Análisis de System Shock 2
Diario de bitácora, año 2114, me encuentro en la nave espacial militar Rickenbacker, acoplada a la nave experimental Von Braun en misión de reconocimiento. La misión: jugar a System Shock 2, uno de los juegos presente en prácticamente todas las listas de los mejores juegos de la historia. Considerado el padre de Bioshock, este juego creado por Irrational Games fue lanzado en 1999, solamente un año después del gran Half-Life, lo que hizo que pasara desapercibido en la niebla de los tiempos videojueguiles. System Shock 2 mezcla elementos de shooter en primera persona con rol, además de contar con una historia muy elaborada en la que SHODAN tiene un papel dominante, una IA considerada por muchos como la predecesora de GlaDos. Con estos referentes, ¿qué puede salir mal?
Día 1
He intentado arrancar el juego en la computadora de la nave, pero al ser tan antiguo he tenido que rebuscar parches de compatibilidad para poder jugarlo en condiciones. Por fin, consigo arrancar el juego. Elijo la dificultad normal, después de todo soy un marine espacial preparado para estos retos. Tras unos ligeros tutoriales comienzo a ver el potencial del título: hay uso de armas, hackeo, poderes psíquicos… cada una de las disciplinas permite avanzar de una manera distinta. Si quiero, puedo abrirme paso a tiros o bien ir pirateando la seguridad para pasar desapercibido. La verdad, es algo impresionante para un shooter de hace más de una década. Los gráficos son un poco toscos, pero corren sin problemas en mi Pentium 9000 de coma flotante.
Día 2
Comienza la historia. Tras una larga siesta en hibernación, mi protagonista amnésico descubre que la sencilla misión de escolta que tenía se ha convertido en un infierno. La nave Von Braun ha sido infectada por un virus desconocido, y los pasajeros vagan como zombies por los pasillos. Encuentro una llave inglesa y comienzo a atizar a los primeros zombies, que caen tras dos o tres golpes. Mi brazo es muy lento y hay que coordinar muy bien los ataques. Tras una esquina, encuentro una cámara de seguridad que me busca incesantemente. Intento hackear la terminal que la controla, pero un mensaje me dice que no tengo la habilidad suficiente. Bueno, ya la conseguiré más adelante. Intento golpearla con la palanca pero no llego hasta su posición. Pruebo a escurrirme bajo ella pero me ve y da la alarma. Durante 120 eternos segundos, los zombies aparecen teletransportados de la NADA y me atacan una y otra vez, uno tras otro. Da igual donde me esconda, siempre me encuentran, vienen directos a mí como una flecha. Esto es un poco tramposo, el respawn de enemigos no pega ni con cola en este tipo de ambientación. Voy a necesitar un arma. Y pronto.
Día 3
Encuentro una pistola, menos mal. Ahora todo debería ser más fácil. Un zombie me ataca y gasto mis seis balas en matarlo. No me quedan más balas. Busco en los cajones, los cuerpos, las estanterías… pero no encuentro más munición. Me doy de bruces con una máquina expendedora que tiene munición a la venta. Intento comprarla pero me dice que necesito más Nanitos, la moneda de cambio oficial del juego. Busco otra vez en cajones, cuerpos, estanterías… reúno nanitos suficientes para comprar 10 balas más. Tras matar a dos zombies, vuelvo a encontrarme con el mismo problema pero soy más pobre. Esto es injusto. En fin, quizá es que con los años me he acostumbrado a los cargadores infinitos de los juegos actuales. Sigamos a ver.
Día 4
He encontrado nuevos tipos de zombie, esta vez lo suficientemente inteligentes para apuntarme con una escopeta. Como no tengo balas, me acerco a ellos mientras me disparan. NUNCA fallan. Da igual que salte, que esquive, siempre me aciertan de lleno. Muchas veces para cuando llego donde ellos y me dispongo a atizarles ya estoy muerto. Menos mal que el juego contempla la posibilidad de activar cabinas de regeneración, que te permiten seguir la partida sin tener que volver a cargar un salvado anterior. Pero un momento, la máquina consume 10 Nanitos en cada regeneración. Y diez míseras balas cuestan 30 Nanitos. No tengo suficiente dinero para todo, maldita sea.
