999: 9 horas, 9 personas, 9 puertas
Nueve personas, nueve puertas y nueve horas, el título no engaña, esos tres nueves son los ingredientes fundamentales de una aventura gráfica diferente y muy bien concebida, detrás de la cual está la compañía Chunsoft, poco conocida por estos lares pese a ser responsable de juegos como Pokémon Mystery Dungeon, y bastante más popular en Japón, entre otras cosas por sus novelas visuales. 999 ha dado el salto al mercado americano, por lo que ha sido traducido al inglés de su versión original japonesa, pero todavía no parece que vaya a salir en Europa. No obstante, es un juego muy a tener en cuenta por los amantes de las aventuras gráficas, especialmente por su envolvente y llamativa trama.
La historia nos pone en el papel de Junpei, el típico chaval de instituto japonés que protagoniza videojuegos o anime, pero que tendrá que pasar por nueve horas nada típicas. Junpei se despierta en el camarote de un barco con la cabeza plagada de recuerdos confusos. Tiene especialmente una imagen borrosa, la de un hombre con una máscara y una bomba de gas en el suelo antes de perder el conocimiento, por lo que parece evidente que ha sido secuestrado.
Tras conseguir escapar de la habitación en la que está encerrado, Junpei se encontrará en el hall principal del barco, que tiene trazas de crucero de lujo, con otras nueve personas que están en una situación igual a la suya, confusas por la situación y desconociendo el modo en que llegaron al barco. Por si esto fuera poco, muy pronto descubrirán por parte de su secuestrador, un tal Zero que les habla por megafonía, que forman parte de algo muy extraño, una especie de juego en el que sus vidas van a estar constantemente en peligro, pues todos tienen en la muñeca un reloj con un número del uno al nueve, y una bomba en su interior. Dicha bomba explotará cuando pasen unas determinadas puertas (de las que hay nueve, claro), salvo que los que la hayan atravesado igualen la cifra que luzca dicha puerta con una peculiar fórmula matemática.
De este modo, la exploración por el barco está limitada por esta estricta norma, que hará que sólo podamos ir por ciertas áreas y en compañía de ciertos personajes, de modo que nuestras decisiones serán cruciales, y no bastará con pasar el juego una vez para descubrir los verdaderos secretos que nos aguardan en el barco, conocer los motivos de nuestro secuestro y las razones del enorme esfuerzo realizado por Zero para llevar a cabo tan extraño experimento. Que por cierto… dura nueve horas (no en tiempo real).
A la hora de jugar, nos encontramos con tres partes básicas: los diálogos entre los personajes, la exploración de habitaciones y los puzles. Los diálogos no tienen nada de particular, se nos muestra una imagen del personaje que está hablando y un recuadro con el texto de lo que está diciendo, mientras que en la pantalla inferior de la DS vamos leyendo la narración como si de una novela se tratara. La exploración es muy típica dentro de lo que suele ser habitual en las aventuras gráficas, pues gracias a la pantalla táctil vamos comprobando lo que nos rodea, pudiendo interactuar con algunos objetos de los escenarios, y pudiendo desplazarnos entre las diferentes localizaciones, que siempre vemos en una pantalla estática. Finalmente, dentro de la exploración, nos encontraremos con una serie de puzles que deberemos ser capaces de resolver para poder avanzar, y que se muestran de formas diversas y con sus propias normas. Ésta es, de forma resumida, la forma en la que se juega a 999.
Pero eso sí, antes de entrar en otro tipo de valoraciones, hay que avisar de que hay que jugar preparado para mucho, mucho texto. Al margen de la investigación de las habitaciones y los puzles, lo verdaderamente importante del juego es lo que leemos. 999 llega incluso a parecer más una novela visual que una aventura gráfica, así que uno tiene que saber a lo que se enfrenta, y aquéllos que valoréis poco la trama en un juego u os aburra soberanamente leer, mejor huid de 999, porque no vais a durar mucho antes de mandarlo a paseo. Además, el juego no ha salido en España, ni de momento tiene pinta, por lo que está complicado jugarlo si no es en inglés.
