Análisis de Disgaea – Hour of Darkness
Érase una vez…
Érase una vez un demonio, de nombre Laharl y de altura menos de metro y medio, que se fue a dormir una siesta y que, después de dos años sin levantarse, es “delicadamente” despertado por una de sus vasallas. Tras un cabreo del quince en el que hace valer su posición como hijo del gran cacique de su mundo, se entera de que su padre ha muerto…
Así empieza la historia de este delirante RPG táctico por turnos, un juego que derrocha buen hacer y un sentido del humor de tinte demoníaco por todas partes. Una gran obra del estudio Nippon-Ichi y que ha sido traída a España gracias a la mano divina de Atlus.
Mola ser malo
En este juego encarnamos a Laharl, auto-proclamado gran cacique de su mundo nada más se entera de que su padre ha muerto “al atragantarse con una galleta” (NdD: ¿Por poco no le pasó a Bush lo mismo?). Pero, con horror, se da cuenta de que, al pasar dos años enteros está muy oxidado. Para empeorar las cosas, los vasallos de su padre huyeron del castillo cuando éste se quitó de en medio y ahora muchos de ellos están en contra del mismo Laharl. Sólo unos pocos le siguen siendo “fieles” aunque sólo una de ellas le ayuda en sus tareas como aprendiz de cacique: La auto-proclamada “Reina de la belleza” Etna (una tabla de planchar con un carácter explosivo y poco dado a las contemplaciones y que más de una vez declara que va a matar a su señor…).
Así las cosas, el pequeño diablo se da cuenta de que su “ejército” está formado por una demonio muy plana y por tres prinnies no muy disciplinados (una especie de pingüinos parlantes que revientan cuando son lanzados). Pero no se rinde en su propósito: Tratará de recuperar la forma lo más rápidamente posible pateándole el culo a cuanto cacique menor o traidor se le oponga.
A grandes rasgos, el juego va a ser así todo el rato… hasta que hace su aparición la ultra linda y siempre positiva angelita del amor Flonne, que tiene órdenes de asesinar al padre de Laharl…
El juego sigue pues derroteros bastante diferentes, todo con un desarrollo episódico que casi nos hace pensar que estamos viendo una serie de anime con algún que otro capítulo de relleno que ilustra muy bien cómo es el día a día en ese castillo de locos. Así, tan pronto descubren que no tienen ni un duro para pagar a los prinnies como se encuentran peleando contra una invasión terrestre (NdD: ¿No se supone que, por tradición, los invasores son los demonios?) o contra todos los opositores a Laharl (desde un grupo de más de treinta enemigos que apenas caben en la pantalla hasta un grupo de Power Rangers (los hilarantes “Prism Rangers”)).
En este sentido, el juego ofrece mucha variedad con mucho sentido del humor en cada una de las misiones.
More, more, moooooooooooore…!!!
Laharl no va a pelear solo (NdD: Es un demonio, no un imbécil… aunque tiene un poco de ambas cosas…) por lo que, acudiendo a la asamblea oscura, podrá convocar a su lado a cuanto aliado desee… siempre y cuando, tenga el mana necesario para crearlo. El mana se consigue matando a enemigos y sólo el personaje que remata al enemigo se acaba llevando este premio. Dependiendo del personaje que se quiera crear se te pedirá más o menos cantidad de mana y, según el nivel de “profesionalidad” que quieras que tenga, te pedirán un extra. Así puedes decidir ser un tacaño total y crearte un montón de personajes “buenos-para-nada” (poco recomendable), personajes normalillos, habilidosos, geniales o auténticos maestros… claro que para crear a los mejores también tendrás que pasar por una asamblea que decidirá si te mereces o no tener un genio entre tus filas.
¿Que cuántos personajes se pueden crear? Ya de entrada, el menú para crear personajes ya da un poco de miedo al principio (luego da pavor al ver que puede llegar a haber más de cien clases de personajes diferentes) y puedes llegar a pensar que no hay límite a la hora de crear personajes (ciertamente, yo llegue a tener más de cuarenta y no pasó nada ni se me dijo que me acercaba a ningún límite…).
Se pueden crear desde luchadores a arqueros, pasando por magos, ladrones, exploradores, samuráis, ninjas (NdD: ¿Qué sería un juego japonés sin samuráis ni ninjas?), monstruos variados… cada uno con sus propios stats y habilidades.
Hay gran cantidad de armas en este juego divididas en ocho clases: Espadas, puños, lanzas, arcos, hachas, varas, pistolas y armas propias de monstruos. Cada personaje subirá de nivel en cada tipo de arma a una velocidad diferente de acuerdo con sus habilidades innatas (ergo, un mago no dominará demasiado una espada sino una vara y un guerrero aprenderá más rápido con espadas o hachas).
