Análisis de Zelda: Phantom Hourglass
Link debutó en Nintendo DS con The Legend of Zelda: Phantom Hourglass, un juego que recuperó la estética y varios elementos jugables del laureado The Wind Waker, que salió en Game Cube en 2003; pero que también supuso una ruptura importante en la saga, especialmente por su control, que requiere únicamente el uso del stylus.
La principal novedad que The Wind Waker aportó a la saga, al margen de su novedoso aspecto gráfico, fue la posibilidad de navegar libremente con nuestro navío por un extenso mar lleno de islas, la mayoría muy pequeñas, en las que se iba forjando el desarrollo de la trama. Este aspecto va a ser también la base del juego para Nintendo DS, en el que Mascarón Rojo ha sido sustituido por el navío de Linebeck, un pirata de poca monta que nos acompañará casi toda la aventura esperando sacar algún beneficio.
El argumento también es un aspecto en común con The Wind Waker, pues la trama viene iniciándose donde finaliza la del juego de Game Cube, del que se hace un pequeño resumen en la secuencia introductoria de Phantom Hourglass, por los que aquellos que no lo hayan jugado no se perderán en absoluto (además la historia carece de cualquier complejidad). El juego comienza con Link y Tetra surcando los mares en un imponente navío, cuando de repente se cruzan con un fantasmal barco pirata, que Tetra no se resiste a investigar, y que acabará por llevarse a la compañera de Link, dejando a nuestro protagonista a merced de las olas, y llevado por el oleaje a una pequeña isla.
Por supuesto, el objetivo de Link será, como tantas otras veces, viajar para rescatar a la chica de su prisión; dura labor para la que contará con la inestimable colaboración de Ciela, un hada muy maja; y de Linebeck, un pirata de pacotilla que sólo busca sacar beneficio, pero que resulta imprescindible porque es su pequeño barco el que nos permitirá desplazarnos por el amplio océano que contiene las distintas islas en las que se transcurrirá la aventura.
Respecto al desarrollo del juego, si obviamos el novedoso control, del que luego hablaremos, nos encontramos casi con el mismo planteamiento que ha caracterizado a la saga The Legend of Zelda desde su inicio en 1986: Nuestro héroe debe recorrer pequeños pueblos en los que obtener información y objetos de interés, y mazmorras en las que le esperan numerosos enemigos y puzzles, antesala de un jefe final que custodia algún tipo de valioso item que necesitamos para poder acercarnos a nuestro objetivo. La principal novedad en este planteamiento es la que incorporó The Wind Waker, al convertir el mar en el nexo que conecta los distintos lugares, lo que nos obligará a embarcarnos para desplazarnos por las distintas localizaciones, algo que en el juego de Game Cube hacíamos con el joystick, y que ahora resulta tan sencillo como trazar una línea con el stylus en nuestra carta náutica (eso sí, no nos aburriremos porque deberemos estar pendientes de obstáculos que saltar o de enemigos que nos obligarán a hacer buen uso de la artillería de nuestro buque.
De entre las diferentes características del desarrollo, la palma se la llevan sin duda los puzzles, que una vez más vuelven a sorprender por originales, cuidados, y lo que nos harán pensar. Además, contamos con la posibilidad, que no tiene precio, de hacer anotaciones en el propio mapa, con lo que no será necesario ni andar con papel y boli dibujando nuestros croquis para lugares especialmente retorcidos.
El apartado gráfico de Zelda: Phantom Hourglass es impresionante, siendo por el momento uno de los techos técnicos de la Nintendo DS, recordando notablemente al juego de Game Cube pese a la notable diferencia de potencial. La polémica que en su día se formó en torno a Wind Waker por el uso del Cel Shading para dar una apariencia de dibujos animados ha desaparecido ahora totalmente, no sólo porque al final el juego de Game Cube dejó mucho más satisfechos a los usuarios de lo que en principio se podía esperar, y también porque es un estilo que parece encajar perfectamente en la Nintendo DS.
Los personajes no tienen un gran nivel de detalle, pero el modelado es muy bueno y, sobre todo, gozan de unas animaciones muy suaves y fluidas. Se echa en falta una mayor variedad de enemigos, pero no cabe duda de que los que hay están muy bien hechos, especialmente algunos de los jefes finales, que nos depararán unos combates a dos pantallas realmente espectaculares.
En cuanto a los decorados, aunque la perspectiva es casi siempre cenital, están modelados en 3D, lo cual permite que en ciertos momentos la cámara se mueva sin problemas. Los escenarios están algo vacíos, especialmente si los comparamos con lo de The Wind Waker, pero no cabe duda de que para el nivel de Nintendo DS suponen una verdadera proeza, y este juego nos ofrecerá algunos de los momentos visuales más espectaculares vistos hasta el momento en la portátil de Nintendo.
