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Hace muchos años, cuando los PCs usaban disquetes, existía un formato de distribución de juegos llamado shareware. Apogee Software, empresa que lanzó títulos tan míticos como los primeros Duke Nukem, Commander Keen o el Wolfenstein 3D, se caracterizó por lanzar demos de sus juegos de notable extensión. Solian tener tantos niveles en su formato shareware que muchos creíamos que eran copias completas.

Conviene recordar que a principios de los 90 los videojuegos solían tener un precio muy elevado. Puede que, en sus primeros años, los juegos de PC tuviesen de media una calidad claramente inferior a los de videconsola, pero a su favor tenían que no hacía falta ser un acuadalado para disfrutar de decenas de juegos, la mayoría completamente gratis. Los disquetes eran fáciles de copiar, de prestar, y en algunos casos las versiones shareware eran suficientes para tenernos enganchados a la pantalla.

Existen infinidad de géneros en el mundo de los videjuegos, pero desde que a finales de los años 90 llegaron las 3D, todos han ido evolucionando y haciendo el paso «lógico» hacía la tridimensionalidad.

Como suele pasar en estos casos, algunos géneros han sabido pasar de 2D a 3D con gran acierto, a otros por su naturaleza les ha venido de perlas, y directamente hay géneros o videojuegos que han nacido para ser concebidos en 2D o en 3D.

Hace ya un tiempo que los videojuegos considerados triple A no me acaban de llamar la atención, y son pocos los que me enganchan como antaño. La mayoría los pongo, me los paso y poco más, sin efectuar misiones secundarias o ir a buscar siempre la enfermiza partida con el 100% completado.

No obstante, gracias a la aparición de los indies, han salido a la luz diferentes joyas de bajo presupuesto y que, en muchos casos, respiran un aire retro y de nostalgia que me llama mucho la atención. Si a esto le añadimos que algunos atesoran una calidad excelente (aunque también hay bazofias dignas de mención), la combinación mejora y ya me lo han vendido.

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En 1989 nació el Club Nintendo para Europa. En plena época dorada de la NES y coincidiendo con el año de lanzamiento de Game Boy, la compañía nipona creaba un servicio muy llamativo en aquel entonces que permitía un trato más cercano con los clientes, y que se convirtió en un recurso que aún hoy despierta nostalgia a los jugadores de la época. Hoy, justo el día que Nintendo ha decidido cerrarlo después de 25 años.

Los que somos videojugadores desde que éramos pequeños siempre hemos tenidociertos problemas derivados de nuestro pasatiempo favorito, estando la mayoría relacionados con lo mal visto que estaba jugar a las “maquinitas”, con los compañeros de vicios que no compartían nuestros gustos, o derivados propiamente del videojuego en sí. En la gran mayoría de casos no pasaban de ser anécdotas o “problemillas”, pero otras veces podían llegan a cabrear bastante.

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“Un turno más y lo dejo”. Seguro que esta frase ha pasado más de una vez por vuestra boca o al menos por vuestra cabeza jugando videojuegos, y es también bastante probable que haya tenido alguna consecuencia como que vuestra madre os echara la bronca por sentaros tarde a la mesa, hayáis dormido menos horas de las debidas, hayáis llegado tarde a algún sitio o incluso hayáis tenido el baño ocupado durante demasiado tiempo, por eso de llevarse la consola portátil…

Y es que los juegos por turnos, una característica adaptada de los tradicionales juegos de tablero, pueden llegar a ser una de las experiencias más adictivas del mundo de los videojuegos, siempre y cuando su mecánica esté bien planteada y jugar sea divertido. Son muchos los videojuegos que enganchan, de eso no tengo ninguna duda, pero personalmente casi siempre he sido de partidas cortas y de parar cada no demasiado tiempo. En la mayoría de juegos no he tenido mayor problema para ello, y para cumplir la típica idea inicial de “voy a jugar hasta tal hora”, pero algunos juegos por turnos han sido de los que más dificultades me han planteado a la hora de plantarme a la espera de retomar en otro momento.

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En mi caso particular, la saga con la que más me he enganchado turno a turno ha sido la de estrategia Total War. Una vez que le has cogido el gusto a las campañas, ese mapa de gestión es una cosa verdaderamente difícil de dejar. Cuando nuestros dominios territoriales son enormes hay que ir repasando las diferentes provincias para ver si necesitamos más tropas, los impuestos están en su sitio, se respeta nuestra autoridad, el comercio funciona o nuestros enemigos nos dejan en paz. Bien, lo hemos hecho, hemos terminado, ya está bien por este turno. Es el momento ideal para grabar la partida y dejarlo para la próxima vez. Pero en la interfaz, abajo a la derecha, existe un pequeño botón que nos comienza a llamar sutilmente. Se llama finalizar turno y su atracción en ese momento en que tenemos todo en su sitio es extremadamente poderosa. Somos conscientes de que era un momento idóneo para dejarlo, incluso lo somos de las terribles consecuencias que pueden existir tras ese botón, pero nuestro ratón parece tener vida propia y nuestro cursor avanza hasta la posición determinada… un clic, un único y sencillo clic, y cual caja de pandora que se abre, la hemos vuelto a montar.

