En el artículo de hoy me gustaría hablaros de un sistema bastante desconocido, una consola que ni siquiera llegó a salir al mercado y de la que existen muy pocas unidades funcionales. Solo unos cuantos elegidos han tenido la enorme fortuna de disfrutarla en directo, quedando relegada en los cerebros del resto de mortales a unas cuantas imágenes y un rimbombante nombre. Poneros cómodos en vuestros asientos y acompañadme en este viaje hacia el universo. El universo de la gran Atari de principios de los ochenta.
Atari Cosmos surgió como un experimento de la compañía americana en su travesía en busca de un producto que pudiera competir con los sencillos pero adictivos juegos electrónicos portátiles (o portables en algunos casos) de Mattel, Coleco y Nintendo. La grandeza de la por entonces empresa lider del sector les impedía limitarse a copiar una idea descaradamente, por lo que buscaron ofrecer al público algo nunca visto. Fueron tres ingenieros de la empresa –Allan Alcorn, Harry Jenkins y Roger Hector– los que idearon un concepto revolucionario, capaz sobre el papel de atraer la atención del jugador en un simple vistazo. Dicha idea giraba en torno al uso de hologramas.
Llegados a este punto del artículo y para evitar que os ilusionéis al imaginar un par de hologramas luchando sobre la mesa de vuestro salón, he de deciros que una vez más las palabras diferían bastante de los hechos. Aunque Atari llegó a afirmar que dicha máquina mostraría hologramas y nos permitiría disfrutar de «la tercera dimensión», la idea era mucho más sencilla que todo lo que os estáis imaginando.
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