Aquellos salones recreativos
Me gustaría concluir la pequeña trilogía de artículos retro que he escrito en esta página con una nostálgica mirada a unos lugares que ya no existen; los salones recreativos. Seguro que muchos de vosotros pasasteis en algún momento de vuestra vida por ellos para echar una partidita o por simple curiosidad. Os animo a contar vuestras experiencias en ellos, aquí van las mías.
A mi modo de ver, y al menos en mi ciudad (Burgos), estos lugares pasaron por tres etapas cronológicamente bien diferenciadas:
1ª Etapa
En primer lugar, a mediados y finales de los 80, los -pocos- salones recreativos que existían eran unos lugares mugrientos, oscuros y llenos de humo a los que daba incluso miedo entrar. Pocas veces osé meterme en una sala en esa época, ya fuera porque la mayor parte del espacio se lo repartían las mesas de pinball y los futbolines (y a mí lo que me gustaban eran las ‘maquinitas de comecocos’), o porque yo aún era un enano y casi toda la gente que pululaba por allí me parecía que tenían pinta de macarras peligrosos…
Desde luego que los parroquianos de la época asustaban al más pintado.
El caso es que la mayor parte de partidas a máquinas arcade de entonces las jugué fuera de esos lugares, preferentemente en alguna máquina instalada en algún bar del barrio o del pueblo. De esta época recuerdo especialmente Empire City 1931 -creo que esta fue la primera recreativa que toqué-, Out run, 1942, Tetris, After Burner, Double dragon, Ghouls´n ghosts, Golden axe, Toki, Pang, Final fight y otras muchas de las que no recuerdo el nombre. Lo que más llamaba la atención a los imberbes mocosos de entonces (entre los que me incluía) eran dos cosas que nunca podríamos tener en nuestras consolas caseras; los espectaculares gráficos de estas recreativas y los accesorios que muchas de ellas incluían, como volantes, palancas y la impresionante ametralladora de Operation Wolf ¡y todo por 25 pelas la partida!
2ª Etapa
Tras esta primera época digamos, un tanto ‘marginal’ –ya que los locales eran escasos y poco concurridos por la chavalería-, vino la que pienso fue la era dorada de los salones recreativos, y que va de finales de los 80 a mediados de los 90.
El elemento diferenciador que hizo que se abrieran -y se llenaran- muchos de estos salones fue el aumento de popularidad de los videojuegos. Estos ya no eran un pasatiempo extraño de unos pocos ‘frikis de la maquinitas’, sino que ya casi todo el mundo tenía una NES, una Mega Drive, una Super Nintendo o un PC en casa. También comenzaron a aparecer revistas especializadas, programas de TV e incluso alguna película basada en videojuegos (la muy olvidable Super Mario bros.).
El caso y, volviendo al tema que nos ocupa, es que las recreativas se hicieron mucho más populares. Se vaciaron de pinballs, futbolines y quinquis, y se llenaron de las últimas joyas electrónicas programadas en Japón y de un torrente de adolescentes con los bolsillos llenos de monedas (que duraban un suspiro). Hasta parecía que había más luz. En esta época se consolidaron casi todas las leyendas y figuras clásicas de los salones recreativos: estaban los gorrones que iban mendigando una última moneda, los ‘cracks’ que se ofrecían a ayudarte a pasarte una fase o enemigo final y a los que era imposible vencer en los juegos de lucha, los vacilones que la tomaban con el pobre encargado del establecimiento, los mirones siempre detrás tuyo y sin parar de dar consejos o hacerte notar lo mal que lo estabas haciendo…
La lista de juegos que podían verse por entonces en los salones recreativos era simplemente espectacular; The Simpsons, Snow bros., Golden axe: the revenge of Death Adder, Captain commando, Gun force, U.N. squadron, Vendetta, Puzzle bobble, Three wonders, World rally championship, Biomechanical toy -estos dos últimos programados en España-, Street hoop, D&D: tower of doom, Sunset riders, The punisher, X-men: children of the atom, Alien vs. Predator… aunque por alguna razón mis preferidos siempre fueron Alien storm, Blood bros. y Sengoku 2.
¡Cuánto daño hizo el sprite de Morrigan!