El personaje creador de otro personaje se convierte, inmediatamente, en su maestro. Con tal privilegio, cada vez que su alumno suba un nivel, el maestro ganará un porcentaje de los stats que haya subido su alumno lo que nos puede resultar muy útil a la hora de fortalecer a nuestros personajes sin tener que estar siempre esperando a que el enemigo esté lo suficientemente debilitado como para poder arrearle un golpe de gracia sin peligro. Además, si el maestro está cerca de su alumno, puede aprender las habilidades que ya haya aprendido su alumno con sólo practicarlas a su lado un par de veces, sistema que permite a personajes negados para la magia, aprenderla sin mayor problema.
Cuando “irse al cuerno” tiene más sentido que nunca…
En este juego hay otra manera de fortalecer a los personajes que es fortaleciendo sus propias armas y armaduras. Todo objeto tiene su propio universo particular que está infestado de monstruos por todas partes. Según se vayan destruyendo esas “impurezas”, más fuerte se irá volviendo el objeto en cuestión. Y bien que puedes fortalecer tanto espadas, como zapatos, como hachas, como un espejo… hasta un simple pastelillo que te sube un poco de HP se puede fortalecer.
Hay tres clases de objetos: Los normales que tienen treinta pisos con monstruos; los raros, con sesenta y los legendarios, que tienen cien niveles, cada cual más difícil que el anterior. Para fortalecerlos tendrás que ir descendiendo niveles, matando cuantos más enemigos puedas. Sólo tras pasar diez niveles podrás volver al exterior para descansar porque, mientras estés dentro, no podrás salir ni descansar dependiendo únicamente de tu ejército y de los objetos que lleves encima. Si a eso le agregamos que los monstruos van subiendo nivel según vas bajando y que, al llegar abajo del todo tienen niveles grotescos que, normalmente te superan en más del doble, has de pensar muy bien lo que haces.
Pero merece la pena. Bien que se nota la diferencia una vez has acabado con el 100% de los enemigos de un objeto y ves que tu personaje de nivel 1 parece que tenga nivel 50 por lo menos.
Lo malo… es que ninguno de los pisos de cada objeto es normal. Todos siempre serán diferentes… esto es, todos los pisos son generados aleatoriamente por el juego. Esto hace que cualquier planificación se vaya al carajo y que lograr vencer al 100% de los enemigos de un objeto sea, a veces, una tarea rayana a lo imposible puesto que hay veces que tus personajes normales serán completamente incapaces de llegar a los islotes alejadísimos en los que se atrincheran un par de enemigos que no te dejan acabar la pantalla por las malas… por suerte, siempre queda la opción de seguir al siguiente piso pasando por la puerta oscura.
Los mundos de los objetos son niveles tan prácticos como desafiantes y son todo un soplo de aire fresco en esta clase de juegos que tienden a la repetición cosa mala (NdD: ¡Viva random!).
Juguemos a las máquinas de Rube Goldberg
Uno de los motores del juego lo componen los “Geo símbolos”. Para entendernos, estos símbolos harán que, en según qué lugares de la pantalla se consigan unas bonificaciones o penalizaciones tan sólo por estar encima de la baldosa de un color u otro. Así pues, puedes encontrarte con una baldosa que te da un 50% más de ataque (o que se lo dé al enemigo, puesto que estas baldosas no hacen distinciones), que te quite un 50% de defensa, que te envenene, que te vaya restando vida, que no te deje pasar, que te vuelva invulnerable, que te haga débil o fuerte a un elemento…
A decir verdad, los geo símbolos son un agobio pues tienes que tenerlos siempre en cuenta antes de lanzarte a lo loco. Por suerte, puedes destruirlos para que no te molesten o para que su ventaja esté únicamente de parte de tu bando.
Los geo símbolos son como una especie de pirámides de colores que, al colocarse sobre un panel de un color afecta a todos los paneles de ese mismo color. Así, un geo símbolo sobre una casilla roja afectará a todas las casillas rojas. Si hay tres geo símbolos sobre las rojas, se darán los tres efectos a la vez (y más de una vez, se verá que son contradictorios, como cuando te dan +50% de defensa y -50% de defensa…). Si destruyes uno de esos geo símbolos, este cambiará de color todos los paneles de ese color que haya en la pantalla hacia el color del mismo geo símbolo (ergo, si éste era azul sobre una casilla roja, todas las rojas pasarán a ser azules). Si al cambiar de colores, un estallido afecta a otro geo símbolo, éste reventará directamente y, automáticamente, pasará a cambiar de color a todos los paneles que antes habían cambiado de color. Si se acaban “decolorando” todas las casillas (mediante el geo símbolo “nulo” se logrará una gran bonificación en forma de Hell (la moneda del Inframundo) y experiencia en todos los los personajes que estén en pantalla una vez terminada la batalla. No hay que despreciarlos porque son el factor estratégico de este juego.