Ya entrando en la experiencia en si, tengo que reconocer que el juego, tras una buena primera impresión, me fue perdiendo algo de interés, aunque por partes lo recuperaba. Cuando alcancé el primer final, que no es algo que requiera demasiado tiempo, no tenía muy claro si merecía la pena empezar otra vez, pero me había dejado tan frío el desenlace que me pareció casi una obligación volver a intentarlo, porque me tenían que haber quedado muchas cosas en el tintero. En efecto, así era, y es que la segunda partida, tomando otras decisiones, especialmente relacionadas con los personajes que nos acompañarían al atravesar alguna de las puertas, cambiaba en muchísimos aspectos. La base era muy semejante, pero visitaba partes del barco por las que no había pasado, y resolvía algunos misterios, además de planteárseme nuevas incógnitas. La sensación final volvía a ser bastante fría, pero las ganas de un tercer intento para explorar nuevas opciones eran todavía mayores. Algo a lo que ayudaba notablemente el hecho de que es posible saltarse rápido los diálogos y escenas que ya hayamos superado, de modo que en unos segundos podemos llegar al punto donde cambiar nuestra decisión (salvo que haya puzles de por medio, que deberemos repetir, pero en todo caso no resulta desquiciante).
Las últimas partidas, como es lógico, fueron mucho más breves, y aunque a veces resulta un pelín rayante tener que repetir por tercera o cuarta vez los enigmas de una habitación, se avanza lo suficientemente rápido a las nuevas situaciones como para no perder la paciencia. Y los finales son cada vez más profundos y aclaratorios. Hay un total de seis, y no es necesario hacerlos todos para llegar al final de la historia, pero si creo que al menos cuatro son necesarios (en mi caso con el quinto vi el que podríamos denominar como el «verdadero final»).
Es probable que el jugador habitual se termine la mayoría de juegos una única vez, y pase a otro en vez de seguir buscando niveles de dificultad más altos o conseguir algunos extras más o menos interesantes. Pero en el caso de 999, cualquier tipo de jugador debería volver hasta conseguir ese final «verdadero», porque de algún modo es la única forma de terminarse el juego. No es que según lo que hagamos podemos conseguir un final más o menos satisfactorio… es que en las primeras partidas es imposible hacerlo todo bien, porque vamos a tener que ir aprendiendo de nuestros errores para poder llegar hasta el fondo del misterio que nos aguarda en el enorme barco.
Sobre su aspecto técnico, no es mucho lo que hay que contar. Visualmente el juego no es impactante, pero si agradable, con un diseño de personajes de típico estilo anime, no especialmente originales en su trazo, pero sí con bastante personalidad. Ésto se complementa con unos aceptables fondos estáticos, y algunas animaciones sencillas para determinados elementos. En conjunto, nada especialmente reseñable, pero muy resultón para el tipo de juego y lo que necesita, que es lo que importa. Más o menos lo mismo sucede con el sonido, que no posee melodías que nos vayan a quedar en el recuerdo por su inusual calidad, pero que está bien concebido para acompañar el desarrollo, acelerando o frenando en función del tipo de situaciones en las que nos encontremos. En algunos momentos incluso resultan excesivamente repetitivas, pero en general ambientan correctamente, que es lo que hace falta. El juego no tiene voces, lo cual es lógico teniendo en cuenta su abrumadora cantidad de texto, y tampoco es algo que se eche en falta, aunque podían haber quedado bien unas voces para los momentos más señalados.
Nine Hours, Nine Persons, Nine Doors no es un juego que se pueda recomendar alegremente a cualquier tipo de público, pues es evidente que exige un esfuerzo de atención, lectura y paciencia que no todos los jugadores estarán dispuestos a realizar. Sin embargo, para los que tengan un buen inglés (mientras el juego no salga en castellano, si es que sale), gusten de la lectura y no se espanten por el planteamiento de las aventuras gráficas, es muy posible que 999 resulte una experiencia muy satisfactoria. Hay que darle tiempo y partidas, pero a mi me dejó un excelente sabor de boca al final, algo especialmente meritorio teniendo en cuenta que nunca fui un especial aficionado a las aventuras gráficas.
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