Turno

Porque claro, ahora empezamos a ver los movimientos del enemigo, y es bastante probable que en algún lugar hayamos recibido un ataque. El tema es que no habría problema en guardar antes de comenzar una batalla, pero claro, nos han desafiado y no vamos a esperar para saber si somos o no capaces de vencer, por lo que la batalla hay que jugarla, y vamos a rezar porque ese tuno no tenga dos, o tres, o cuatro, porque igual van todas una detrás de otra, y si hace falta alguna facilita se resuelve automáticamente para agilizar. Entonces acaba el turno de la máquina, otro excelente momento para dejarlo, pero claro, qué mejor momento que justo después de las batallas para reponer los ejércitos, tomar ventaja de nuestras victorias o poner los parches para nuestras derrotas, y antes de que nos demos cuenta ya tenemos otra vez todos nuestros movimientos hechos y volvemos a sentir la llamada del reloj del “finalizar turno”. Un proceso cíclico que puede repetirse muchas veces, y que pone a prueba nuestra fuerza de voluntad para poder decir “hasta aquí hemos llegado”.

Otros juegos de estrategia en tiempo real también me encandilaron, como los Age of Empires, Starcraft o Sim City, pero en estos casos, aunque recuerdo largas partidas y horas y horas de diversión, no me era tan difícil dejarlos por la mitad. Obviamente no me apetecía parar en el Age of Empires en medio de una batalla, pero al no haber turnos era mucho más fácil encontrar un momento tranquilo en el que decir “aquí lo retomo mañana”.

Otro caso de turnos que recuerdo con nostalgia son los del PC Fútbol. Puede que el juego de gestión de Dinamic tuviese muchos defectos, tanto porque había aspectos económicos que eran surrealistas como porque el simulador era una patata, pero pocas veces recuerdo que me fuese tan difícil despegarme del ordenador, y ya no te digo jugando alternativamente con un amigo, porque se podía ir una tarde entera antes de darse cuenta.

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Se trataba de turnos bastante cortos, nada que ver con los larguísimos que caracterizaban a los Total War cuando nuestros dominios eran amplios, pero eso los hacía todavía más enganchantes. En el ISS me decía “voy a jugar tres partidos y me acuesto” y no tenía mayor problema, pero decir en el PC Fútbol “voy a jugar x turnos y a dormir” solía ser más de difícil de cumplir. Y es que cuando se ponía la directa era un turno detrás de otro con algunas gestiones que ya se hacían casi mecánicamente, a toda prisa especialmente cuando había un objetivo especialmente atractivo en el horizonte (una eliminatoria de Champions, el final de liga, el mercado de fichajes…), y cuando lo alcanzábamos no solía ser difícil pensar en el siguiente y volver otra vez. Jugando con un amigo, cada uno con su equipo y alternándose en el ordenador la cosa era aún peor, porque al enviciamiento propio del juego había que añadir el pique con nuestro compañero de partida, que incrementaba todavía más las ganas de seguir. Lo malo es que con dos las posibilidades aumentaban de que uno tuviese que irse antes, con lo que al otro, que hubiese seguido encantado un turno, y otro, y otro, no le quedaba más remedio que esperar a la próxima reunión, pero podía ser el momento ideal para retomar esa otra partida que habías emprendido en solitario.

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También me puedo referir a modo de ejemplo a los Advance Wars, con diferencia la saga que más me ha enganchado en una consola portátil. Las batallas a veces podían durar mucho tiempo, pero los turnos eran muy rápidos, y claro, cuando acabábamos nuestros movimientos queríamos ver lo que hacía la máquina, y cuando acababa ésta lo que queríamos era devolverle los golpes y hacerla recular. Un sencillo círculo vicioso del que era muy difícil salir, y que convertía esta experiencia en una de las más adictivas de su género. Al terminar una batalla no me resultaba especialmente difícil abandonar el juego para retomarlo próximamente, pero dejar un combate a medias, especialmente si la cosa estaba emocionante, requería una buena dosis de fuerza de voluntad, y así partidas que iban a duran 10 minutillos acababan suponiendo fácilmente una horita pegado a la Advance o a la DS de marras.

Algo similar me sucedió con otros juegos de un estilo similar como Disgaea, Final Fantasy Tactics, Fire Emblem o Tactics Ogre, Jeanne D’Arc, si bien estos eran juegos de estrategia con más toques de rol, pero muy similares a nivel jugable. No recuerdo que ninguno de ellos me viciase tanto como los Advance Wars, pero sí que eran experiencias muy enganchantes, pese a compartir unos estereotipos bastante similares y poco originales.

