Análisis de Final Fantasy IX
Square, 2001, RPG
Final Fantasy IX fue el tercer capítulo de la famosa saga de Square en Play Station, y si bien siguió en buena medida el camino marcado por los dos anteriores, incorporó algunos cambios importantes que generaron opiniones encontradas. Uno de ellos es el del estilo de dibujo y la ambientación, que resultó mucho más infantil, con personajes no realistas y de diseños fantásticos, y un toque más medieval, aunque sin renunciar a ciertos elementos tecnológicos, como las aeronaves, muy típicos de la saga.
Además, hay varios aspectos de la estructura del juego que recuerdan más a los primeros capítulos de la saga que a los dos anteriores de Play Station, como los tipos de combate totalmente cerrados de los protagonistas (los clásicos: ladrón, mago negro, mago blanco, invocador, paladín, guerrero dragón y ninja tienen un claro representante), o algunos de sus diseños (algo normal teniendo en cuenta que el dibujante ha sido Yoshitaka Amano, que volvía a trabajar para un Final Fantasy tras sus ausencias en el VII y en el VIII).
Final Fantasy nos propone que controlemos a Yitán (Zidane en la versión japonesa), un despreocupado joven que trabaja para la compañía de teatro Tantalus, y que pronto se verá inmerso en una gran aventura, en la que el destino del mundo estará en juego. Todo comienza cuando su grupo realiza una actuación en el reino de Alexandria, que se convierte en una tapadera para secuestrar a Daga (Garnet en versión original), la princesa e hija única de la Reina Brahne, máxima autoridad de Alexandria. El secuestro es un éxito, en buena medida por la disposición de Daga, que no parece muy disgustada con la situación, y pronto se descubrirá que la razón es la actitud de su madre desde hace un tiempo, pues parece haberse cegado por el poder y está diseñando un plan para dominar otros países vecinos a través de la guerra. Yitán y Daga, junto con otros personajes que se van uniendo al grupo, emprenderán un peligroso viaje para descubrir qué hay detrás de los planes de Brahne, y como evitar que lleve la guerra a todo el mundo. La eventual aparición de Kuja, un misterioso personaje que acabará por convertirse en el verdadero enemigo, aportará un interesante giro a la trama y generará tantas respuestas como dudas.
El juego es un RPG por turnos bastante convencional en su planteamiento: ciudades para explorar, hablar y comprar; mazmorras en las que combatir y conseguir tesoros y un mapa del mundo para los desplazamientos. En los combates, que se desarrollan por turnos en función de unas barras de velocidad, debemos dar órdenes a nuestro grupo de cuatro personajes a través de comandos. Entre estos personajes nos encontramos que cada uno posee unas funciones muy específicas, algo que no sucedía en los dos anteriores juegos, en los que podríamos conseguir que nuestro personaje tuviese una determinada función con bastante libertad, aprendiendo las habilidades que estimásemos oportunas, mientras que aquí están predefinidos en buena medida y, aunque van aprendiendo acciones según el equipamiento que le pongamos, éste suele ser específico de cada personaje.
Las batallas son por turnos, pero no estáticos, sino por tiempo, pues cada uno de nuestros cuatro personajes tiene una barra que al llenarse permite realizar alguna acción, y si nos entretenemos demasiado, el enemigo podrá realizar más de un ataque. Disponemos de comandos básicos, como ataque y objeto, comunes a todos los personajes, pero luego existen habilidades específicas de cada uno, como la magia blanca, magia negra, invocar, robar, pirarse o ataques especiales de diverso tipo. Finalmente existe un poder especial, denominado “trance”, que viene siendo el “límite” de los anteriores episodios, y que nos permite realizar ataques de gran potencia tras recibir una cierta cantidad de daño.
Al margen de las batallas, que nos tendrán ocupados durante buena parte del juego, el factor exploración es fundamental en Final Fantasy IX, tanto en los pueblos y ciudades como en las mazmorras. En los primeros, deberemos conversar para obtener información y seguir el hilo argumental, además de hacer compras para tener un equipamiento competitivo y de vez en cuando disfrutar de algún simpático minijuego. En muchos de los lugares que visitemos, los miembros de nuestro equipo se dispersarán, y en numerosas ocasiones se nos dará la posibilidad de observar como le van las cosas, en unas secuencias fundamentales para conocer la psicología de los protagonistas, uno de los aspectos del guión que más se trabajaron. Por otra parte, en las mazmorras tendremos que movernos con precisión para evitar la sobredosis de batallas, y entre medias buscar cofres escondidos o resolver algún puzzle, que por lo general resultan bastante sencillos y no detendrán en exceso nuestro avance.
