Análisis de Golden Axe: Beast Rider
SEGA retoma después de muchos años una de sus sagas más emblemáticas, que a finales de los 80 y principios de los 90 causó furor en los arcades y en consolas como Megadrive. La vuelta de Golden Axe conserva ese toque mágico-medieval de sus predecesores, así como también la acción constante, combinándolo con unos gráficos notablemente actualizados y diversas opciones para tratar de darle más variedad y posibilidades. Veamos cómo ha resultado.
Golden Axe: Beast Rider es un juego centrado en pura acción, y vamos a estar peleando la práctica totalidad del tiempo, salvo mínimos parones para activar un interruptor o algo similar con lo que abrirnos paso. Podemos decir que comparte género con los denominados como Hack’n Slash, cuyos más famosos exponentes en los últimos años serían juegos como Heavenly Sword, God of War, Ninja Gaiden o Devil May Cry, aunque cualquiera de ellos presenta más variedad y toques de aventura que el que nos ocupa.
El punto de partida es el ataque de los gregarios de Death Adder, el malo de turno, contra el santuario de un dragón, que resulta capturado y todas las sacerdotisas que lo atendían son asesinadas. En la ofensiva sólo salvará la vida Tyris, que algunos recordaréis porque ya era la chica de los antiguos Golden Axe, y que será la única protagonista del juego. Tras tan dramáticos sucesos, Tyris se lanzará a intentar salvar al dragón cautivo, un objetivo casi imposible para el que necesitará la Golden Axe, un hacha mágica cuyas piezas han quedado dispersas y cuyo poder es el único que daría alguna opción contra el malvado Death Adder.
Las secuencias que nos sorprenden al inicio del juego y en momentos puntuales no están nada mal, aunque rápidamente nos encontramos con que el argumento es algo que pasa a un plano totalmente secundario, y casi nos olvidaremos de cuál era nuestro objetivo tras horas aporreando botones sin parar.
El sistema de control se basa en dos botones, uno para ataque rápido y otro para ataque fuerte, que se completan con la posibilidad de saltar y la de lanzar magias. Además, los botones L y R sirven para esquivar y cubrirse, respectivamente. Se supone que estas últimas acciones las debemos hacer en el momento justo, y además de librarnos del daño, tendremos la oportunidad de realizar un contraataque especialmente poderoso. Para saber si deberemos protegernos o esquivar, una parte del enemigo cambia de color a azul o amarillo unas décimas de segundo, y deberemos pulsar rápidamente. El sistema resulta curioso y atractivo al principio, aunque poco a poco comprobaremos que no tiene demasiado jugo y no está del todo bien logrado, y es una lástima, pues era la única aportación algo novedosa (tampoco demasiado) de un sistema de combate que por lo demás es totalmente estándar.
Otro aspecto destacable es el de las bestias que podemos emplear como montura (por algo el juego se llama Beast Rider), que aportan un poco de variedad en la manera de liquidar a los enemigos, quienes por cierto también pueden cabalgar en las bestias como nos tiren o se nos ocurra bajarnos. En todo caso, será cuestión de estar un par de minutos sobre la misma criatura para que ya no nos quede nada más interesante que verle.
Sobre el apartado gráfico, la verdad es que los primeros minutos, entre secuencias y algún que otro detalle interesante parece aceptable, pero a medida que vamos avanzando en el juego nos daremos cuenta de que era un mero espejismo, y la mediocridad es la nota distintiva. El modelado de personajes es apañado, aunque los enemigos son de muy pocos tipos y se repiten hasta la saciedad, pero las texturas y animaciones dejan mucho que desear, resultando forzadas y repetitivas. De los escenarios pues no lucen mal de todo, pero no se puede esperar menos de un juego a estas alturas; además los decorados están muy vacios, las texturas se copian y pegan con exagerada insistencia, y en general se ve una clara falta de personalidad, pues no hay nada que realmente sorprenda. Además hay las típicas partes que nos bloquean el paso sin que aparentemente haya nada, y esas barreras invisibles a estas alturas cantan en exceso.
Si atendemos al sonido, hay algunas buenas melodías, pero se repiten con tanta insistencia y varían tan poco que cansan con relativa facilidad; además se diluyen bastante en los contantes efectos de sonido, también muy reiterativos pero que resultan aceptables, al igual que las poco frecuentes voces en inglés.
Ya comentamos algunas de las claves del control, simplemente añadir que cómodo e intuitivo sí que resulta, pero es algo lógico teniendo en cuenta su sencillez, y lo de cubrirse y esquivar también resulta mejorable. La dificultad es correcta, pero lo único que cambia en los niveles más difíciles es que los enemigos nos quitan más y los tenemos que golpear un mayor número de veces, por lo que los alicientes de repetir la experiencia con un mayor nivel de dificultad son prácticamente nulos.
El que todo se reduzca a barrer de enemigos una zona para poder abrir el acceso a la siguiente, y así una y otra vez, hace que las aproximadamente seis horas que puede llevar completar el juego se conviertan en una interminable sucesión de peleas sin apenas alicientes que consigan hacer más atractiva la experiencia. Y si una vez terminado el juego nos vamos a los modos extra, lo que encontraremos serán cosas como una arena de combate en el que objetivo es todavía más acabar con todo lo que se nos ponga por delante, labor de la que probablemente ya estaréis hasta el gorro después de haber dado buena cuenta del modo principal.
Un multijugador cooperativo, que era una característica de los míticos episodios arcade, le hubiese ayudado mucho, pues poder despedazar enemigos con un colega, aunque incrementase los ya elevados problemas de cámara, ampliaría notablemente los niveles de diversión. Pero en fin, lo que hay es lo que hay, un juego que toma un nombre consagrado para tratar de actualizarlo a los tiempos que corren, pero que falla en general por la falta de cuidado de su realización, pues parece un juego hecho a correr, con opciones exclusivamente para un jugador y sin online, con un apartado técnico bastante pobre y un desarrollo tan insulso como repetitivo, que puede llegar a entretener un rato, pero que no es rival ni de lejos para otros juegos de este estilo que resultan infinitamente mejores. Lamentablemente, el experimento salió mal.
LO MEJOR
+ Galopar en las bestias.
+ El aspecto de algunos jefes finales.
LO PEOR
– Soso y repetitivo hasta la saciedad.
– Los gráficos son muy discretos.
– Corto y poco rejugable.
– El argumento es totalmente superficial.
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