Éstas son algunas de mis experiencias con una tradicional característica de muchos videojuegos, que puede resultar un coñazo o un vicio según como esté implementada, pero en el segundo caso me ha supuesto algunas de las experiencias más adictivas de mi trayectoria como videojugador. ¿Y vosotros, cuáles son vuestros juegos por turnos favoritos?, ¿os habéis enganchado especialmente con alguno de ellos?

Esas pantallas generalmente odiadas por los videojugadores, pues en la mayoría de los casos consisten en una rueda dando vueltas mientras esperas (im)pacientemente a que cargue todo lo que tenga que cargar y puedas empezar a jugar. Esta espera se remonta a la época videojueguil “cedesera” (y su sucesora deuvedesera), ya que en la “cartuchera” no existían los tiempos de carga, o eran tan ínfimos que no molestaban a nadie. Sí los había con anterioridad en los ordenadores, siendo por ejemplo un clásico las pantallas de carga del Spectrum, pero dejaremos las de esa época para otra ocasión. Leer más

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Imagino que todas las generaciones creen que la etapa que han vivido es la mejor, y yo no soy una excepción: realmente creo que en los 80 y 90 se hacían mejores cosas que ahora, y seguramente la nostalgia esté distorsionando mi opinión, pero si comparo los juguetes que se comercializaban durante mi infancia y los que tienen ahora mis sobrinitos, no puedo pensar en otra cosa: los nuestros eran infinítamente mejores. Igual que considero que era más divertido ir a jugar a la consola a casa de tu vecinito que jugar online, o que salir a la plaza a jugar a la pelota era más sano que estar todo el día en casa. En fin; me hago viejo. Pero para justificar mi respuesta, como nos enseñaron a hacer en el colegio, voy a repasar unos cuantos de los juguetes que más me marcaron durante mi etapa infantil.

Las Tortugas Ninja

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Mis héroes preferidos por excelencia en aquellos días, en dura competencia con Son Goku y compañía (quienes acabaron ganando la batalla en mi adolescencia, pero ahora hablo de mi más tierna infancia). Los quelonios de Eastman & Laird eran una fiebre total y absoluta a principios de los ’90 (a finales de la decada anterior, ya pegaban fuerte en los USA), y Bandai y luego Playmates supieron aprovecharlo lanzando una extensísima colección de figuras: Estaban las normales, las motorizadas, las disfrazadas, mogollón de vehiculos -tanto los que salían en la serie, como la furgoneta o el zeppelin, como muchos otros de originales o, más concretamente, inventados-. Era una completa locura: la serie de TV (rebautizada en Europa como Teenage Mutant Hero Turtles debido a la famosa legislación alemana que prohibía referencias al ninjitsu en productos infantiles) tuvo tanto éxito que se realizaron tres adaptaciones cinematográficas, decenas de nuevos cómics y todo lo que os podáis imaginar en cuanto a merchandising. Y aun hoy en día continúan en vigor con las actualizaciones de la serie de dibujos, la película con gráficos CGI y las nuevas figuras de Bandai. Como curiosidad, algunas figuras antiguas han sido reeditadas para conmemorar el vigésimo aniversario de la franquicia.

Los Caballeros del Zodíaco

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Uno de los juguetes más deseados de mi infancia, incluso cuando la serie de televisión aun no me gustaba demasiado (más tarde la amé profundamente, pero cuando era muy pequeño la encontraba un poco escabrosa… esos tíos siempre luchando y sangrando a borbotones), pero no llegué a tener más de 4 o 5 figuras ya que mis padres no se las podían permitir, puesto que solían valer unas 3000 pelas, ni más ni menos. Llegaron a salir 27 modelos distintos entre 1990 y 1994, y se vendieron estupendamente. Salieron las 12 armaduras de oro, las 5 de bronce 2ª armadura (la primera no llegó a salir nunca, al contrario que en Francia) junto con Marin, la maestra de Seiya, que fue “degradada” a Águila de Bronce, cuando era un caballero de plata. También salieron unos cuantos santos de Asgard y Poseidón, completando una colección que sólo unos pocos elegidos podían poseer en aquel entonces. Estas figuras fueron reeditadas en España en 2006 debido al clamor popular y la nueva fiebre por los Myth Cloths, pero su embalaje era distinto y los materiales algo peores, más parecidos a la edición Hong Kong. Imágenes procedentes de Saint Seiya Vintage.