Jefe, esta casa no tiene techo…
Pero lo que distingue a Disgaea frente a otros juegos similares es su bastedad.
A saber:
a) Saga Final Fantasy: Cuando se logra llegar a hacer un daño de 9999 ya se sabe que el juego está acabado. Nos alegramos mucho cuando vimos que podíamos superar esa cifra en el Final Fantasy VIII con Edén o que podíamos romper límites en Final Fantasy X y causar daños de 99999…
b) Saga Tales of…: No hay personaje que llegue a causar tal daño que podamos calificarlo como límite porque este juego es mucho más competitivo
c) Saga Breath of Fire: Al ser una saga más cercana a un juego de rol tradicional (vagamente pero sí, se acerca) nunca llegas a apreciar el límite de daño aunque jamás sobrepasará los 2000 de un golpe en la mayor parte de los casos…
He puesto estos tres ejemplos para que os deis cuenta de lo que significa “límite de daño”. Pues bien, Disagea no tiene ningún maldito límite. Lo mismo causas dos puntos de daño que puedes llegar a cometer la barrabasada de hacer un combo de quince golpes de más de 200000 puntos cada uno. Según vas subiendo niveles descubres nuevos significados de la palabra dolor, causando cada vez daños más y más grotescos.
Y si te apetece, puedes acudir a la asamblea oscura para hacer que los enemigos sean más fuertes o desbloquear mapas especiales llenos de enemigos realmente poderosos, ya sea “la-que-se-supone-que-debería-haber-sido-la-protagonista-de-Disgaea” Asagi, tratar de invadir la Tierra (es el trabajo de todos los demonios, ¿no?) o vencer al poderosísimo Baal, un demonio terriblemente brutal… que por alguna razón va disfrazado de prinnie.
Los niveles tienen un límite casi inalcanzable, pudiendo tener personajes que lleguen al nivel 9999 si te esfuerzas lo suficiente.
Enemy inside of me
Este gran juego está doblado. La versión española no pasa de ser la versión estadounidense, ergo, está doblado al inglés con subtítulos igual. El doblaje en inglés no está mal, con una voz de Etna realmente genial o la desesperantemente dulce voz de Flonne. Laharl pierde en inglés frente a su homólogo japonés tan sólo por su risa malvada. Personajes secundarios como Vyers (alias, Mid Boss), Hoggmeiser, Maderas o los prinnies tienen voces normalillas pero bien dobladas.
Mención especial merece la voz de Gordon, uno de los personajes principales del juego: No es mala pero da una risa terrible por su pretendido tono «heroico». Vale la pena escuchar todo cuanto dice cuando ejecutas sus habilidades.
En cuanto a música, decir que el juego está bastante mutilado: Han quitado gran parte de las canciones cantadas, siendo la del final de Mid Boss la que más cante da, puesto que en el original era un precioso tema de bel canto y en esta versión dejaron la melodía sin ninguna voz (y mira que la voz estaba trabajada… ¿lo quitaron sólo por estar en japonés?). Sin embargo se respetó una de las mejores de todas: “Enemy inside of me” de Tsunami Bomb, canción que aparece en una de las batallas vitales del juego y que, a pesar de que no es la más difícil de todas, emociona por su potencia.
Los demás temas, son bastante buenos aunque hayan quitado las voces a tan buenas músicas.
Conclusiones, mi señor
Disgaea, Hour of Darkness es un juego muy divertido ya por su argumento que parece una serie de anime (incluso tiene resúmenes del capítulo siguiente), ya por los comentarios a cada uno de los objetos del juego (hay muchos… y cada uno con su propio chiste), ya por su variedad (el mundo de los objetos, las asambleas oscuras (que puedes “convencer” a base de tortas), las aventuras alternativas, los más de cinco finales diferentes, los enemigos secretos, descubrir toda la panoplia de personajes secretos, descubrir los detalles del argumento…).
Jugablemente muy original a pesar de mantenerse en una perspectiva algo clásica, al incluir opciones de combate como el “Lift&Throw”, que te permite montar auténticos castellets para enviar personajes mucho más lejos de lo que normalmente se podría.
Argumentalmente es una muy buena historia, con sus puntos oscuros y sin dejar nunca de lado el buen sentido del humor que los de Nippon Ichi le han imbuido.
Musicalmente, muy bueno… y lastimosamente mutilado.
Tiene algunos puntos negros como la dependencia casi constante del nivel por lo que te pasarás mucho tiempo subiendo y subiendo, re-visitando una y otra vez escenarios para lograr el tan ansiado nivel… puede ser muy repetitivo, máxime cuando insistas en “reencarnar” a tus personajes puesto que vuelven al nivel 1. Además, los niveles del mundo de los objetos son tan caóticos que te liarás lo indecible para controlar la cámara en semejantes zonas intrincadas.
Por lo demás, es sencillamente espectacular. Un gran juego.
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