1.011 videojuegos a los que hay que jugar antes de morir
La idea de escribir este artículo me vino tras hojear el voluminoso libro ‘1.001 videojuegos a los que hay que jugar antes de morir’, de Tony Mott, redactor jefe de la revista Edge. El título es algo agorero, pero de todas formas son un montón de páginas muy interesantes, y se nota que han sido realizadas con pasión y amor por los videojuegos. Además, sirve como ameno libro de historia con el que visualizar la imparable evolución de este medio (aunque es curioso constatar como hoy en día están apareciendo con éxito muchos juegos realizados con pocos medios y uno o varios programadores, justo igual que como cuando comenzó la industria a principios de los 80…).
Sin embargo, hubo varios aspectos del libro que no me convencieron del todo; primero, que prácticamente la mitad del mismo está dedicado a juegos de la última década. Valga como muestra un ejemplo; tienen el mismo número de páginas los juegos aparecidos en el año 2009 que todos los aparecidos en el periodo comprendido entre 1989 y 1995. No quiero decir que los juegos actuales sean peores que los de entonces, pero creo que al hacer la selección de juegos del libro, ha primado mucho más lo actual que lo retro. Y en segundo lugar, como jugador que soy desde mediados-finales de los 80, me pareció que se dejaba en el tintero algún que otro título que desde luego merecía estar entre los 1.001 mejores videojuegos de todos los tiempos, desde mi modesta opinión.
Por eso mismo, me planteé hacer una mini lista de 10 juegos olvidados por el señor Mott, y da la casualidad de que la mayoría de ellos -salvo honrosas excepciones- están comprendidos en esa ya lejana época en la que los ordenadores y consolas eran casi un bien de lujo y los salones recreativos del barrio estaban llenos de chavales deseosos de gastar sus magras propinas en las ranuras de aquellas maquinitas…
10. Streets of Rage (Mega Drive, 1991)
Solo por la música que suena durante la introducción de este clásico de la 16 bits de Sega, Streets of rage debería estar en el Olimpo de los videojuegos. Y es que el genial compositor japonés Yuzo Koshiro se adelantó a su época, y dotó a todas sus creaciones de una calidad musical que ponía los pelos de punta.
Por lo demás, este título es el típico ‘beat´em up’ de los que ya había cientos en el mercado. Por ello en Sega decidieron pensar que si bien no iban a ser originales, al menos su juego tuviese la máxima calidad posible en todos y cada uno de sus aspectos. Y vaya si lo consiguieron; los gráficos eran espectaculares, con unos personajes grandes y muy bien animados, y la jugabilidad era perfecta, con unas partidas a dobles apoteósicas (incluido algún pequeño cabreo cuando sin querer golpeabas a tu compañero de fatigas). Pero como ya dije al principio, sin duda lo mejor era la música, que conseguía que la experiencia de repartir estopa por esas calles de la rabia fuese aun más memorable.
Tuvo dos buenas secuelas en Mega drive, e incluso varios intentos fallidos de salto a las 3D en otras plataformas (si os suena Fighting force sabréis de qué hablo), pero hay algunos juegos que dieron en el clavo a la primera, y este es uno de ellos.
Una prueba más de la huella que dejó este juego en toda una generación, es el estupendo Streets of rage remake que han creado unos geniales programadores aficionados, y con el que han conseguido mejorar el original hasta límites insospechados. Echadle un ojo, no os defraudará.
9. Angry Birds (Móviles y PC, 2009)
Hoy en día casi todo el mundo tiene una camiseta con la cara amenazante del pájaro rojo de Angry birds. Por ello, que el juego más popular de los últimos años no esté entre los 1.001 videojuegos imprescindibles no tiene explicación. La única causa plausible que veo es que su publicación fuese posterior a la aparición del libro, pero teniendo en cuenta que sí aparecen otros títulos de 2010 como Chime o Alien zombie death (¿?), resulta al menos curiosa esta omisión. De cualquier forma, ya lo incluyo yo en mi lista alternativa para hacer justicia con uno de los videojuegos más divertido y gamberro de todos los tiempos.