TENTE

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El juguete de construcción con piezas de colores creado en Barcelona y que puso en serios aprietos al gigante Lego, quien incluso llegó a demandar a la empresa catalana Exín, aunque perdiendo el juicio (que evitó el monopolio de los daneses, al menos hasta la quiebra de Exín a mediados de los ’90). Tente no se podía considerar una mera copia de Lego, puesto que era un juguete innovador que aportaba nuevas ideas al vasto mundo de los juegos de construcción infantiles. De las numerosas series que salieron al mercado y arrasaron en ventas, recuerdo especialmente los Roblock, robots que podían transformarse en vehículos, claramente inspirados en los Transformers, pero elevando el concepto al máximo exponente, ya que podíamos modificarlos a nuestro antojo e incluso crear nuevos engrendros. Tente además tenía barcos, vehículos, edificios, naves espaciales… Era una gozada.

GIRAYA Ninja

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Genial figura de Bandai, comercializado en 1989, que se trataba de un pegajoso muñeco de goma, que podía adherirse a cualquier superficie, y que además se le podía poner una armadura de ninja, caballero medieval, etc… Fue un auténtico bombazo y recuerdo que, en el colegio, todos los niños suspirábamos por él. Estaba basado en una serie japonesa que nunca llegamos a ver por estos lares, pero los juguetes tuvieron el éxito sufiente para mantenerse en el mercado unos años. Fue la inspiración de los Uaky Taky de Giochi Preziosi.

Uaky Taky

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Respuesta de la juguetera italiana Giochi Preziosi al exito de Bandai. Se trataba de ninjas (aunque estaban tan mal hechos que parecían beduínos) con las manos y pies pegajosas, al estilo la Mano Loca, que si los lanzabas contra la pared o cualquier superficie, iban descendiendo solos, como ninjas que se inflitran en una base enemiga -o al menos eso era lo que querían que nos imagináramos-. El problema es que a la que se les ensuciaban las manos/pies, los tirabas contra la pared y se caían. Aun así, fue un exitazo y esto derivó a la creación de la copia de la copia, un Uaky Taky genérico que se vendía en las tiendas de 100 pesetas de la época.

Super Cinexín

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Mítico proyector de películas mudas de dibujos animados, que tenía la peculiaridad de que estas tenían que ser reproducidas manualmente por los niños mediante una ruedecita que teníamos que ir girando. Primero se compraba el proyector y luego podíamos ir adquiriendo nuevas cintas, de formato 8mm, que ibán comercilizánose por separado. La gran mayoría estaban protagonizadas por personajes Disney, lo que era un triunfo asegurado. Un clásico de las navidades de los niños ibéricos y otro exitoso juguete creado en los 80 por la juguetera barcelonesa Exín, cuya bancarrota es bastante complicada de entender viendo el éxito arrollador que tuvieron sus productos. El Cinexín ha sido resucitado varias veces en esta última década sin repetir el éxito original. Cuantas tardes nos habremos pasado a oscuras en nuestro cuarto reproduciendo una y otra vez la mísma cinta…

Transformers

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Cómo olvidarnos de la serie de dibujos que arrasaba a finales de los 80 basada en la línea de juguetes japoneses Diaclone y Microman, de Takara. Lo que ahora se conoce como “Generación 1″ (entonces era Transformers a secas, porque obviamente las secuelas aun no habían sido creadas) es lo que estaba de moda entre los niños de la época, y las jugueterías estaban llenas de estos juguetes cuya premisa básica era “vehículo que se transforma en robot”. Para la época era toda una innovación, y un éxito que se ha mantenido hasta nuestros días, aunque sin duda me quedo con esa primera generación (en las películas no quiero ni pensar): Optimus Prime, Megatron, Bumblebee, Starscream… Eran más que simples juguetes; tenían carisma para dar y tomar.

Jetfire

Mención especial para este modelo de Autobot, Jetfire, que estaba diseñado nada más y nada menos que por Shoji Kawamori, el mismo diseñador que las Valkyrie de Macross. El tema es que, aunque el muñeco se comercializaba como Diaclone, luego fue el protagonista de Macross, y los yankees responsables de los dibujos de Transformers se vieron obligados a modificarlo por temas legales, quedando infinitamente más feo que antes (y es que los yankees no son Kawamori). Es el único juguete de la serie que difiere completamente de su homónimo animado.

Las Aventuras de Fly

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Dragon Quest: Dai no Daiboken tuvo mucha aceptación en las autonómicas de nuestro país a principios de la década de los 90, y eso no pasó desapercibido por las empresas jugueteras, que tardaron bien poco en traer las figuras de acción a nuestro país, donde han conseguido un estatus de culto, y por las que se pagan verdaderas fortunas en las webs de subastas. Fly, Pop, Iván, Mam, Crocodine, Hadler…(con sus nombres de la adaptación española). Todos los personajes importantes de esta gran serie de Riku Sanjo y Koji Inada estaban disponibles para nuestro disfrute. Y al salir del cole, bocata de nocilla y a ver los dibujos por la tele.