La banda sonora funde algunas melodías basadas en juegos anteriores, con otras creadas específicamente para este capítulo. En general presenta un nivel muy bueno, y acorde con las distintas situaciones y el estilo del juego. A veces se hace un poco monótona, especialmente en algunas mazmorras, pero la mayoría de las veces arropa la experiencia de un modo agradable. Los efectos sonoros, por su parte, resultan muy efectistas, además de remitir ineludiblemente a la saga por ser ya muy míticos.
El control es uno de los aspectos más significativos de este juego, y su verdadero punto de ruptura con respecto a toda la saga Zelda. No vamos a necesitar ni la cruceta ni los botones de nuestra Nintendo DS (aunque opcionalmente pueden servirnos para cambiar de objeto), ya que todo se hace a través del stylus y la pantalla táctil, una propuesta arriesgada que generó bastantes dudas cuando se dio a conocer, pero que una vez la experimentamos, demuestra funcionar con mucha eficiencia. Si marcamos un punto, Link corre hacia él, como en los juegos de ordenador tipo Diablo, y si lo hacemos sobre un enemigo, nuestro personaje intentará golpearlo; un sistema muy cómodo y sencillo pero que por su exceso de simplicidad puede terminar por hacerse algo monótono, aunque algunas técnicas especiales y el resto de nuestro inventario lo evitan en buena medida, ya que según vayamos consiguiendo nuevas armas y objetos, tendremos que realizar movimientos variados, desde marcar un punto al que tirar una flecha a dibujar la trayectoria de nuestro boomerang, pasando por el círculo que nos permita hacer el tradicional ataque giratorio.
En el mar, el control es mucho más simple: trazamos la ruta en nuestra carta náutica y nos dejamos llevar, mientras que marcamos con stylus a todo lo que se mueva para barrerlo a cañonazos, o hacemos saltar nuestro buque para esquivar obstáculos.
La extrema facilidad del control, unida al buen equilibrio existente entre los combates, la exploración y los puzzles, que siempre ha caracterizado a la saga Zelda, dan como resultado una jugabilidad altísima, que ayuda muchísimo a que la experiencia enganche al jugador.
Pero así como la mayor simpleza en el control gustará a casi cualquier jugador, nos encontramos también una mayor simpleza en el propio juego, algo que, si bien resulta estupendo para los jugadores menos veteranos o aquellos que se quieran iniciar en la saga, puede decepcionar un poco a los más expertos, que se pasearán en general sin muchas dificultades por una aventura que. Además de carecer de la complejidad de otros Zelda, resulta un poco fácil.
Lo anterior no quiere decir absoluto que estemos ante un juego decepcionante, no cabe de que Zelda: Phantom Hourglass es un grandísimo juego y uno de los mejores del catálogo de Nintendo DS, pero el nivel de exigencia con esta saga es muy alto, y puede que le pase algo de factura. En todo caso, aunque algunas partes de la aventura resulten un poco tediosas (especialmente una mazmorra en la que tendremos que repetir las mismas cosas una y otra vez), aspectos como los magistrales puzzles, que si se encuentran al nivel de los mejores de la saga, los fantásticos combates con los jefes finales o lo agradable que resulta navegar, hacen de este juego una experiencia verdaderamente maravillosa, que todo usuario de DS debería probar.
Finalmente, añadir que el juego tiene un curioso modo multijugador, una especie de “los gatos y el ratón”, en el que un jugador guiará a Link, mientras que el otro controla a las armaduras que deben detenerlo. No está mal y puede alargar la vida del juego, pero está lejos de la experiencia que suponía Four Swords para Game Boy Advance.
En conclusión, The Legend of Zelda: Phantom Hourglass es uno de los mejores juegos que han aparecido por el momento para Nintendo DS, y un exponente más que digno de la mítica saga de Nintendo. Se le pueden achacar algunos aspectos, como los combates demasiado simples, un argumento que apenas atrapa o lo anodinas que resultan algunas partes de su desarrollo; pero en conjunto prevalece una experiencia ágil y divertida, con la virtud de atrapar a nuevos jugadores sin olvidar la esencia de la saga y manteniendo intactas muchas de sus señas de identidad.
LO MEJOR
+ Puzzles muy bien concebidos y divertidos de superar.
+ Atravesar el océano es una delicia.
+ El innovador control ha demostrado que funciona muy bien.
+ El apartado gráfico es de lo mejor visto en DS.
LO PEOR
– Resulta bastante fácil.
– Su duración no es especialmente larga.
– El argumento es muy superficial.
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