De todas formas, los reyes de la época eran los juegos de lucha, gracias a un tal Street fighter 2 y sus múltiples secuelas y ‘crossovers’. Sin duda se trata de uno de los títulos más jugados de la historia, y no había salón recreativo que no tuviera su correspondiente cajón con este cartucho -incluso existían versiones piratas con Ryu pudiendo lanzar infinidad de hadouken simultáneos o Dhalsim volviéndose invisible-. En definitiva, un clásico, que además fomentó una gran rivalidad entre Capcom y otras compañías por sacar juegos de este estilo cada vez mejores, destacando las sagas Fatal fury, Samurai shodown, Mortal kombat y King of fighters como grandes rivales.
3ª Etapa
Tras la anterior etapa gloriosa, entramos en unos años en los que poco a poco comenzó el declive de los salones recreativos. A mediados de los 90, estos lugares de ocio tenían poco que ver con sus ancestros de hace unos años: eran salones amplios, bien iluminados, con infinidad de máquinas último modelo… ¡si incluso había chicas! Aunque lo de ligar con ellas ya era otra historia.
Pero lamentablemente el negocio lo había invadido todo, y lo que antes eran maquinitas pensadas para sacar unas monedas a los chavales más viciados, fueron sustituidas por armarios gigantes que simulaban coches, motos e incluso pistas de baile, con idea de que toda la familia se gastase los cuartos en ellas. Lo malo es que con el cambio, las partidas pasaron de costar 25 ptas. a 100 ptas. -o más, y no digamos cuando se pasó al euro- por unos breves instantes de diversión, y eso era demasiado para las frágiles economías de los jugones de la época, con lo que poco a poco estos salones se fueron quedando desiertos. Y creo que lo de enganchar a las familias tampoco funcionó (eso se lo dejamos mejor a la Wii).
Otro elemento que acabó por darles la puntilla fue que en esos años aparecieron consolas (Playstation, Nintendo 64, Saturn) y ordenadores personales cada vez más potentes, con lo que la tradicional diferencia tecnológica entre juegos arcade y juegos domésticos quedó reducida a su mínima expresión. Todo lo anterior repercutió muy negativamente en los salones recreativos, hasta que uno tras otro tuvieron que echar el cierre a principios del siglo XXI.
No obstante, no todo iba a ser malo, y de esa época nos quedaron grandes juegos como Sega rally, Virtua cop, Tekken, Time crisis, Daytona USA, The house of the dead, y sobre todo la saga Metal slug, que aguantaba la invasión de juegos poligonales de la época a base de calidad, humor y diversión sin tregua. Sin duda mi juego favorito de esos años, y una de las pocas razones para visitar los antaño abarrotados salones recreativos (aunque era difícil encontrarlo, ya que solía estar arrinconado en la misma apartada esquina que ponían a todas las máquinas más antiguas).
Y esta es mi visión retrospectiva de los salones recreativos, unos lugares en los que pasé innumerables tardes de diversión disfrutando de mi pasatiempo favorito, los videojuegos. Recuerdo también alguna anécdota simpática, como hacer pellas con algún compañero de clase para jugar una partidita, o pasarme toda la semana recolectando monedas de 25 ptas. para luego gastarlas el viernes en la recreativa en un santiamén, o ver con asombro como unos treintañeros flipados se picaron con una máquina (no recuerdo el juego, creo que era de disparos tipo Commando o Guerrilla war) y no pararon de echar monedas hasta que se gastaron unas 1.000 pelas de entonces por barba, mientras sus respectivas novias los miraban con cara de querer matarlos allí mismo…
En fin, que las recreativas fueron un sitio mágico para los chavales de la época, y aunque ahora se puede disfrutar de esos juegos gracias a geniales emuladores como MAME tranquilamente en casa y sin meter por la ranura moneda tras moneda, a veces echo de menos ese ambientillo que había en estos lugares, con su ruido de fondo tan característico, el olor a tabaco que te inundaba nada más entrar, descubrir con la boca abierta las últimas novedades… ¡si hasta creo que echo de menos a los mirones!
Por último, señalar que aunque en España ya casi no queden salones recreativos, en otros países como Japón siguen dando guerra, y como muestra un botón:
Estos japoneses siempre tan ordenaditos.
Con tanta ‘X’ por fuera seguro que el juego de dentro es bueno.
¡Esta viene con coche real y todo!
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