Retroanálisis: Art Alive!
De vez en cuando salen juegos para las consolas que no son tales, como por ejemplo los RPG Maker para la Super Nintendo y PlayStation o el Mario Paint, un programa de dibujo bastante «apañao» para el cerebro de la bestia que incluía su ratón y todo. Pues resulta que el Mario Paint tiene un antecesor en la Mega Drive, un «juego» llamado Art Alive!.
Si los datos de lanzamiento son correctos, Art Alive! se lanzó a principios de 1991, y el Mario Paint a mediados de 1992. Parece que SEGA se adelantó a Nintendo. Como veremos más adelante, esta no fue sino uno más de sus innumerables gambazos de la industria del videojuego.
Primero de todo, admiren esta pantalla de título (que tarda un par de minutos en dibujarse, dado que la intro consiste en la máquina dibujando sobre un fondo en blanco y negro esta antalla). Admiren sus brillantes colores. Si me dicen que para esta imagen no se usaron varias estaciones Silicon Graphics no me lo creo. En serio. No es ironía. Vaya, el detector de ironía ha vuelto a explotar. A vér como se lo cuento a Jimmy…
Humor de alto standing aparte, no: no nos hemos equivocado, no se trata de un juego de la Atari 2600 ni de una Master System rota, sino de toda una señora consola de 16 bit. Pero no nos paremos aquí, veamos algo más sobre este juego.
Este es el panel de herramientas del programa. Pero hay algo que nos llama la atención, y es el número de colores, nada menos que 16 colores, que en realidad son 8 con dos tonalidades cada uno. No es se espera que la Mega Drive sea capaz de hacer funcionar el Adobe Photoshop CS4, pero creemos sinceramente que en una máquina capaz de mostrar 64 colores (128 en algunos juegos, como el Ranger X) esto es un soberano cachondeo. Pero eso no es todo: ¡¡ENCIMA UNO ESTÁ REPETIDO!! Eso sí, puedes rotar la paleta para cambiar esos 16 colores en otros distintos, dentro de los ajustes que el juego permite. Cosa fina.
Pero ahí no acaba la cosa: disponemos de 8 herramientas, a cada cual más estupenda. Conviene que las veamos una por una:
- La flecha: Una maravilla de la técnica que consiste en un pincel que se maneja con controles relativos. Es decir, con un botón para avanzar y los lados para girar, como si de un coche se tratase. Supongo que pensarían que era una forma de sobrellevar el hecho de que el juego no traiga ni tanga soporte para ratón.
- Línea: No es que esté mal hecha, pero curiosamente se dibuja una vez definamos los dos puntos, por lo que no sabemos cuánto tapará si elegimos un grosor de trazo que no sea el primero.
- Círculo parpadeante: Funcionar funciona… con el mismo pero que la línea. Además tiende a parpadear, por lo cual es insufrible.
- Rectángulo: Ídem del anterior. Encima tiene una extraña rebaba redondeada en los picos.
- El lápiz: A nadie se le ha ocurrido que un pad convencional tiene sólo 8 direcciones, por lo que tus dibujos saldrán más tiesos que la puntilla del almanaque. Además alguien tuvo la ocurrencia de que el botón A sirva para empezar a pintar y se deba pulsar de nuevo para cortar, sin que tengamos otra alternativa. Mentes pensantes.
- La goma etrusca: Igual que el lápiz pero sólo pinta en blanco, y con un tamaño grotesco. Encima tiene forma cuadrada, por lo que te las verás frescas para hacer algo decente con ella.
- La lata de pintura: Sirve para llenar formas. Pero ojo, no de una forma cualquiera, sino de la más lenta y desesperante que el poder del Motorola 68000 pueda proporcionar. Ideal si no tienes ninguna prisa.
- Spray: Al menos funciona mejor que el del paint, ya que las partículas se quedan diseminadas aleatoriamente. Aunque para que no sea útil han decidido que no se pueda controlar la cantidad de pintura que echa.
Y esos seis botones tan maravillosos que hay a la derecha de las herramientas son las pegatinas y los fondos.
Las pegatinas que vienen en el juego son bastante monas, con el pequeño inconveniente de que si has tenido la osadía de cambiar la paleta de colores del juego, se verán de esta guisa: completamente extraterrestres. Lo único bueno es que incluye a Sonic, ToeJam, Earl, la nave de éstos y algunos más. Ninguno interesante, de todos modos.
Además de las pegatinas tenemos dos o tres animadas, que son versiones de las anteriormente dichas pero que se mueven. Eso sí, no te vayas a creer que puedes poner la pantalla llena de cosas, sólo se puede poner una y encima sustituye al puntero, por lo que mientras el cacharro deambula no puedes hacer nada más.
Este es el maravilloso editor de animaciones, el cual permite la friolera de cuatro marcos de tamaño fijo. Pueden ustedes apreciar el arte del perro explosivo en la imagen.
También hay un número determinado de fondos, que son nada menos que seis fondos, seis, como los toros en las corridas. Seis toros en una corrida está bien, pero seis fondos en un cartucho tan trasto como éste es una de las formas que tiene SEGA de reirse de sus fans. Al menos hay que decir en su favor que no estan mal, aunque uno de ellos es la pantalla de título, en la que no se puede hacer gran cosa. Siente el poder del megabit que ocupa el juego (128KB para los no iniciados), nena.
En este intento de dedicatoria a esta web no se ha empleado la más potente de las herramientas del juego: La de poner letras. El mando de la Mega Drive no es que tenga muchas, así que lógicamente habrá que idear un sistema para irlas cambiando, que no es otro que hacerlo una a una sin posibilidad de volver atrás. La dificultad de poder retroceder en el abecedario era demasiado compleja para un sistema de principios de los 90.
Pero sin duda el mejor detalle del juego y con el que SEGA debe estar pasándoselo mejor es que… no hay posibilidad de salvar nuestro trabajo. Como mucho y tal como nos detalla el manual, podemos conectar la consola a un grabador de vídeo para inmortalizar nuestros chorizos, dignos de admiración de madres y abuelas.
Del sonido no hay mucho que decir, los botones hacen siempre el mismo ruidito, parecido al de un muelle, y en la pantalla de título suena una musiquita que podría provenir perfectamente de un ENIAC, la misma que suena cuando estamos pintando con el lápiz.
Servidor ha estado tentado de negarse a puntuar el mayor engendro que ha dado la historia de la Mega Drive, pero al final he aquí un cuadro de puntuaciones. Tentación de poner un 0 redondo no ha faltado, pero por pena y porque sale Sonic, ToeJam y Earl le hemos puesto un 1.
NOTA: En efecto, este artículo está inspirado (por no decir vilmente fusilado) en la sección «El Basurero» del número 22 de la revista MegaSega, la segunda más graciosa que he visto en mi vida. Un día de estos habrá que ponerla.
Deja tu huella
Crea tu avatar