Tras cargar partida varias veces he conseguido acabar con el primer zombie escopetero, y procedo a registrar su cuerpo. Encuentro una escopeta, maravilloso. Sin embargo, está estropeada, ya que las armas se rompen si no se reparan a menudo. No puedo usar la maldita escopeta pero tengo que cargar con ella, esto es un horror. El juego me dice que no tengo suficiente habilidad para reparar nada, así que uso una cabina de mejora y subo mi habilidad de reparación para poder blandir el arma. Cuando intento equipármela, el juego me contesta que no tengo habilidad suficiente en el apartado de armas. Me tiene que estar tomando el pelo… vuelvo a la máquina pero no puedo permitirme comprar la mejora, así que allí voy, sin balas para mi pistola, con la escopeta que no puedo utilizar, abriéndome paso a palancazos como al principio del juego. Esto se está poniendo muy difícil.
Día 5
Por fin he reunido los módulos suficientes para blandir la escopeta. Me la equipo, logro comprar un poco de munición, me acerco a un zombie y disparo dos veces. El bicho muere como un bellaco, esto va a mejor. Se acerca otro zombie, le disparo a bocajarro… y el arma no responde. Muero como un perro. Al examinar el inventario descubro que el arma ha vuelto a romperse después de tres malditos tiros. ¡Tres tiros! ¡En serio! ¿Cómo fabrican las armas en el futuro? Resulta que, además de las reparaciones, tengo que comprar kits de mantenimiento para mejorar el estado del arma y no se vuelva a romper. Logro comprar uno y subo el estado de mi escopeta a “bueno”. Espero que no haya más problemas a partir de ahora.
Encuentro un nuevo tipo de enemigo: un robot que se acerca a mí y explota. Le disparo cinco veces con la escopeta y su vida apenas baja. El robot me saluda antes de inmolarse y exploto con él, muriendo de nuevo. ¿Qué ha pasado? Resulta que la escopeta tiene varios tipos de munición, una para humanos, otra para robots y otra estándar. Si usas la munición no adecuada el arma pierde efectividad. Tiene que estar de broma, esto es una locura. Compro munición anti-blindaje y mato al robot. No tengo dinero para botiquines ni más balas, así que mato a los zombies a palancazos, como al principio del juego. Esta partida está acabando conmigo.
Día 6

Empiezo a tener problemas de espacio. Mi obsesión por coger cualquier tipo de munición o arma ante la escasez de medios de defensa pasa factura a las casillas de mi inventario, que ofrecen ranuras limitadas. Las armas se rompen constantemente y no tengo dinero para repararlas por completo, por lo que cada combate es una lotería en la que rezo porque no se me atasque el arma. Estoy muy asustado. He descubierto que si recoges tejido del enemigo puedes investigar sus debilidades, así que cojo un trozo de carne de zombie y lo coloco en la casilla de investigación del inventario. Al de unos segundos, un mensaje aparece en pantalla: “elemento químico necesario para seguir la investigación”. Resulta que durante la partida se pueden encontrar unas escasísimas salas llenas de productos químicos, más de una decena de variantes que ocupan espacio en el inventario y que tienes que llevar encima para usarlos en el momento en el que la investigación lo necesite. Vuelvo sobre mis pasos diez minutos para entrar en la sala de químicos que dejé atrás. Busco en todas las estanterías… y hay de todo menos del elemento químico que necesito. Decido tirar un arma para almacenar tejidos, pensando que encontraré el elemento necesario más adelante y que me facilitará la lucha contra los zombies. Gran error.
