El Viaje de Chihiro es una de esas películas que uno tiene que ver un mínimo de tres veces para poder captar todos los detalles y maravillarse de la sutileza con la que el Estudio Ghibli es capaz de disfrazar una lección de principios. Cada una de sus producciones encierra un mensaje que el espectador tiene que tratar de discernir como buenamente pueda. Y es que no siempre se consigue profundizar o entender del todo cualquiera de las cintas de la productora nipona. Personalmente aún no estoy del todo seguro de qué representaba el carismático Sin-Cara, pero supongo que algún día volveré a ver la película y daré con la tecla.
La película tiene momentos mágicos, algunas escenas inolvidables (aquel travelling entre las flores) pero sobre todo tiene una frase lapidaria que sale de la boca del personaje con más maña de toda la película, es decir, Kamajii. Para el que no lo recuerde, Kamajii era el tipo achatado y bigotudo que se consideraba a si mismo como el esclavo de las calderas que calientan los baños del balneario donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Sus intervenciones son pocas, pero hay una que seguro se quedó clavada en el corazón de muchos. No deja de ser una cursilada petulante muy típica, pero con el debido procesado cerebral (es decir, 2 minutos pensando), pueden obtenerse increíbles conclusiones. Con la profunda voz que sólo sabe poner Pepe Mediavilla, Kamajii dice: «No se puede vencer al poder del amor».