Análisis de Final Fantasy XII
Tres episodios en NES, tres más en Super Nintendo, otros tres en Play Station y, como no tres también en Play Station 2 (si nos ceñimos a los juegos que siguen la numeración principal). Desde luego, la saga insignia de Square ha sido muy estable desde sus inicios allá por 1986, con una regularidad de lanzamientos asombrosa y manteniendo siempre un alto nivel de calidad. Final Fantasy XII supuso la despedida de la serie en Play Station 2 y un importante giro en la saga al introducir combates en tiempo real, algo que sólo había pasado en el XI, que por sus características de MMORPG se suele dejar un poco de lado al hablar de la evolución de la serie. Veamos cómo resultó este cambio.
La historia de Final Fantasy XII nos sitúa en un mundo fantástico llamado Ivalice, en el que dos enormes reinos, Arcadia y Rozaria, llevan varios años enfrentándose en una interminable y cruenta guerra. Ambos imperios poseen un gran poder, aunque el primero, con unos mayores deseos expansionistas, ha tomado la delantera después de invadir Dalmasca, un pequeño reino neutral estratégicamente situado en el medio de las dos grandes potencias, y cuya invasión podemos ver en la intro del juego. La ocupación además, acaba dramáticamente con la familia real de Dalmasca, pues el príncipe muere en combate, el rey es vilmente asesinado (aparentemente por Basch, uno de sus generales) y, según se cuenta, la princesa Ashe se ha suicidado tras las desgracias acaecidas en su reino.
Dos años después de estos hechos, asumiremos el papel de Vaan, un joven alegre y despreocupado de Rabanasta, la capital de Dalmasca (ahora bajo la ocupación de Arcadia), que se dedica a hacer trabajillos de poca monta y que sueña con ser algún día un pirata del aire y poseer su propia nave. Vaan tiene un especial odio a Arcadia por la muerte dos años antes de su hermano, en extrañas circunstancias y coincidiendo con la invasión de su país.
Sin embargo, una serie de encuentros van a dar un giro radical a la vida de Vaan, pues conocerá a Ashe, la princesa de Dalmasca, cuya muerte nunca se había producido y que formaba parte de la resistencia contra Arcadia; también a Balthier, un misterioso pirata aéreo; y a Basch, el presunto asesino del rey de Dalmasca y tal vez del hermano de Vaan, pero que por diversas razones acabará en nuestro grupo, y poco a poco iremos conociendo la realidad que se esconde tras todos esos hechos, en una larga aventura con una trama compleja y bien vertebrada, aunque va desarrollándose con cuentagotas.
Al margen de lo que es la trama, y si nos centramos ya en aspectos de la concepción del juego, lo más destacado son las batallas, el principal cambio de Final Fantasy XII con respecto a lo que la saga nos tenía acostumbrados. En esta ocasión no cambiamos de escenario al entrar en combate con un enemigo, sino que pelearemos en el mismo lugar en el que realizamos la exploración. Así que nada de combates que surgen aleatoriamente como en los diez primeros juegos de la saga, ahora veremos claramente a nuestros enemigos y podremos ir a por ellos o dar un rodeo, o incluso emprender la retirada si las cosas van mal, para recuperarnos (siempre y cuando no nos hayan perseguido) y volver a resolver lo que dejamos a medias. Pero además el cambio también ha sido muy marcado en la forma de combatir, y es que, aunque el sistema de comandos de juegos anteriores sigue estando a la orden del día, podemos automatizar gran cantidad de elementos con un sistema denominado “gambit”, que nos permitirá incluso ganar batallas sin pulsar ningún botón, si es que hemos hecho una correcta planificación.
Este cambio fue muy ambicioso y los resultados han sido, en mi opinión, altamente satisfactorios. Se ha puesto fin a la pesadez que en los anteriores episodios de la saga resultaba del exceso de combates aleatorios, y el nuevo sistema es mucho más fluido y ágil, pero sin perder un elevado componente estratégico ni renunciar a la complejidad y variedad de técnicas que siempre nos han permitido desplegar los Final Fantasy. Aunque todo sea en tiempo real y los gambit nos permiten automatizar numerosas tareas, seguimos disponiendo de unos menús a la vieja usanza que continúan resultando de gran utilidad, y magias o invocaciones siguen a la orden del día, además de existir unos espectaculares ataques denominados sublimaciones, que sustituyen a los típicos límites y que nos obligarán a pulsar botones a gran velocidad para extender las secuencias, de efectos devastadores e imprescindibles para superar algunos combates, máxime teniendo en cuenta que las invocaciones, pese a ser visualmente tan atractivas como es habitual, poseen una efectividad bastante limitada.