Por si alguien todavía no sabe de qué va este juego, lo resumiré con brevedad; consiste en arrojar con tirachinas a unos simpáticos pájaros contra unos cerdos ladrones de huevos. Dicho así suena absurdo, pero no mucho más que los argumentos de otros muchos videojuegos clásicos (y no miro a nadie, Mario). Y todo en 2D, nada de polígonos, directX 11, efecto blur, rotaciones, cell-shading o paparruchas varias. Lo verdaderamente importante en Angry birds es que su mecánica se entiende en 5 segundos, es divertidísima y te engancha sin remisión. Básicamente hay distintos tipos de pájaros que arrojar, cada uno con una habilidad especial (impagable el pájaro amarillo con su graznido característico al acelerarse). Además, los enemigos, aunque están inmóviles, se parapetan tras infinidad de estructuras de diversos materiales que hay que atravesar o derribar. Y ya está, eso es todo, hay que machacar a los cerdos tirándoles los pájaros, no hay más complicaciones. Pero es imposible no partirse de risa cuando con un tiro afortunado conseguimos lanzar una lluvia de cascotes sobre los pobres cerdos. Y hay cientos de niveles, algunos fáciles, otros complicados y varios diseñados con muy mala leche, aunque todos igual de entretenidos. Todo ello redondeado con unos gráficos simpáticos y coloridos y unas musiquillas muy pegadizas.
Resumiendo, pocas veces será tan fácil encontrar un juego que guste tanto a los ‘gamers’ de toda la vida como a los que nunca han tocado un videojuego, o que se pueda disfrutar igual de una partida en el móvil mientras vamos al curro que jugando toda la tarde en casa. El único riesgo es la adicción que provoca ¿Es tu vida social eso que sale volando por la ventana?
8. Super Ghouls’n Ghosts (Super Nintendo, 1992)
Dificultad. Esa es la palabra clave de este juego y de todos los que componen la clásica saga del caballero andante/saltarín Sir Arthur. La versión de Super Nintendo quizás sea la mejor de todas, por lo que no entiendo su exclusión del libro.
Entre las novedades de Super Ghouls’n Ghosts -más allá de la mejora gráfica y técnica respecto a sus antecesores- estaba un imprescindible y salvador doble salto, que convertía los casi siempre suicidas brincos de nuestro caballero en algo un poco más manejable. Aunque el resto del juego seguía teniendo una dificultad de mil demonios, y si te despistabas un nanosegundo o caías en el lugar equivocado, la habitual muerte ósea estaba garantizada. Pero en pocos juegos merecía tanto la pena seguir intentándolo una y otra vez.
Esta creación de la genial Capcom entrenó la habilidad y los reflejos de toda una generación de jugadores, y todo el que presuma de ser un ‘hardcore player’ debería echar una partidita e intentar superar los primeros niveles sin quedarse en calzoncillos, mientras te rodean unos enemigos que parece que te odien de verdad y con unos cofres que tal vez contengan una ayuda.
¿Qué Dark souls es un juego difícil? Nenazas, no habéis jugado a Super ghouls´n ghosts…
7. Heroes of Might and Magic (PC, 1995)
Lo reconozco, nunca he sido muy fan de los juegos de estrategia. Siempre me pareció interminable el tiempo que pasaba desde que preparabas tu ejército hasta que lo lanzabas contra la base enemiga. Y luego encima -debido a mi torpeza supongo- todo el estudiado asalto quedaba reducido a una escaramuza sin control en la que perdía a la mayoría de mis unidades por no dar a tiempo las órdenes pertinentes. Un completo desastre, vamos. Por eso, y salvo alguna partida esporádica a los Dune, Warcraft y Worms de turno, pasaba olímpicamente de este género.
Pero un buen día cayó en mis manos este título de New world computing y la cosa cambió; los turnos para explorar el escenario, mover a nuestras tropas y gestionar nuestras ciudades eran todo un acierto, y los combates con el enemigo se solventaban en una especie de partida de ajedrez en el que nuestros soldados y criaturas eran los peones. Además, la figura del héroe (o general) de nuestro ejército cobraba gran importancia, y su estado de ánimo o los artefactos mágicos que portaba podían decantar el resultado de la batalla a nuestro favor. Y todo con unos espléndidos gráficos y ambientación a lo J.R.R. Tolkien.
Desde luego la estrategia por turnos ya estaba inventada hace tiempo, pero esta vez el conjunto era magnífico, y muy divertido. Tanto que ya van por la sexta entrega de la saga, y sobrevivir tanto tiempo entre gigantes de la talla de Command & Conquer, Starcraft y Total War tiene su mérito.
