Análisis de Killzone 2

No cabe duda de que estamos en la generación de los shooters en primera persona, y es que a un ritmo imparable están saliendo nuevos exponentes del género, a cada cual mejor. En el caso de este Killzone 2, que la semana próxima llegará a las tiendas en exclusiva para Play Station 3, lo que más destaca es un apartado técnico antológico, posiblemente el mejor que se haya mostrado hasta ahora en la consola de Sony, y que está arropado por múltiples virtudes jugables que hacen de este juego uno de los mejores que nos haya deparado la actual generación.

Antes de nada, hay que señalar que la versión Beta distribuida por Sony todavía estaba incompleta en algunos aspectos, y no hemos podido probar de momento un modo multijugador que seguramente vaya a dar mucho de que hablar. Pero lo que es la Campaña sí que está prácticamente rematada, y a través de un modo offline que nos permite jugar con y contra bots, podemos darnos una idea óptima de cómo va a funcionar cuando batallemos con jugadores de todo el mundo, así que podemos evaluar el juego en su conjunto sin problemas, aunque recordando esa circunstancia.

Hace ya aproximadamente cuatro años que supimos de Killzone 2, y parecía que no iba a llegar nunca, o que sería uno de estos juegos al que sus creadores le dan vueltas y más vueltas porque no les termina de convencer, pero nunca encuentran la solución. Al final podemos decir que tal vez se hayan tirado demasiado tiempo dándole vueltas, pero cualquiera se atreve a comentar algo en contra de ellos cuando parece que han logrado colocar todo en su sitio.

Los responsables son Guerrilla, un grupo relativamente conocido, especialmente por el primer Killzone para Play Station 2, pero que hasta ahora no habían obtenido un reconocimiento masivo de la crítica por ningún título. Después de Killzone 2 seguro que se les mirará de otra manera, y ha quedado claro el porqué Sony les dio tanta confianza.

Killzone 2 nos pone en frente de un terrible enemigo, los Helghast, un Imperio autoritario que huele a nazismo en muchos de los detalles (discurso, arquitectura, simbología, colores, vestuarios), y que son muy, pero que muy malos, como ya antes habíamos podido comprobar en los dos primeros episodios de la saga.

El primer Killzone, lanzado para Play Station 2, nos situaba en el año 2357, en el que se produce el primer gran enfrentamiento entre la ISA (Alianza Estratégica Interplanetaria), de la que nosotros formamos parte; y los Helghast, que en su campaña de expansión tratan de hacerse con el control del planeta Vetka, pero fracasarán por la intervención del capitán Jan Templar y sus tropas, que consigue liberar la capital del planeta.

La historia continuó en Killzone Liberation, para PSP, donde el planeta Vekta seguiría siendo, pese a la liberación de su capital, el campo de batalla de un feroz conflicto, en el que los Helghast trataron de hacerse con el control de varias zonas, además de secuestrar a un grupo de expertos en armamentos del ISA. De nuevo Jan Templar y los suyos habrán de tomar parte en una arriesgada misión, que se saldará con la liberación de los rehenes y con la expulsión de los Helghast de todo el planeta Vekta. Sin embargo, éstos fueron capaces de robar unas cuantas cabezas nucleares que no auguran nada bueno.

Finalmente, en Killzone 2, la misión va a ser de un tipo muy distinto, y es que va a ser la propia ISA la que lance sus fuerzas sobre el Planeta Helghan para tratar de cortar de raíz la amenaza, destruyendo su principal centro de poder y acabando con Scolar Visari, el ambicioso dictador al mando de los Helghast. Jan Templar es ahora comandante de la flota de la ISA, y nosotros asumiremos el papel del Sargento Primera Tomas Sevchencko, uno de los miembros del Pelotón Alpha, una unidad de élite que va a jugar un papel decisivo en esta arriesgada operación de invasión.