Día 7
Entro en una sala y me encuentro con un huevo gigante pegado a la pared. Al pasar junto a él, libera a unos pequeños gusanos que me persiguen. Nada del otro mundo, comparado con las criaturas con las que me he encontrado, pienso yo. Uno de ellos me ataca y me quita un punto de vida, casi me río de ello. Pero de repente, un mensaje ha sonado en mis oídos: “infección biológica”. Estoy infectado con un virus. Me quita varios puntos de vida cada pocos segundos, uso mis botiquines pero nada lo alivia. Resulta que necesito un vial anti-toxinas. Registro cada cajón, cuerpo y estantería de nuevo y no encuentro nada. NADA. Vuelvo a morir como un perro. Estoy perdiendo la cabeza jijiji, este juego está acabando con mi salud mental. Todo te mata, todo. Ante el imprevisto, comienzo a almacenar todo tipo de viales en mi inventario: anti-toxinas, anti-radiación, botiquines, potenciadores psíquicos… pero no tengo sitio. No tengo un maldito sitio, con llevar cuatro armas (mi querida palanca, la pistola, la escopeta y el lanzador psíquico) y sus respectivas municiones NO HAY ESPACIO HUMANO PARA TODO.
Al usar el inventario no se pausa el juego, lo que significa que si te infectas en mitad de un combate, si quieres usar un determinado botiquín, o si quieres reparar tu arma recién estropeada, lo tienes que hacer mientras los bichos te muerden las orejas. Cada combate es una angustia, cada ruido en un pasillo despierta EL TERROR dentro de mí.
Día 8
La nave es un laberinto. Cada nivel tiene varios escenarios conectados por puertas en las que hay pantalla de carga, y el mapa solamente te permite ver el área en la que estás actualmente. SHODAN me pide que vaya a la cubierta superior y active algo. Tarea sencilla, ¿verdad? Abro el mapa y no me indica dónde ir. No pasa nada, lo haré como en los viejos tiempos, me orientaré por las señales. Nada me indica dónde está la cubierta superior. Me pierdo durante eternos minutos dando vueltas por los miles de pasillos y puertas de la nave. Por fin, encuentro una puerta cerrada por un código. No tengo el código. Resulta que tenía que haber registrado un cadáver que estaba a 20 minutos de ahí. Tras registrar TODOS los cuerpos del nivel, encuentro al tipo debajo de una mesa. Me da el código. Vuelvo a la puerta y la abro… para encontrarme con un almacén, nada de cubiertas superiores. En el almacén cojo una tarjeta de seguridad y por fin, señalada con una pequeña flecha borrosa del suelo, encuentro la puerta que me lleva a su objetivo.
En la siguiente sala encuentro un cerebro flotante que me dispara bolas de energía letales. Lo mato con las pocas granadas que me quedan. Cuando me voy a marchar, el cerebro flotante RESUCITA DE LA NADA y me mata disparándome por la espalda y dándome un susto enorme. Cargo la partida y vuelvo, da igual cuantas veces lo mate que vuelve a resucitar. Intento avanzar sin eliminarlo… pero resulta que necesito fulminarlo para avanzar, ya que ha creado una barrera psíquica impenetrable en una de las puertas. Jijijiji turururu. Me rindo y leo una guía del juego, que me dice que tengo que entrar en otra habitación y matar a un pequeño cerebro interconectado al grande para impedir que se regener…. Bah, ya no intento encontrarle el sentido. Estoy empezando a odiar a este juego. Mato todo lo que encuentro y por fin puedo avanzar. No tengo balas para nada, mis armas están en condiciones pésimas, así que me vuelvo a abrir paso a palancazos, como al principio del juego…. otra vez.