HE-MAN: Masters del Universo

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Otro clásico de la generación de los 80. Aunque a mí, personalmente, ya me pillaron cuando la fiebre iba un poco a la baja, la publicidad de Mattel hizo su efecto y tuve -porque las había pedido insistentemente, claro…- varias figuras (“jimans”, como le llamábamos los niños), entre ellas el prota y su montura, esa que se transformaba en un tigre enorme en la secuencia de introducción de los dibujos. Así pues, pudimos presenciar la batalla de He-Man contra su némesis Skelletor tanto en pantalla (con su correspondiente acento sudamericano) como en la juguetería, y la verdad es que a los niños nos encantaba. ¡Por el poder de Greyskull!

G.I. Joe

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Los muñecos G.I. Joe pegaron realmente fuerte en los ochenta. Raro era el chaval que no tenía de una estas figuras de caliz militar, totalmente articuladas y con sus respectivas armas y accesorios. Eran la bomba, la verdad. G.I. Joe (las dos iniciales, por si tenéis curiosidad, significan Government Issued) tuvo su respectiva ración de cómics, series de animación y demás, para potenciar el éxito del producto, pero nunca le hice mucho caso a los derivados ya que a mi sólo me gustaban los muñecos. Estas figuritas ya eran comercializadas por Habro en los USA desde mediados de los 60, y aunque aquí llegaron un poco tarde, tuvieron un éxito aplastante. ¿Tú eras de G.I. Joe o de Cobra?

SCALEXTRIC

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Scalextric fue otro de los grandes aciertos de la empresa juguetera Exín, que se encargó de distribuirlos por estos lares entre los 80 y principios de los 90, hasta cuando su fallida hizo que la marca pasara a otras manos. No soy ningún entendido de este clásico juego de carreras de coches, inventado por allá por los años 50, pero sí he jugado con varios de ellos de niño (incluso con las múltiples réplicas de otras marcas, por las cuales muchas veces optaban los padres por ser generalmente más baratas) e intento basarme más en mis recuerdos que en documentarme sobre lo que acontece a este juguete en la actualidad, así que si hay algún dato que deba corregir hacédmelo saber. Lo que está claro es que a los niños nos encantaban los coches, y la fórmula de medirnos contra otros coches en un circuito ampliable era un éxito seguro. Y aunque no era de esta marca, recuerdo con un cariño especial La Aventura del Volcán, de Famoplay, la cual me regalaron unas navidades y fui el niño más feliz del mundo.

La Aventura del Volcán

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Esta variante del clásico Scalextric, le daba un giro de tuerca a la fórmula, dándole un toque más aventurero y agresivo (e infantil, quizás), puesto que debíamos superar diversas zonas de peligro que podían desestabilizar nuestro coche. Recuerdo que esos pequeños coches corrían tanto que si no controlabas podían salir disparados hacía la cabeza de algún presente en cualquier curva. Qué GRAN juguete.

Coches Majorette

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Ahora ya estoy retrocediendo muchísimo, puesto que dejé de jugar con cochecitos ya desde muy pequeño, pero recuerdo como me flipaban los coches de Majorette, especialmente el Sprinter; esa cápsula donde metías el coche y salía disparado a lo que mí entonces me parecía una gran velocidad. Esta claro que esta empresa francesa que fabricaba coches a escala 1:64, fue uno de los puntales de la más tierna infancia de muchos.

Winspector

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Cuando las figuras de Los Caballeros del Zodíaco se vendían como churros, los nipones de Bandai aprovecharon para introducir en el mercado otro juguete de las mismas características, basado en la serie que emitían en Telecinco Winspector, protagonizada por unos policías cibernéticos. Los juguetes funcionaron la mar de bien y hoy en día son objectos de coleccionista. La fórmula era la misma que los juguetes de Seiya y compañía: figura y armadura. El éxito fue tal que Bandai se animó a comercializar incluso vehículos, como el coche o la moto.

Mano loca

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Qué decir de la Mano loca. Esa manita de goma pegajosa (disponible en varios colores) que todos tuvimos alguna vez durante nuestra infancia. No recuerdo exactamente dónde la regalaban (creo que inicialmente con los Chupa Chups, y tuvo tanto éxito que luego se vendieron por separado), pero sí que tuve una, hasta que se llenó de mugre y perdió todo su efecto adhesivo ¿Su utilidad? Básicamente, tocar los cojones. Pero qué divertido era coger papeles de los demás a distancia con la mano loca, con el consiguiente cabreo del damnificado.

