Introducción
Todos los que pertenecimos a esa generación de chavales que crecieron con una máquina de 8-bit conectada al televisor soñamos en más de una ocasión con ser los dueños de un salón recreativo o con tener el dinero suficiente como para comprarnos todos los videojuegos del mundo.
Pasábamos las horas rejugando a cartuchos que conocíamos de memoria mientras leíamos atentamente los análisis de las revistas para planificar minuciosamente nuestras futuras adquisiciones. Los juegos frescos sólo llegaban en los días especiales -cumpleaños, navidades…- y había que estar bien informado para elegir ese título que nos acompañaría durante semanas y meses…