6. Wolfenstein 3D (PC, 1992)
La primera vez que jugué a este título casi me caigo de la silla mientras exclamaba ¡pero cómo es posible, si los enemigos vienen directos hacia mí! Y es que, al igual que un buen número de jugadores, acababa de descubrir los videojuegos de acción en 3D. Ya solo por eso, este título tiene el estatus de clásico. Bien es cierto que no fue el inventor de esta mecánica pseudo-3D (es decir, usar ‘sprites’ planos que iban aumentando de tamaño según se acercaban a nosotros, y viceversa), pero sí fue el primero en darle una velocidad y una acción que le venían como anillo al dedo al entorno tridimensional del juego.
Visto ahora, el tiempo le ha tratado fatal; los gráficos son simples y repetitivos, con enemigos y objetos tan pixelados que parece que puedan herirnos con sus propios bordes. El sonido, a pesar de ser también muy limitado, conserva cierto encanto retro -como el que se oye al recoger un tesoro-. Y en cuanto a la mecánica del juego, se reduce a recorrer decenas y decenas de salas y pasillos virtualmente idénticos buscando la salida y evitando que nos maten los enemigos (incluido Hitler, en un alarde de incorrección política por parte de Id de los que ya no se ven). Con todo lo anterior podría pensarse que el juego era un tostón, pero todo lo contrario; gracias a su original jugabilidad, conseguía engancharte al ordenador hasta altas horas de la madrugada, y casi daba pena avanzar porque significaba que cada vez quedaba menos para acabar el juego.
Concluyendo, este Wolfenstein 3D era algo nuevo, retador y muy divertido. Y siempre le quedará el honor de ser el fundador del género de los ‘shooters’ en primera persona, los cuales fueron toda una revolución en la industria del videojuego (aún hoy siguen estando en su máximo apogeo, tanto en consolas como ordenadores, 20 años después). Y pensar que todo comenzó en una pequeña y pixelada celda nazi…
5. Castlevania: Rondo of Blood (PC-engine CD, 1993)
Tenía que haber un Castlevania en mi lista. No porque se trate de una saga mítica que ya casi va por su entrega número 30, sino porque un Castlevania fue el primer videojuego al que jugué en el destartalado ordenador de un primo mío cuando era un crío. Y me encantó. Y a partir de entonces decidí que esto de los videojuegos sería mi hobby favorito (lo siento por el baloncesto, que perdió futuro all-star…).
Dejando las bromas aparte, en justicia debería haber elegido para mi lista aquel primer Castlevania, pero como ya no recuerdo ni el modelo de ordenador en el que corría, he decidido escoger al segundo que más me ha gustado, el cual no es otro que Castlevania: rondo of blood. La decisión no ha sido fácil, puesto que Symphony of the night (Playstation) y Super Castlevania 4 (Super Nintendo) están al menos al mismo y extraordinario nivel. Pero bueno, me quedo con el de PC-engine porque los dos anteriores sí que están entre los 1.001 títulos tenidos en consideración por Tony Mott en su libro.
Y hablando ya del juego en sí, quizás en Rondo of blood se eche en falta ese componente de exploración y aventura que se hizo popular en entregas posteriores, pero como juego de acción y plataformas era el no va más. Además exprimía el potencial de la consola como solo los magos de Konami sabían hacer por aquel entonces; introducción soberbia, elaborados efectos gráficos, enemigos gigantescos, secretos ocultos, música increíble, escenarios barrocos y recargados… Una pequeña obra de arte, que daba mil vueltas a las versiones anteriores de NES y que servía de punto de partida a lo que vendría después.
Su único defecto es que apenas es conocido, al contrario que sus hermanos de Super Nintendo y Playstation, ya que la única consola en la que corría, la PC-engine CD, solo salió a la venta en Japón. Hoy en día se puede disfrutar de este título en la consola virtual de Wii, aunque aprovechando la multitud de emuladores que pululan por la red, cualquier amante de los Castlevania en 2D debería intentar probarlo al menos una vez.
Castlevania: rondo of blood es todo un clásico con mayúsculas. Esperemos que el malvado Drácula siga resucitando indefinidamente para que el clan Belmont continúe persiguiéndolo en nuevas entregas de la saga.