WWF: Pressing Catch

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Con la llegada de las televisiones privadas en los 90, decenas de programas nuevos que jamás habíamos visto entraron en escena, y los principales beneficiarios fuimos los niños. Telecinco, que en aquella época aun no hacía telebasura, ponía toneladas de series de anime y también… tachán: el Pressing Catch de la WWF. Estos combates basados en quién hace más paripé arrasaron entre los niños, y su correspondiente colección de figuras de acción también. Hulk Hogan, El Último Guerrero, El Barbero, El Hombre del Millón de dólares… Todos nuestros musculados héroes estaban recreados en PVC, y además realizaban su movimiento más característico. Y quien tenía el ring, el cual tenía incluso sonido, era el p*** amo.

Terminator

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Terminator fue un gran éxito, pero su secuela, Terminator 2: El Día del Juicio Final fue un auténtico pelotazo. Los jugueteros americanos Kenner lo sabían, y por eso sacaron una línea de figuras de acción bastante apañada, con un éxito más que notable. Recuerdo especialmente el T-800 al cual se le podía entrever su robótico esqueleto o el T-1000 que explotaba (porque estaba hecha de metal líquido, recordemos). Luego, ya rizaron el rizo recreando el centro de producción de Terminators de Skynet, donde podíamos meter un esqueleto y darle una piel de plastilina, para quitársela acto seguido -lo que no dejaba de ser un pelín sádico-. Era una absoluta flipada.

Los Guerreros de la Basura

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Curiosas figuras que venían dentro de una, literalmente, bolsa de basura, y que para descubrir al muñeco debíamos sumergir la bolsa en el agua, con lo que se deshacía, haciendo aparición el engendro en cuestión. Los muñecos eran algo feos pero no me negaréis que el concepto no era innovador. Como es lógico, a los chavales de la época nos flipó. Había 36 modelos distintos y se dividían en héroes y villanos, como suele ser habitual. El campo de batalla: La Tierra (o más concretamente, el vertedero).

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Siendo, como soy, un fan enfermizo de Dragon Ball, no podíamos quedarnos sin nuestra ración de Goku y compañía. De pequeño, yo alucinaba con las muñecogomas de Bola de Dragón, que te las daban cuando reunías 4 puntos Matutano (en cada bolsa de patatas o snacks venía un punto, así que teníamos que comer Bocabits a mansalva para que nos dieran una muñecogoma). Estas figuras eran en teoría gomas, pero mejor no intentar borrar con ellas, porque ensuciaban más que otra cosa. Los niños jugábamos con ellas, puesto que entonces Bola de Dragón estaba en plena efervescencia en los colegios. Estaba Goku pequeño y adulto, Krilin, Chichi, Pilaf, Mai, Shu, Piccolo (extrañamente, en SD, mientras los otros lucían aspecto normal… Cosas de la época), Gohan y el Duende Tortuga. No sé si había alguna más, pero estas son las que recuerdo. Eran monocromo, pero había de varios colores. Curiosamente, se usaron estos moldes para fabricar figuras, esta vez pintadas, que se vendían en librerías. Yo al menos recuerdo haberlas visto… En fin, que las muñecogomas eran la caña.

Dioramas Petit Suisse Bola de Dragón

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Seguimos con la época dorada de Dragon Ball ¿Alguien recuerda aquellos dioramas que regalaban los Petit Suisse (antes de ser Danonino) con pegatinas rollo Stick Stack? Eran absolutamente geniales. Había varios modelos distinos: el escenario del Tenkaichi Budokai, Namek, la Kame House y la ciudad del Oeste. Es posible que hubiera algunos más (me suena que también estaba el yermo donde entrena Son Gohan de niño) pero sencillamente no lo recuerdo. Y nosotros a pegar y despegar pegatinas… ¡Qué nostalgia!

Dragon Ball Super Battle Collection

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No podíamos olvidanos de estas figuras de Dragon Ball, que aunque son algo más modernas que lo que estamos tratando (no mucho más; empezaron a producirse en 1994 ¿Qué edad teníais entonces?), fueron objeto de deseo de los niños y pre-adolescentes de la época , que las veíamos en los escaparates de las tiendas que las importaron -no salieron oficialmente en España- y vendieron a altos precios. Era una colección de 44 figuras, que salieron entre 1994 y 1997, englobando DBZ y casi todo GT. No me extenderé mucho más porque tienen un artículo propio.

Las maquinitas

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Otro juguete mítico de los 80 y 90. ¿Quién no tuvo alguna de estas ‘maquinitas’ en algún momento de su infancia? La explicación sobra bastante, pero eran pequeñas consolas con una pantalla LCD y unos pocos botones y con un sólo juego (hasta la Game Boy no hubieron juegos intercambiables). Era lo más parecido a una consola portátil de la época. Las más famosas y probablemente las mejores eran las de Nintendo, las Game & Watch, pero otras marcas como Casio, Bandai o Tiger lanzaron sus propias líneas, a veces con juegos 100% originales y otras veces explotando licencias de dibujos animados, por lo general. Ahora son objectos de coleccionista y su valor crece por momentos. Estos pequeños artilugios fueron la inspiración de las consolas portátiles, tanto en concepto -videojuego que te puedes llevar a todas partes- como en diseño -mirad la Nintendo DS y comparadla con una G&W Double Screen-.