El sistema para mejorar las habilidades de los personajes se asemeja mucho al empleado en Final Fantasy X, con un gran tablero en el que cada cuadrícula representa una habilidad, ya sea ésta una magia, una invocación, una mejora del estatus o la capacidad para usar un tipo concreto de equipamiento. A nosotros nos corresponde la elección de ir primando en un personaje un tipo u otro de características; además, a diferencia de la mayoría de juegos de la saga, apenas hay predisposiciones iniciales en los personajes, y cualquiera de los seis protagonistas podrá ser el mejor mago o el más poderoso guerrero en función de lo que vayamos eligiendo para él.
Aparte del sistema de combate, que supone sin duda la característica más relevante de este juego, debemos comentar por encima un poco de lo que es la exploración o resolución de puzzles, y que a diferencia de las batallas se distingue poco de lo habitual en la saga, lo que no deja de ser la esencia de prácticamente cualquier RPG. Tal vez lo más destacable en este sentido sea el hecho de que apenas hay cortes en los escenarios ya que, si bien hay puntos en los que un fundido en negro permite al juego cargar, la profundidad de los fondos y su nivel de detalle nos dará en todo momento la impresión de que son continuos. Por lo demás, cientos de personas con las que hablar, tiendas en las que comerciar, cristales para guardar la partida y demás ingredientes dignos de cualquier juego de rol que se precie.
Un aspecto que llama la atención desde el primer momento a los más puestos en el género es el notable parecido con Vagrant Story, especialmente en la estética, con un diseño de personajes y escenarios que remite desde el mismo inicio de la aventura al juego de Play Station. No en vano detrás del juego está la mano inconfundible de Yasumi Matsuno, el director de aquel aclamado juego y que ocupó el lugar dejado por Sakaguchi al abandonar Square, siendo el principal responsable de FFXII hasta que, con el juego bastante avanzado, un problema de salud le obligó a abandonar el proyecto (de hecho en los créditos aparece como “historia y concepto”, pese a haber comenzado como director del proyecto.
A nivel técnico estamos ante una obra verdaderamente maravillosa, un juego que lleva el potencial de Play Station 2 a su límite, y que no desentonaría en absoluto en una generación posterior a la que le corresponde. Los gráficos son sencillamente sublimes, combinando un excelente diseño artístico con un espectacular acabado técnico. Los personajes tienen un modelado muy realista y un alto nivel de detalle, se mueven con unas animaciones totalmente fluidas y sus expresiones y gestos faciales, sin necesidad de secuencias, son de lo mejor que se ha podido ver en Play Station 2. También destacan las diversas criaturas que pueblan Ivalice, desde los variados monstruos a los que nos enfrentaremos (muchos de ellos ya viejos conocidos) hasta las criaturas mágicas que podremos invocar, que pese a ser en su mayoría criaturas nuevas, presentan un diseño muy característico en la saga.
En cuanto a los escenarios, también nos podemos tirar un buen rato ensalzando sus virtudes, pues lucen de un modo fabuloso, ya sean parte de una populosa ciudad, un misterioso bosque, un árido desierto o una lúgubre mazmorra. Cada escenario tiene sus propias señas de identidad, y la sensación de vida que proporciona el entorno es verdaderamente digna de mención. A nivel artístico el trabajo también es excelente, aunque tal vez se pueda echar en falta algo más de variedad dentro de un mismo escenario, pues en ocasiones tendremos la impresión de estar pasando de nuevo por sitios que ya habíamos visitado, cuando no es así. En todo caso estamos posiblemente ante el que es, junto a God of War 2, el juego con mejores gráficos de Play Station 2, y aunque tenga algún defecto graves como un popping (generación brusca de los fondos) que a veces resulta exagerado, no se puede menos que alabar a Square por su trabajo.