4. Blade: the Edge of Darkness (PC, 2001)
Resulta frustrante que de los 1.001 mejores videojuegos en toda la historia según Tony Mott, tan solo uno, Commandos 2, sea español. Puede que por ser el autor inglés se haya fijado más en los juegos anglosajones, pero sería justo recordar a grandes éxitos internacionales patrios como La pulga, Navy moves, La abadía del crimen, Runaway o Castlevania: lord of shadows (aunque este último seguramente apareció después de publicar el libro). Pero sin duda, Blade: the edge of darkness tiene el dudoso honor de ser uno de los videojuegos españoles mejores y más infravalorado de todos los tiempos.
Puede que el problema estuviese en la ambición con la que se inició el proyecto, ya que los programadores -Rebel act studios- decían a los cuatro vientos que su criatura iba a dejar en evidencia a los por entonces innovadores Quake y Unreal (¡nada menos!). Las primeras imágenes invitaban al optimismo, con unos gráficos impresionantes y unos efectos de luces y sombras que quitaban el hipo. Pero los meses pasaban y los retrasos se acumulaban. Sus propios creadores aseguraban que se querían incluir tantas cosas y tan novedosas que el tiempo se les echaba encima. Cuando tras 5 años de desarrollo por fin el juego apareció a la venta en 2001, resultó no ser tan innovador ni tan llamativo como sin duda lo habría sido si hubiese aparecido un par de años antes.
Pero analizando el juego en sí y no su problemática concepción, hay que quitarse el sombrero ante la envergadura del mismo. Épico es la palabra que mejor lo define, ya que épicas son las dimensiones de los escenarios a recorrer, épica es su inmejorable ambientación fantástico-medieval, y sobre todo, épicos son sus combates, que exigían de toda la concentración y habilidad del jugador. Si no éramos lo suficientemente buenos en el manejo de las distintas armas, el escenario acababa indefectiblemente empapado con nuestra sangre. Desde luego la palabra ‘gore’ se le quedaba corta.
Solo esta excesiva dificultad y perderse sin saber qué hacer por los vastos escenarios le restaban algún punto. Pero eso poco importaba, cuando era -y sigue siendo- una gozada recorrer esos fantásticos parajes espada en mano para repartir mandobles a los cientos de enemigos que nos salían al paso. Una mezcla perfecta entre Golden axe, Hexen y las pelis de Conan el bárbaro. Todo un ‘must have’ medieval.
3. Star Wars: Dark Forces (PC, 1995)
Tras la aparición de Doom a finales de 1993, todas las compañías ansiaban tener un ‘shooter’ rompedor y superventas en su catálogo, lo que provocó una avalancha de títulos que, en el mejor de los casos, se limitaban a copiar descaradamente lo mostrado en el juego de Id. Pocos se salvaron del olvido, destacando entre ellos al gamberro Duke Nukem 3D y al ya mencionado Hexen. Aunque para mí, uno de los mejores siempre fue este Star Wars: Dark Forces
Se pueden contar muchas cosas buenas de este juego, como que su motor gráfico (llamado Jedi por alguna extraña razón…) era de los más potentes de la época, lo que permitía entornos enteramente tridimensionales -aunque los enemigos y objetos eran ‘sprites’ en 2D-, o que su acción era excepcional y frenética, pero lo mejor de todo era que por primera vez en un videojuego tenías la inigualable sensación de estar protagonizando en primera persona una de las películas de la famosa primera trilogía galáctica. Y eso lo conseguía con un guión y una historia tan cuidados que hacían que te identificases plenamente con Kyle Katarn, el mercenario protagonista de la historia, una especie de Han Solo pixelado. Un ejemplo como muestra; ya en la primera misión del juego debíamos infiltrarnos en una base imperial para robar los planos de una nueva arma secreta, que era ni más ni menos que ¡la Estrella de la Muerte! Y el resto de escenarios eran igual de originales y espectaculares, incluyendo visitas al planeta Hoth, a Coruscant o a la mismísima guarida de Jabba el Hutt. Solo por pisar esos míticos lugares disparando nuestro laser a ritmo de la música de John Williams, el juego ya merecía la pena, pero es que además era divertidísimo, y no podías dejarlo hasta completar la siguiente misión. Solo se echaba de menos que nuestro protagonista no manejara el sable laser, pero eso ya se vería en continuaciones posteriores.