En definitiva, nos encontramos ante un argumento absolutamente convencional, que no tiene nada que lo haga novedoso o sorprendente, pero al menos se sobra para meter en faena al jugador. La intensidad que consigue el juego no viene en absoluto de la trama, así que ésta no es más que una excusa para una puesta en escena que es la que se lleva todo el protagonismo. Los personajes tampoco resultan especialmente carismáticos, siendo bastante planos y con unas personalidades muy superficiales desde el primer momento. Eso sí, cuando nos arropen en la batalla (más de una vez vamos a agradecer su ayuda), nos vamos a olvidar de todas esas cosas.

Killzone 2 podrá ser recordado por bastantes de sus virtudes, pero difícilmente algo va a destacar por encima de su abrumador apartado técnico, al que muy probablemente podamos referirnos como el más espectacular que haya tenido un juego de consola hasta la fecha ( y digo de consola porque Crysis en un PC a la última es algo difícil de alcanzar). Pero en comparación con juegos que han destacado tanto como Gears of War 2, Call of Duty 4 o Resistance 2, creo que Killzone 2 está un puntito por encima de todos ellos en lo que a calidad gráfica se refiere.

Antes de enumerar las virtudes de su apartado técnico, que son una pila de ellas, vamos a referirnos a algunos defectos, especialmente en las texturas, que si nos acercamos mucho demuestran no estar todo lo cuidadas que parecen a lo lejos (y nos vamos a pegar a ellas seguido, cada vez que toque cubrirse); también es criticable la falta de variedad en los enemigos, que son casi todos iguales, y algunos saltos en las animaciones que tienen lugar en momentos puntuales. Pero al margen de estos detalles, el resto es una verdadera maravilla.

Los fondos son una cosa fuera de lo común, la profundidad es total, la definición excepcional, el detallismo los hace parecer casi reales, y la particular iluminación (que recuerda bastante a la de Gears of War) le da un toque especial muy atractivo. Además los escenarios son bastante variados, aunque predominan áreas urbanas y zonas industrializadas.

Pero al margen del fabuloso nivel de calidad de los fondos, que se puede apreciar en cada captura, lo mejor es la sensación de movimiento que dan los escenarios. El viento es casi omnipresente, y sabremos fácilmente hacia donde sopla por la gran cantidad de partículas que flotan en el aire; incluso en ocasiones el polvo nos estorbará la visión de una forma tan realista que no dejará de sorprendernos, y no solo por el viento, nuestros pasos y los de los compañeros por la arena, los disparos al suelo o las explosiones también producirán cortinas de polvo o humo que tendremos que esperar que asienten o que se las lleve el viento, pero la sensación es siempre magnífica.

Por si fuera poco, la cantidad de elementos de los escenarios que se ven alterados por disparos y explosiones es altísimo: Una columna puede protegernos de disparos de ametralladora, pero se puede venir abajo ante algo mayor, las paredes saltan en pedazos con la potencia adecuada, y en ocasiones grandes estructuras se precipitan hacia el suelo con una física y un realismo que son para quedarse con la boca abierta.

Otro aspecto digno de reseñar son los personajes, especialmente nuestros compañeros, que están desarrollados con un altísimo grado de detalle y un modelado muy realista, aunque sigue habiendo muchos aspectos en los rostros que evitan un mayor realismo. Los Helghast también están muy bien hechos pero, como ya antes comentamos, son todos prácticamente iguales. Eso sí, sus animaciones son excelentes, y la forma en la que se mueven y reaccionan a nuestros disparos presenta un altísimo grado de realismo.

Dejaremos por fin a un lado los gráficos para hablar del apartado sonoro, del que tendremos algunas prevenciones porque el doblaje de la Beta oficial distribuida por Sony no va a ser el mismo que finalmente tendrá el juego, y seguramente nos suene mucho mejor. También presentaba bastantes problemas con la sincronización de las voces con los movimientos faciales, pero imaginamos que esos problemas estarán arreglados en la versión final que la semana próxima llegará a las tiendas.