Del apartado sonoro lo primero que hay que advertir es el cambio de compositor: Nobuo Uematsu, el habitual de la saga, ha dejado paso a Hitoshi Sakimoto, famoso entre otros por su trabajo en Vagrant Story. Con él ha habido un cambio de registro, hacia una música más orquestada, sin la personalidad que imprimía Uematsu, pero que encaja realmente bien con el juego. En este sentido, y un poco como opinión subjetiva, creo que el estilo de Sakimoto encaja mejor que el de Uematsu con la estética del juego y, aunque en general me gusta el segundo, siempre me ha parecido que sus bandas sonoras son algo descompensadas (varios temas geniales pero en conjunto reiterativas y un poco insulsas); respecto a Sakimoto, me parece que sus trabajos son más completos, aunque sin llegar al nivel de otros como Yasunori Mitsuda, Koh Ohtani o Motoi Sakuraba, que para mí están a un nivel por encima. En todo caso esta apreciación es personal, pero lo que considero es que Final Fantasy XII tiene una música que encaja muy bien con su entorno, pero que falla por no destacar y por no dejarnos apenas melodías para el recuerdo, como solía pasar con todos los episodios de la saga. Con todo, la música alcanza fácilmente el sobresaliente.
Respecto al doblaje, por supuesto está en inglés, pero aún así debemos destacar el gran trabajo realizado, que se demuestra en la estupenda sincronización de las voces o las diferencias de acento al hablar que dependen de la zona de la que es el personaje. No todos los diálogos tienen voces, pero sí los más importantes y los que de verdad presentan aspectos decisivos de la trama, algo comprensible en un RPG con tal cantidad de pequeñas conversaciones que podemos entablar con casi cualquier individuo que nos encontremos por las populosas calles. Los efectos sonoros, por su parte, están al elevado nivel del conjunto, siendo realistas, variados y estando perfectamente sincronizados, además de lograr una ambientación todavía mejor en los diferentes lugares.
De los aspectos jugables hay que comenzar diciendo que, pese a que la dificultad es relativamente alta (los jugadores menos expertos van a pasarlo mal) y las variables a las que atender casi inabarcables, estamos ante el Final Fantasy con el control más cómodo y eficaz de toda la saga. Olvidaos de cámaras fijas o ángulos extraños, ahora tenemos control total; olvidaos de estar pensando en un puzzle y que os salgan combates aleatorios cada tres pasos, ahora vemos de lejos a los enemigos y decidimos si acercarnos o no; y olvidaos de la lentitud que suponía iniciar cada combate en los anteriores episodios, ahora todo es más rápido y fluido.
¿Y quiere decir todo esto que se haya perdido el componente estratégico?, en absoluto. En primer lugar porque los menús son los más complejos que nos haya presentado la saga, y nuestra táctica empieza por ellos, pues debemos elegir las habilidades, miembros y equipamiento que mejor se adapten a las especificidades de los enemigos a los que nos estemos enfrentando. En segundo lugar, porque pese a que sea todo en tiempo real y muchas de las acciones pueden automatizarse, en los combates verdaderamente complicados vamos a tener que tirar casi inevitablemente de los comandos (y al fin y al cabo, en los Final Fantasy por turnos a la gran mayoría de enemigos se les ganaba con poco más que el comando atacar una y otra vez).
Así que, en general, aunque se haya perdido una característica que se podía considerar como una seña de identidad de la saga (si obviamos el XI, claro), creo sinceramente que hay poco que lamentar en la pérdida, pues incluso los más fanáticos de la saga nos llegábamos a cansar de tanta batalla aleatoria y de una cierta lentitud, aspectos cuya desaparición sólo puede ser positiva. La saga necesitaba algo de aire fresco, y Square se lo dio.
En lo que respecta al desarrollo, nos encontramos con montones de virtudes, pero también algunos problemas que le pasan factura al conjunto. La exploración de los distintos escenarios resulta, especialmente al principio del juego, muy agradable y placentera; pero la escasez de alicientes en forma de puzzles o tareas originales que hacer acaban por dejar que ésta se vaya haciendo cada vez más pesada según avanzamos en el juego, y es bastante probable que nos acerquemos al final del mismo bastante cansados de recorrer unos escenarios que se acaban haciendo reiterativos sin más objetivo que alcanzar su final. En este sentido, la ausencia de puzzles u otras tareas verdaderamente interesantes es un lastre bastante pesado: los que hay son pocos, habitualmente muy superficiales y que consisten en encontrar interruptores para abrir puertas u objetivos similares y en general poco satisfactorias. Lo mismo se puede decir de nuestra labor como cazarrecompensas deshaciéndonos de diversas criaturas (las misiones secundarias de mayor relevancia): tendremos que buscar al personaje que nos realiza el encargo, luego dar vueltas hasta encontrar el objetivo para derrotarlo y luego ir a reclamar nuestra recompensa. Como al fin y al cabo son enemigos cualquiera pero algo más poderosos, la verdad es que tampoco acaba de ser un reto todo lo atractivo que podría. Y ya podéis olvidar los geniales minijuegos de otros episodios, que aquí no hay nada verdaderamente destacable en ese sentido.