Playmobil

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Este juguete ya era increíblemente popular en los 70, pero nuestra generación también lo disfrutó plenamente. Incluso hoy en día sigue siendo popular entre las nuevas generaciones, y posiblemente no exista nadie en el Universo que no sepa lo que es un click de Playmobil / Famobil. No hace falta explicar que existen miles de modelos distintos de Playmobil, recreando todo lo que os podáis llegar a imaginar. Un juguete de oro que resiste como pocos el paso de años. No voy a profundizar mucho más porque el mundo de los Playmobil es realmente vasto y existen verdaderos expertos en la materia -y no es mi caso, yo sólo tuve unos cuantos cuando era crío y ya-. Este juguete de origen alemán creado en 1975 es una leyenda viva.

Botiboing

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Media esfera de goma que saltaba pocos segundos después de que la hundiéramos con el dedo. Una tontería enorme, pero cuando éramos niños nos parecía extraordinariamente divertido. El Botiboing lo regalaban con los Phoskitos y creo que con algún tipo de yogur o similar -no lo recuerdo con exactitud-. Como es evidente, tuve varios de ellos y pese a lo simple del juguete, los recuerdo con cariño. Está claro que la simplicidad es muchas veces algo positivo.

Frutiñecos y Dedoñecos

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Los Frutiñecos que regalaban con los Petit Suisse eran adornos de goma para ser colocados en un lápiz. Había 4 modelos distintos: limón, platano, pera y fresa, y era increíble lo que me llegaban a gustar. Los tengo grabados a fuego en mi cerebro ¿Alguien los recuerda? También estaban los Dedoñecos, que también regalaban con los Petit Suisse (ya veis que con Danonino, vino la decadencia…), y en este caso eran animales que nos podíamos poner en el dedo.

Numerobots

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En plena fiebre Transformers, la empresa española Innovac-Rima cogió la idea y le dió una vuelta de tuerca educativa: numeros que se transformaban en robots. El resultado: un exitazo. Todos los niños suspirábamos por los numerobots. Había del 0 al 9, y luego también salieron algunos símbolos matemáticos, si no recuerdo mal (suma, resta, multiplicación, división…). Molaban muchísimo.

Los Cinco Samuráis

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La fiebre Caballeros del Zodiaco fue el punto de partida de diversas réplicas más o menos afortunadas, y sin duda una de las mejores fue la colección de figuras basadas en la serie que emitían en Telecino: Los Cinco Samuráis (Yoroiden Samurai Troopers). Esta serie producida por Sunrise en 1988 tuvo bastante éxito por estos lares y se comercializó una serie de figuras bastante chulas producidas por Bandai -la marca que más alegrías nos daba en nuestra infancia-, que contenían a los protagonistas con sus respectivas armaduras de samuráis futuristas. Héctor, Cesar, Jorge, Tristán y Tony, además de sus enemigos, estaban disponibles, aunque el embalaje era diferente según el modelo y la marca que lo comercializó (primero Bandai, y más tarde Giochi Preziosi). Se vendieron algunos modelos en caja al estilo Los Caballeros del Zodíaco y otros más adelante en blísters, como qualquier figura de acción al uso.

Karate Fighters

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Karate Fighters, de MB, era un divertido juguete que consistía en un luchador pegado a un controlador para que lo moviéramos a nuestro antojo, con el objetivo de darnos de tortas con otro. La versión original traía dos luchadores, pero también sacaron una versión con 4, en plan Battle Royale. Era especialmente gracioso cómo se movían los combatientes cuando le dábamos al botón, ya que repartían ostias como panes como si estuvieran poseídos.

Bioman

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A finales de los ochenta, mucho antes de que naciera la serie Power Ranger, ya se pudo ver en Televisión Española una serie de las mismas características: 5 héroes disfrazados con pijamas de colores luchando contra el mal con un robot gigantesco. Es lo que llaman en Japón el género Super Sentai, y los Power Ranger no son más que una americanización de series niponas de este corte. Así pues, en España nos llegaba el Super Sentai Bioman (Liveman en Japón) directamente desde Francia, donde son muy frikis ellos, en versión japonesa original, sin americanizar. Y a los niños les encantó: éxito de audiencia y colección de figuras de Bandai, a quien no se le escapaba ni una.

