRC (o por otro programa) que añadía nuevas funciones al famoso cliente, desde los ataques ya comentados a los dibujitos de ASCII Art, prohibidísimos en cualquier canal medianamente serio. En definitiva, nuevas funcionalidades.
Al principio el script Órbital de Estepario y más tarde el IRCAP de Gsi dominaron el panorama hispano, aunque otros como el Phanatic de ^_Morph-X_^ también obtuvo un gran número de descargas.
Yo estuve en este mundillo durante varios años y programé algunos scripts (Backbeat & BaT) y addons (BaT No Flood!, BatSMS…); y aún hoy en día conservo el canal #scripting del IRC Hispano.
La caída del IRC y el reinado del Messenger
En resumen, el IRC era un lugar donde había los mismos líos que en cualquier sitio. En él la gente podía charlar tranquilamente o sembrar el caos, y si eras nuevo y preguntabas dónde encontrar cualquier tipo de información la respuesta de los demás era invariable: «Seguro que en goatse.cx lo encuentras».
En un principio, Microsoft intentó dominar el IRC con un programa bastante raro en todos sus aspectos, el Cómic Chat. Era un curioso cliente en el que las conversaciones aparecían como si de un cómic se tratara, pero la forma de mostrar el texto era bastante irritante y el programa no gozó de apenas éxito.
Pero la compañía de Redmond sabe aprender de sus errores, o al menos sacar provecho de su monopolio, y gracias a la inclusión del Messenger en la instalación del Windows consiguió matar a dos pájaros de un tiro, al IRC y al ICQ (que era el programa de mensajería instantánea más utilizado por aquél entonces).
El IRC había pasado de moda y muchos ya disponíamos de conexión a Internet en nuestra casa; además las chicas en el IRC eran constantemente acosadas por los moscones del chat y vieron en el Messenger una ruta para huir de los mensajes privados de los pervertidos. Así pues, el IRC quedó vacío destinado a ciertos viejos usuarios que se conectan a canales concretos, y a multitud de robots de charla que fingen ser chicas para anunciarpare páginas de sexo.
Los juegos en red
Los juegos en red eran el otro gran atractivo de los cibers. Si jugar al Doom solo ya era divertido, jugar un deathmatch al Quake contra un montón de gente era la bomba. El género FPS acababa de nacer y no podía haberlo hecho de mejor manera, ya que dominaba el panorama de los juegos en red de los cibers.
Quake
Muchos de nosotros comenzamos jugando al Quake, donde aprendimos que la mejor manera de movernos y apuntar no era con las flechas y la barra espaciadora sino con las teclas WASD y con el ratón. Al principio parecía más complicado, pero a los pocos días uno se habituaba y su estilo de juego mejoraba enormemente.
Para no estar configurando el juego con nuestras preferencias en cada uno de los equipos en los que nos sentábamos, muchos disponíamos de un script propio de Quake que llevábamos en un disquete y que cargábamos al iniciar una partida. Además de fijar en el juego nuestras teclas favoritas, el script también automatizaba ciertas acciones en el juego como el salto «Rocket-jump».
Los clanes de jugadores no tardaron en aparecer, y los cibers, como si de asociaciones deportivas se tratase, crearon equipos que los representaban en ligas entre los demás cibercafés de una ciudad.
La nueva generación de tarjetas gráficas
Por aquél entonces las tarjetas aceleradoras de gráficos dieron un salto significativo en cuanto a calidad y prestaciones. El estándard SVGA, vigente en aquél se vería superado por una nueva generación de tarjetas gráficas capaces de mostrar efectos 2D y 3D nunca vistos hasta entonces como el Mip Mapping, El Z-Buffering o el Antialiasing entre otros. La más famosa de todas fue la mítica Voodoo de 3Dfx, aunque la Riva TNT de Nvidia tampoco tiene mucho que envidiarle.
Este salto tecnológico tuvo sus repercusiones en los cibers. Algunos de ellos compraron las tarjetas satisfaciendo a los jugadores mientras que otros decidieron no invertir en ellas para centrarse en los clientes que sólo chateaban y leían el correo. En el primer caso, los puestos con la mejor tarjeta gráfica estaban casi siempre ocupados, especialmente si ésta era una novedad como la Voodoo 3. En los otros, el paso del tiempo iba haciendo mella en los equipos y para que la gente fuese tenían que bajar los precios.
Quake II
Con el tiempo, el Quake dejó paso a su secuela esperadísima secuela, el Quake II, y muchos lo abandonamos en este punto. ¿Por qué? Pues por que el sistema de juego del Quake II era mucho más técnico y menos arcade que el de su precursor, especialmente por culpa del cañón magnético de cargas de uranio «Railgun» que probablemente te matase de un sólo disparo.
Quake III
El Quake III recuperaba la esencia de la primera entrega y mostraba unos gráficos de infarto en unos escenarios preciosos que con sólo recorrerlos acababas hipnotizado por su belleza.
Saga Unreal
Sólo la saga Unreal de Epic Games fue capaz de amenazar la hegemonía de los Quakes y, aunque las entregas de id Software eran más jugadas el motor gráfico del juego de Epic sirvió y sirve como base para múltiples títulos.
Counter Strike
Si había algo que les faltara a los Quake o Unreal era la estrategia de equipos. Los juegos premiaban demasiado las individualidades de cada personaje y era complicado sincronizar a los miembros de un clan para obtener un objetivo común.
La llegada del Counter Strike supuso un soplo aire fresco en los FPS, y tan buena fue la acogida del público que esta modificación del Half Life se convirtió en el juego de acción en primera persona más jugado.
Age of Empires II
No sólo de FPS vive el hombre, y había otro género que también ganaba mucho jugando en red. El de la estrategia en tiempo real.
Uno de los grandes exponentes del género era la saga Age of Empires, de Ensemble Studios, que nos permitía seleccionar una civilización y para cambiar su historia conquistando el mundo.
Starcraft
Pero había quien prefería una estrategia futurista en el espacio, y ahí es donde entraba el entretenidísimo Starcraft de Bizzard, que consiguió fidelizar a toda una legión de jugones.
El fin de los cibers
Todos sabíamos que los cibercafés iban a cerrar tarde o temprano, y que simplemente durarían abiertos mientras la gente no tuviese en su casa una conexión decente a Internet y un equipo con el que conectarse. Y así fue, como moscas fueron cayendo uno detrás de otro hasta quedar hoy en día sólo sobreviven unos pocos destinados a los turistas y a aquellos estudiantes que se ven en el apuro de imprimir alguna entrega a altas horas de la madrugada.
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