De lo que sí podemos hablar sin miedo es de la banda sonora, para mi gusto una de las mejores que haya presentado un juego de este estilo, con composiciones orquestadas de mucha fuerza e intensidad, que realzan la emoción de los mejores momentos del juego. Puede parecerse mucho a otras bandas sonoras de este estilo, pero eso tampoco importa mucho cuando le viene verdaderamente de perlas al juego.

Finalmente, para acabar con el apartado nos debemos referir a los efectos, un aspecto que no suele marcar las diferencias entre un juego y otro y que difícilmente destaca, pero al que sí le prestamos atención cuando no da la talla. En el caso de Killzone 2 esto no sucede, y los efectos de los disparos, explosiones y demás presentan un nivel muy alto.

En lo relativo al control hay bastantes cosas que comentar, y es que Killzone 2 no es el típico shooter que dominamos a los pocos minutos por controlarse igual que otros muchos juegos del mismo género. Guerrilla ha buscado una experiencia más exigente, un control que parece algo pesado, en el que cuesta mucho apuntar a distancia, y en el que la propia vibración del mando nos va a complicar las cosas si jugamos con un Dual Shock. Pero haciendo balance creo que todo esto ha sido un acierto.

Últimamente es bastante habitual en los juegos de este tipo una exagerada cantidad de enemigos, pero resultando fácil apuntar y bastando unos pocos tiros para acabar con ellos se salía adelante. En Killzone 2 la cantidad de enemigos es bastante inferior a lo habitual, pero éstos son bastante resistentes, y por ejemplo acertarles con una ametralladora a media distancia no es tarea fácil. Otra muestra de la mayor resistencia de los enemigos está en la escopeta, que en muchos juegos es letal a corta distancia, aquí pueden no bastar dos tiros a bocajarro para acabar con un Helghast. En el caso del tan deseado rifle francotirador, que en Resistance 2 o en los Call of Duty es tremendamente fácil de manejar, en Killzone 2 es una verdadera prueba de habilidad y reflejos, y es que además de ser complicado enfocar, deberemos tener el mando totalmente quieto o la mirilla temblará, y eso con la vibración es en ocasiones muy complicado; pero lejos de ser un defecto, esta circunstancia me ha parecido de lo más interesante, y sin duda aporta mucho realismo.

También hay alguna que otra arma mucho más devastadora, como una brutal pistola de rayos de munición infinita con la que nos daremos un auténtico paseo, pero que escasea bastante y que echaremos de menos cuando nos la quiten al acabar una fase. El arsenal de Killzone 2 también incluye lanzamisiles, granadas, lanzallamas o el siempre socorrido cuchillo, un elenco de armamento que no resulta muy sorprendente pero que cumple a la perfección.

Respecto a la posibilidad de llevar y cambiar armas, Killzone 2 sólo nos permite equipar un arma principal, y la pistola secundaria la llevaremos siempre. De este modo, es fundamental ir cambiando con cierta frecuencia nuestro equipo para adaptarnos a lo que necesitemos en cada momento, y más de una vez maldeciremos el no haber cogido un arma sobre la que pasamos un momento antes.

A la hora de seguir la aventura no hay ninguna dificultad, y es que por si ya fuera poco con su elevada linealidad, en cualquier momento podemos pulsar arriba en la cruceta y se nos marcará con precisión hacia donde debemos ir para encontrarnos con el siguiente objetivo. De este modo, y como en tantos otros juegos del género, la exploración es casi inútil y el único escollo para avanzar serán los enemigos, pero son un escollo más que considerable.

Y es que estamos ante un juego bastante difícil, aunque al tener cuatro niveles esto no supondrá un problema para nadie. En Soldado (dificultad normal) es un juego exigente, pero en cada muerte iremos aprendiendo como hacerlo mejor la próxima vez, y con algo de habilidad se termina pasando. Otra cosa es el modo Veterano, en el que hay que rendir a tope para tener alguna posibilidad, pero que resulta un reto bastante motivante. Los niveles más fácil y más difícil ni los he probado, pero seguro que podéis haceros a la idea.