Día 9
Cada paso que doy es una tortura. No tengo balas, no tengo botiquines, no tengo dinero, no tengo habilidad para hackear nada, no tengo módulos suficientes para comprar más que migajas. Empiezan a salir los bichos gordos. Uso mis últimas granadas con ellos. El lanzagranadas se avería cada cuatro o cinco tiros. Consigo subir mi habilidad de armas al máximo y puedo empezar a usar el rifle de asalto que llevo conmigo desde hace 5 malditos niveles, ocupando valioso espacio en mi inventario. Pero no tengo balas más que para un cargador. SHODAN me manda constantemente volver sobre mis pasos para hacer tareas estúpidas. Tengo que registrar cada palmo del juego si no quiero dejarme tarjetas o llaves importantes, y para eso tengo que despejar las zonas de enemigos, pero no tengo balas. Los enemigos me matan, me regenero, pierdo dinero en cada regeneración, por lo que no puedo gastarlo. Esto es el infierno, EL MALDITO INFIERNO. Si hace falta, voy a reventar a palancazos a los zombies, a los gusanos, a los robots, a las bestias, a SHODAN y a las cabezas de los programadores de este juego. Por favor que se acabe ya, por qué lo elegiría para hacer un análisis… algo bueno tiene que tener.
Veo una araña que me ataca, y de la frustración que me come por dentro, saco mi lanzagranadas y le estampo una granada incendiaria en los morros. Muere, maldita perra virtual. Un momento… ¡está viva! Y encima me ha infectado con otro virus. Le lanzo tres granadas más y muere por fin. ¿¿Qué maldito juego es este?? ¿¿Cómo puede una mísera araña aguantar el impacto directo de cuatro granadas que desatan un INFIERNO DE FUEGO?? Para comprobar que el arma funciona bien, me disparo a los pies. Muero a la primera. Así es este juego. Cinco disparos de escopeta a bocajarro para acabar con la siguiente araña, que no me llega ni a las rodillas. SEIS disparos del arma que lanza enormes bolas verdes de energía para acabar con la siguiente. Ya no me queda nada. NADA. Y vienen bichos gordos.
Odio este juego. Comienzo a ver sombras extrañas en la sala en la que estoy jugando. Vienen a por mí, lo sé. Turururú miau miau número 23 jjijiji…
Día 10
Contra todo pronóstico, llego al último nivel. He intentado ahorrar cada bala para el enfrentamiento final, ya que me encuentro en el corazón de la infección. Último pasillo antes del jefe final… y el juego me lanza tres bestias enormes que vienen directas a por mí, acercándose tanto que no puedo usar las granadas. Mientras tanto, tres cerebros de los que se regeneran flotan encima de mí, disparándome bolas letales. Todo esto mientras corro como un poseso y disparo toda mi munición al jefe final. Gastar munición, correr, abrir inventario, correr, cargar munición o arma nueva, correr, reparar arma, morir, repetir. Tras 12 intentos mato al jefe final. Voy a tomarme un lingotazo de whiskey.
Pero… ¡no era el jefe final! Aún tengo que matar a SHODAN, esa mierda de computadora que me ha mareado durante horas aquí y allí. Con mis últimos esfuerzos, la intento matar pero no puedo. No tengo armas, no hay munición en ningún lado, y esta vez la llave inglesa no sirve. Me rindo.
Salgo al escritorio, abro Google y busco el truco de la invencibilidad y el de la munición infinita. Vuelto a entrar al juego y desato mi ira contra los ninjas robots que encuentro, contra los zombies, contra SHODAN, en una bonita metáfora de lo que este juego supone para mí. He entrado al corazón del software y le he metido una granada por su sagrado trasero. Odio este juego. Es innovador, tiene muchísimos elementos interesantes… pero es un suplicio jugarlo, simplemente porque abarca tantos elementos que es imposible encontrar un equilibrio. Morirás una y otra vez, da igual el camino que sigas. Entiendo que los juegos de terror se basan en la indefensión y la frustración que genera el no tener balas para disparar a todo el mundo, y hay grandes ejemplos que me han cautivado, como el primer Resident Evil, Amnesia, Silent Hill… pero System Shock 2 es una bofetada constante en cada esquina que recorres. Entiendo por qué es un juego de culto, pero hubiera preferido que diese la mitad de la libertad que ofrece, pero mejor planeada. Así, como está, es una locura de aleatoriedad y mala calibración.
Dicen que es uno de los mejores juegos de miedo de la historia, ahora entiendo porqué.
Ahora, si me disculpáis, voy a meterme un tiro.
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