He de reconocerlo, pese a mi pasado de joven estratega consumado, a día de hoy ya apenas juego en PC. A tenor de la poca chicha existente en cuanto a estrategia consolera (una pena que no se desarrollen más juegazos como Civilization: Revolution), asumiréis que simplemente apenas puedo disfrutar del género a día de hoy. Por desgracia no solo carezco de un equipo adecuado para ello, tampoco dispongo de tiempo para dedicar al que siempre ha sido y aún es uno de mis géneros predilectos, y que por su naturaleza (y la mía) me impide atenerme a esa promesa de jugar alguna partidilla corta que invariablemente acaba por convertirse en una maratoniana sesión de rushes, clicks derechos y escaramuzas varias. Que la guerra no se gana en un rato, leñe. Sin embargo, siempre tengo un buen puñado de juegos viejunos de estrategia instalados y listos para la acción, a los que religiosamente vuelvo de vez en cuando.
Uno de ellos es Seven Kingdoms, una de esas pequeñas obras de arte injustamente ignoradas en su momento. Su nada desdeñable complejidad y la ausencia de una campaña de promoción a la altura provocaron que el juego quedara sepultado bajo una importante cantidad de programas mediocres con la estrategia como base. Por si fuera poco, el juego de Trevor Chan y el equipo de Enlight Software tuvo que competir con no pocos títulos de renombre como Command & Conquer: Red Alert, el Myth: The Fallen Lords de la Bungie pre-Halo y nada menos que un señor Age of Empires, todos ellos ya en el mercado a finales de ese 1997 que vio nacer al peculiar RTS del que hablamos. Para rematar la faena, la llegada del incombustible Starcraft (1998) supuso el último clavo en la tapa del ataúd de la obra de Chan. A perro flaco todos son pulgas, amigos.
Mario lleva más de 25 años en la cresta de la ola, que se dice pronto. Ha llovido desde entonces, y sin embargo desde sus primeros goombas ochobiteros pisoteados hasta el más bizarro y psicotrópico viaje en Super Mario Galaxy, ha cautivado a generaciones de jugadores en base a su simplicidad (que no sencillez) y el carisma Nintendo que desprende. Centrándonos en el origen de la saga, el éxito y la repercusión obtenidos no fueron casuales, pues entre otros factores el tiempo que lo vio nacer fue aquel en el que las consolas domésticas experimentaron su verdadera expansión y auge, con la Nintendo Entertainment System, entre otras. Super Mario Bros. (1985) es un estupendo plataformas, y ante todo, un videojuego redondo. Con una dificultad bastante elevada, el argumento es prácticamente inexistente, pero la jugabilidad de clásico instantáneo de la que hace gala no requiere de nada más, habiendo pasado a la historia como una auténtica forma de entender los videojuegos. No en vano hoy no vamos a hablar de esta pequeña obra de arte, sino de una curiosa historia que se esconde tras el espíritu bastardo de su secuela. Continuar leyendo »
¡Al fin! Dos artículos después, tras muchas horas de buceo retro y algún que otro crédito vilmente esfumado a las primeras de cambio, llegamos al final de un dilatado 1991. Entre estos últimos elementos de mi top personal, también encontraréis algunas de las sugerencias que aportasteis en la segunda parte, dando como resultado otros seis juegos más que no podían ser ignorados en nuestro repaso noventero. Damos carpetazo pues al que me atrevería a señalar como uno de los mejores años de la historia del videojuego arcade (con el permiso de la edad de oro de los 80, por supuesto) y annus mirabilis de los videojuegos en general. Disfruten.
Ya hace más de veinte años de aquello. Escuchábamos grunge, exaltados con el nuevo Nevermind de Nirvana. Asistíamos al primer año de la three-peat de los Bulls que inundó España de chapitas, gorras y merchandising de todo tipo, gustara aquí o no el baloncesto. Veíamos “Farmacia de Guardia” por primera vez, que no por última, eso bien lo sabe Zeus. Y por supuesto, jugábamos a cientos de videojuegos, por suerte cada cual mejor que el anterior. Este 1991 fue un año pródigo en cuanto a buenos lanzamientos, con verdaderas obras de arte como las que paso a presentar. Sin nada más que añadir, damas y caballeros, bienvenidos a julio de 1991.
Definitivamente, me he quedado desfasado. Los últimos días del año siempre traen consigo, en cuanto a videojuegos se refiere, una lista casi obligatoria de los mejores juegos lanzados en esos 365 benditos días. O los peores, las decepciones o bien las sorpresas, eso poco importa. Todos esos GOTY, los bluffs y todo tipo de anglicismos monguer, ya saben . En cualquier caso me percaté de la gravedad de mi extravío lúdico cuando al aventurarme (no sin algunos recelos) con varios de estos artículos-listas de 2011, la mayor parte de juegos no los conocía, o solo a través de menciones, que a efectos prácticos es lo mismo. Basta decir que acabé el Darksiders hace unos días, más de un año y medio después de empezarlo. Eso es atraso.
En esas, y como buen amante de lo retro, viajo veinte años atrás y de entonces os traigo una apuesta más personal. Cada juego va acompañado de una brevísima reseña (cargada de subjetividades, a ser posible) y de varias capturas propias, que ya se cansa uno de ver las mismas en tantas webs distintas. Espero de corazón que no sea otra lista más, y que os anime a descubrir algunos de estos videojuegos que aún cubiertos de polvo conservan intacta una magia que a mi entender se está desvaneciendo entre superproducciones y sagas inacabables. Al turrón.
Portada del Castlevania: Symphony of the Night (1997). PSX.
No somos pocos los que a veces disfrutamos más de las soundtracks que de los propios juegos. Cuestión fácil, por otra parte, si la banda sonora tiene la calidad que habitualmente atesoran cada una de las numerosas entregas de la saga Castlevania. Tras estas obras, una camaleónica y todoterreno Michiru Yamane que igual se saca de la manga un temita coral, y con la misma facilidad te compone un blues, para luego reventarte los tímpanos con unos riffs metaleros de Drácula y muy señor mío.
Toquecillos de blues. Castlevania: Symphony of the Night (1997)
Aquí estamos otra vez, oteando un horizonte que por suerte o por desgracia no llega para los obedientes y siempre esperanzados patapon. Ya son tres entregas comandando a nuestro “ciclópeo” ejército, convirtiendo así cada batalla en una juerga gitana por la supervivencia del mejor equipado (y del más hábil).
Regocijaos cual hatapon andante porque este nuevo Patapon llega con todas las virtudes de los anteriores eliminando al mismo tiempo algunos de sus lastres (que ya de por sí eran pocos). Si añadimos varios modos de juego y una más que notoria mejora del apartado online al vistosísimo apartado gráfico, entre otras virtudes, me atrevo a aventurar que estamos frente a uno de los probables “últimos grandes” de nuestra añeja PSP.
Un lanzamiento más. Un nuevo blockbuster. Otro gran éxito. Ventas, éxito de crítica, un bombazo entre el público. Y luego al reciclaje. En estos tiempos en los que todo está visto, ésta industria a veces mágica, otras veces desechable y casi siempre mercenaria y sórdida como ella sola, ni siquiera manda a algunas “obras maestras” a una bien merecida basura, dejándolos en cambio en un limbo de muñecas rotas y GOTYs de quita y pon.
Disegnodacoloraremondo.com quiere ser tu portal favorito donde dar rienda suelta a tu amor por los colores, ofreciéndote una amplia y…