Y si decíamos que el desarrollo del juego se va desinflando según avanza la aventura, un poco de lo mismo ocurre con el argumento, cuyo comienzo es casi perfecto, pero que progresivamente va perdiendo fuelle hasta llegar a un punto en el que varias horas sin que pasen cosas relevantes llegan a desquiciar un poco. La trama no presenta nada que podamos considerar como novedoso; es en general muy típica y los perfiles de los personajes muy clásicos, a pesar de lo cual éstos resultan bastante carismáticos (especialmente el pirata aéreo Balthier). Lo que sí es cuando menos curioso, es la falta de relevancia del personaje al que nosotros manejamos, Vaan, que es casi un secundario de la historia, cuando estamos acostumbrados a que la trama de los Final Fantasy gire sobre su protagonista. Son Ashe, Basch o Balthier los que verdaderamente tienen un papel relevante. Esta característica no hace mejor ni peor al juego, simplemente está ahí y merece la pena referirse a ella.
El verdadero problema de la historia de Final Fantasy no es, pues, que el guión sea malo o que la trama no de la talla; sino que, sobre todo desde la mitad del juego, ésta está bastante mal repartida, y pasamos fases de muchas horas sin que se nos descubra nada sobre la misma, como si se quisiese hacer un juego largo con un guión corto y hubiese que meter relleno, y la experiencia se resiente porque casi nos olvidamos de las razones por las que estamos dando vueltas y vueltas por mazmorra tras mazmorra.
He insistido bastante en este último aspecto porque para mí es lo que aleja a Final Fantasy XII de una puntuación casi perfecta; pero ni mucho menos es suficiente para tirar abajo el extraordinario trabajo realizado por Square Enix, que se basta y se sobra para que estemos hablando de uno de los mejores RPG’s de su generación, y un juego absolutamente recomendable para todo poseedor de una Play Station 2. Los ambiciosos cambios en el sistema de combates han sido todo un acierto; el argumento, pese a los problemas comentados, está a la altura de lo que cabría esperar; y la puesta en escena es absolutamente magistral, siendo éste uno de los juegos más vistosos y espectaculares que hayan pasado por una consola.
La duración alcanza fácilmente las 40 horas, y puede ser todavía mayor si tratamos de realizar todas las búsquedas secundarias que nos ofrece, así que estamos ante un juego larguísimo (a costa, eso sí, de algunas partes que parecen un poco de relleno). Además el nivel de dificultad es medio tirando a alto, y en más de una ocasión nos hará falta entrenar bien antes de ciertos combates, o trabajarnos bien en los menús una táctica que aproveche las debilidades de nuestro enemigo; en todo caso está bastante bien ajustada, aunque aquellos sin experiencia en el género pueden pasarlo algo mal.
Final Fantasy XII rompe con una tradición de diez episodios de combates por turnos, y marca un punto de inflexión en una saga que por lo visto hasta ahora seguirá cambiando en el siguiente juego. No voy a compararlo con juegos anteriores, porque lo que ofrece es diferente y una evolución necesaria, pero sin duda da el nivel de calidad que caracteriza a la serie. Aunque en mi opinión le falta algo para ser un juego verdaderamente redondo, la decimosegunda fantasía final de Square hace honor al mítico nombre que lleva.
LO MEJOR
+ Prodigiosos gráficos, tanto técnica como artísticamente.
+ Historia intensa y atractiva.
+ Sistema de combate muy ágil y lleno de posibilidades.
+ Los gambit son una delicia, sobre todo cuando queremos subir niveles.
+ Genial diseño de personajes.
+ Buena banda sonora y ambientación.
+ Uno de los mejores RPG’s de la historia.
LO PEOR
– El desarrollo tiene algunos altibajos, sobre todo hacia el final.
– El perfil de la mayoría de personajes es demasiado superficial.
– Las misiones secundarias son algo cargantes.
– Las invocaciones sirven de más bien poco ahora.
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