El desarrollo del juego resulta bastante lineal, pues siempre conocemos con claridad cual es nuestro próximo objetivo y, aunque existen misiones alternativas, son pocos los alicientes para aventurarse en ellas. De todos modos, la linealidad no llega a ser un problema, y favorece la fluidez del argumento y del propio juego.
El argumento es atractivo, aunque en ocasiones pierde presencia por desviarse de la línea principal, y debería estar mejor trabado. Sin embargo, el elenco de personajes es francamente atractivo (salvo alguna que otra excepción) y las relaciones entre ellos están muy bien hiladas (personalmente me quedo con el mago Vivi, uno de mis personajes favoritos de cualquier Final Fantasy). La trama central es demasiado tradicional, trillada y previsible, a lo que hay que añadir un cierto toque de “cuento para niños” que, sin ser malo, tal vez no guste a los que prefieran historias más adultas como las de los anteriores juegos de la saga.
La dificultad del juego está un nivel intermedio, pero tirando a fácil en comparación con los anteriores capítulos, cuyas mazmorras eran notablemente más difíciles y tenían más peleas, aunque en el VIII éstas llegaban a cansar por ser excesivamente frecuentes. Lo cierto es que los combates ganaron en algunos aspectos y perdieron en otros. Resultan más rápidos y activos que los de Final Fantasy VII y VIII, además de permitir un personaje más en nuestro equipo; pero por contra son menos estratégicos, en general se ganan sin problema repitiendo técnicas, y los tradicionales límites (en este caso el llamado “trance”) son verdaderamente incómodos, pues se activan automáticamente al completarse una barra que se llena muy lentamente, por lo que la mayoría de las veces se nos obliga a utilizarlos en batallas fáciles que tenemos ganadas, y luego tardan en volverse a cargar.
Los gráficos son uno de los apartados más logrados de Final Fantasy IX, siendo este juego uno de los techos técnicos de Play Station, al menos en lo relativo a fondos estáticos prerenderizados, característica en la que sólo Chrono Cross, también de Square, puede estar a su nivel. Los escenarios de este juego son, tanto a nivel técnico como artístico, simplemente sublimes; parajes de fantasía, con una variedad deslumbrante y una estética magistral componen uno de los mundos más bellos y agradables de recorrer que haya tenido un videojuego, y logran ambientar a la perfección los diferentes parajes en los que nos encontraremos. Los personajes, por su parte, presentan un buen diseño y están estupendamente animados, aunque su definición es mejorable y muestran una cierta pixelación; los enemigos son bastante variados, y también están a un nivel de calidad alto. Finalmente, hay que referirse a las secuencias que, como ya es costumbre en Square, resultan francamente espectaculares, y dan mucha fuerza a los momentos más destacados de Final Fantasy IX, que ocupa cuatro discos, en buena parte por la gran cantidad de estas secuencias.
El apartado sonoro de Final Fantasy IX está al elevado nivel al que Square nos acostumbró con esta saga. La banda sonora, compuesta una vez más por Nobuo Uematsu, es muy amplia y variada, aunque algo irregular y muchas de las melodías repiten demasiado compases algo estridentes que acaban por cansar; no es un problema grave, pero en más de un lugar uno está deseando salir para que cambie la música. Por otro lado, en las peleas suenan muy pocas composiciones, por lo que también es fácil cansarse de ellas. Al margen de estos problemas, Final Fantasy IX cuenta con muchas melodías agradables y que ambientan estupendamente, así como con Melodies of Life, un bonito tema cantado. Los efectos sonoros no tienen nada de especial, simplemente están ahí y cumplen perfectamente su función.
Como cierre, podemos concluir que Final Fantasy IX conserva el elevadísimo nivel de calidad que caracterizó a la saga de Square en Play Station. Ha habido varios cambios respecto a los dos episodios anteriores, retomando muchos aspectos de capítulos más antiguos, algunos con más acierto que otros; pero en general es un soplo de aire fresco para la saga, manteniendo la esencia pero dando un giro respecto al VII y al VIII. El aspecto más infantil y desenfadado del juego ha sido, en líneas generales, un acierto, aunque también es verdad que la trama ha perdido algo de profundidad respecto a lo que acostumbrábamos, pero el impecable acabado técnico y una buena estructuración del juego hacen de él una opción ineludible para los amantes de los RPG´s.
LO MEJOR
+ Los gráficos, tanto técnica como artísticamente.
+ Los personajes y sus cuidadas personalidades.
+ La recuperación de muchos aspectos de los viejos Final Fantasy.
+ Es un RPG muy completo.
LO PEOR
– La trama peca de simple y tradicional.
– Muchas mazmorras tienen poca “chicha”.
– La gran mayoría de las peleas se ganan sin tener que pensar.
Review de Final Fantasy IX – Pixfans
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