Turbo Ranger

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Otro caso de Super Sentai que nos llegó antes que los Power Rangers. Otra vez, en Francia, se emitía con éxito la versión doblada al Francés de Gekisou Sentai Carranger, y Bandai, cómo no, lanzó su respectiva línea de juguetes, que obtuvieron muy buena respuesta. Así pues, ni cortos ni perezosos, los comercializaron también en España. Esto causó un poco de confusión, ya que la gente no sabía si los Power Rangers eran una copia de estos o viceversa, y para más inri este Super Sentai fue utilizado como base de la serie de 1997 Power Rangers: Turbo, para empeorar el lío.

Power Rangers

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Ahora sí les llega el turno a los Mighty Morphin Power Rangers, que se estrenaron en los USA en 1993, llegando a tierras ibéricas al año siguiente. Se trata de una americanización del Super Sentai Kyoryu Sentai Zyuranger, donde los protagonistas representaban animales prehistóricos. La serie tuvo un éxito arrollador, y en pocos meses ya se consideraba un icono pop de los 90. El éxito prosiguió con decenas de secuelas que seguían el mismo patrón e incluso un par de incursiones en la gran pantalla. Así pues, Bandai vió como nacía una nueva gallina de los huevos de oro que aun hoy día les da dinero. Los juguetes de los Power Rangers iban desde figuras a robots, vehículos, accesorios, disfraces… Una locura.

Jinete Sable

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A mediados de los 80 pudimos ver en las televisiones españolas la versión americana del anime Sei Jushi Bismarck con el nombre de Jinete Sable, un genial western espacial plagado de robots. Así pues, se pudo ver un limitado pero existente número de juguetes en nuestras jugueterías, que avispados jugueteros trajeron de importación para aprovechar el tirón de la serie.

Robotech

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En los ochenta lo que estaba de moda eran los robots, y las múltiples series que abordaban estan temática se sucedían diariamente por nuestros televisores. Antes que los Transformers entraran en escena, ya se podía ver Robotech, ese popurrí de varias series japonesas (cuya base principal es Super Dimension Fortress Macross) cortadas y pegadas por Carl Macek que tuvo una aceptación impresionante entre los críos e incluso los fans de la sci-fi. Así pues, no podían faltar los juguetes basados en este refrito de series. Escasos, pero existieron.

Tricky Bol

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El Tricky Bol de Bizak era un juguete que me encantaba, además de todo un reto para la inteligencia de un niño. Teníamos que hacer llegar la bolita al final del circuito y no era taera fácil, ya que el recorrido estaba repleto de trampas que ponían a prueba nuestros pequeños cerebros. ¡Genial!

Juegos de agua

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Se trataba de pequeñas ‘consolas’ llenas de agua donde había que realizar alguna acción que requería nuestra habilidad. Normalmente consistía en colocar bolitas o aros en sus respectivos compartimentos mediante un botón que al apretarlo liberaba aire, que iba moviendo las bolas. Un juego simple pero tremendamente divertido, que fue increíblemente popular en los 80 y fabricado por diversas marcas. Uno de los más famosos fueron los fabricados por Geyper; como el que aparece en la foto.

Juegos de bolsillo Geyper

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Muy similares a los juegos de agua arriba comentados pero con otro tipo de funcionamiento, normalmente mecánico o a cuerda, como el que podemos ver en la foto, ambientado en la F-1. Estos juegos datan de principios de los ochenta, y pese a lo limitados y simples que eran, podían divertir sobremanera.

Auto-Cross

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Juguete poco menos que mítico de mediados de los 70, que sobrevivió hasta finales de los 80 prácticamente, ya sea en su versión original o por las múltiples imitaciones y variantes que hubieron. El Auto-Cross consitía en un circuito y su respectivo coche, que se movía gracias a un imán situado debajo de la pista. Después teníamos el logrado cuadro de mandos, con el volante para controlar el coche e incluso la llave de contacto y las marchas. Una auténtica virguería para la época y de lo más divertido que podías encontrar.

Y, simplemente, crecimos…

Y hasta aquí este pequeño repaso a los juguetes que más me marcaron durante mi infancia, o al menos los que con más claridad resisten en mi cabeza. Seguro que me dejo muchos que han sido importantes para vosotros, o alguno que fue importante para mí pero directamente no lo recuerdo. Si creéis que me he dejado algún juguete crucial, escribidme y lo incluyo, ya que me gustaría ir ampliando la lista. No he querido documentarme demasiado para el artículo, ya que quería basarlo más bien en mis propios recuerdos y nostalgia, por eso no he profundizado demasiado en los orígenes o la historia de cada juguete, sino en el recuerdo que guardo de él. Espero que os hayáis dejado llevar por este pequeño viaje a los años 80 y 90, unos años que no volverán y que siempre guardaremos con cariño en nuestro interior. Y es que a veces parece que se cumpla ese famoso dicho de “todo tiempo pasado fue mejor”. A todo esto… ¿qué juguetes te marcaron cuando eras un crío?

Publicado originalmente en ChoGenkidama (R.I.P.)