La Inteligencia Artificial de los enemigos es digna de elogio. De vez en cuando toman decisiones poco lógicas, pero la mayoría de las veces reaccionan con bastante buen criterio. Se protegen bien, a veces con una paciencia que saca de quicio, se agrupan para atacar y nos flanquean por dos zonas distintas, nos hacen salir a granadas si nos escondemos en alguna esquina… en fin, que parecen tener vida propia y, aunque se nota que hay muchas reacciones aún por pulir, son más “humanos” que en la mayoría de los shooters de última generación.

La duración de la Campaña no es excesiva, y se puede terminar en menos de diez horas, pero aún así poco se le puede criticar, y hubiese sido peor que estuviese alargada artificialmente. En ningún momento aburre, gracias a su intensidad y a la variedad de situaciones que posee, y además los varios niveles de dificultad aportan un reto que da ganas de repetir.

Pero si hay algo que va a evitar que Killzone 2 sea un juego poco rentable es su modo multijugador, y es que, aunque de momento no hayamos podido probar las partidas online, existe la posibilidad de jugar offline contra bots, de forma que se puede hacer uno fácilmente a la idea de cómo va a funcionar el juego en red, que pinta verdaderamente bien. Y es que una de las cosas que más llaman la atención es el sistema de objetivos dinámicos: se acabó lo de jugar toda la partida a lo mismo, en Killzone 2 nos irán cambiando los tipos de las misiones, y podemos estar protegiendo nuestra base y a los pocos segundos tener que dar caza a un miembro concreto del equipo contrario, matar más que los adversarios durante un cierto tiempo, sabotear un objetivo determinado, defender a un miembro especial de nuestro equipo… tareas diversas que aportan un toque de originalidad a las partidas múltiples, y evitan que éstas caigan en una cierta monotonía.

Además, los 8 niveles diferentes son enormes y muy bien realizados, y hasta 32 jugadores podrán tomar parte en las partidas. Es una pena que no haya ningún tipo de modo a pantalla partida, algo que tiende a desaparecer y a lo que muchos aún le sacábamos bastante rendimiento, lástima.

En definitiva, Killzone 2 es otra vuelta de tuerca a un género que últimamente se está sobreexplotando en exceso, pero es una tan buena que son pocos los peros que se le pueden poner. Un verdadero portento en lo técnico, con unos prodigiosos gráficos y que ofrece una experiencia extraordinaria en lo jugable, con un control algo más duro de lo habitual, pero cuya inclusión resulta todo un acierto. Si lo comparamos con Resistance 2, lanzado también por Sony a finales del año pasado, la verdad es que quedan a un nivel muy parecido y, aunque el juego de Insomniac ofrece un mayor nivel de acción, más variedad de enemigos y escenarios más sugerentes (como me gusta ese bosque…); el juego de Guerrilla está unos puntos por encima en la calidad de sus gráficos, presenta enemigos con una IA mucho mayor y una experiencia más exigente pero también más cautivadora. Respecto al multijugador, no podré compararlos en igualdad hasta que la versión final esté en las tiendas, pero las primeras impresiones de Killzone 2 no han podido ser mejores al respecto, con ese atractivo sistema de objetivos cambiantes. En fin, ambos son dos adquisiciones de lo más recomendable para los usuarios de Play Station 3, pero en mi opinión el juego que nos ocupa está un pelín por encima.

LO MEJOR

+ Los gráficos son verdaderamente prodigiosos.
+ El humo, el polvo, la niebla, el viento, la ceniza, el agua… vaya efectos!
+ Banda sonora de lujo.
+ Lo equilibrada que resulta la campaña.
+ Las misiones dinámicas en el multijugador.

LO PEOR

– No hay cooperativo ni ningún modo a pantalla partida.
– No innova demasiado.
– La campaña es tan buena que se hace muy corta.