En definitiva, un juego atemporal, que aunque hoy luzca un tanto anticuado en cuanto a tecnología, nunca ha perdido ese halo de perfección que solo LucasArts sabía imprimir a sus creaciones de la década de los 90. Desde luego la Fuerza era poderosa en este juego…
2. Golden Axe (Arcade, 1989)
Que este clásico imperecedero no apareciese en un libro que presume de hablar de los mejores 1.001 juegos de la historia, me hizo sospechar que el tal Tony Mott no tuvo infancia. Me explico. Cualquier chaval que en 1990 tuviese más o menos la edad de Bart Simpson, ha jugado a esta mítica recreativa. De hecho, casi toda la muchachada se conocía de memoria hasta los trucos. Por eso me resulta extraña esta flagrante omisión. Y en los siguientes párrafos intentaré hacer justicia a este ‘olvido’.
En mi caso particular, siempre me habían gustado los juegos de peleas callejeras tipo Double dragon, así que cuando descubrí alborozado que habían puesto esta recreativa en el bar del pueblo, me pasé medio verano de puntillas jugando sin parar a la maquinita. Supongo que gracias a mis monedas -y a las del resto de la pandilla- el dueño del bar sacó dinero suficiente para pagar la universidad de sus hijas, pero desde luego mereció la pena.
Y es que Sega consiguió crear un juego prácticamente perfecto; tres personajes a elegir, un entorno místico-medieval muy logrado, gráficos espectaculares, y sobre todo, unas partidas vibrantes y adictivas para dos jugadores. Y como novedad en este tipo de juegos, al agredir a unos simpáticos duendecillos, estos soltaban unas codiciadas pociones azules que, tras almacenarlas y pulsar el tercer botón, desataban unas magias demoledoras que arrasaban con todo a su paso. Era -y sigue siendo- el juego perfecto para pasar una tarde de diversión en compañía. Hubo varias continuaciones destacadas, como Golden Axe 2 (Mega Drive) y Golden axe: the revenge of Death Adder (arcade), pero las sensaciones que transmitía el original eran irrepetibles.
Pocos títulos como Golden axe consiguen transmitir tan clara y directamente lo que significa disfrutar de un videojuego; pasar un rato divertido en un mundo de fantasía. Por eso nunca pasará de moda. Ax, Tyris y Gilius ya forman parte de la leyenda del videojuego.
1. Probotector (NES, 1990)
Quién me iba a decir a mí que el primer juego que adquirí junto con la NES iba a ser el mejor de todos. No lo conocía -en aquellos años no había apenas información sobre la mayoría de los juegos- y me dejé guiar por una carátula que prometía acción y disparos a cascoporro. Y no me engañó, pero lo que ya no esperaba es que el juego fuese genial. Y es que la Konami de aquellos años estaba francamente inspirada, aportando a la industria del videojuego clásicos instantáneos con cada lanzamiento (Gradius-Nemesis, Castlevania, Metal gear…). Pero por alguna razón, este Probotector siempre ha sido mi preferido. No destacaba especialmente en nada, pero todo lo que tenía era bueno; gráficos nítidos y sin ninguna ralentización -una de las lacras de la época, y si no que le pregunten a Megaman-, melodías pegadizas, acción sin tregua, escenarios variados, y sobre todo, DIVERSIÓN por los cuatro costados, y para dos jugadores además. Y es que todavía a día de hoy sigue siendo una gozada coger un rato el mando de la NES para pegar unos tiros y poner a prueba los reflejos, y de esto muy pocos juegos de casi 25 años pueden presumir.
Más tarde apareció una segunda parte para NES también muy buena, y tanto Super Probotector (Super Nintendo) como Contra: shattered soldier (Playstation 2) son apoteósicos, pero para mí el Probotector original siempre será el mejor. Y tengo bastante claro que si el destino hubiese hecho que yo eligiera cualquier otro juego en aquella ya lejana Navidad de 1991 para acompañar a mi recién adquirida NES, ahora mismo no estaría escribiendo este artículo porque mi afición a los videojuegos jamás habría existido.
Termino ya con mi particular lista de juegos que deberían estar incluidos entre los mejores de la historia. Aunque incluso 1.011 puede ser una cantidad insuficiente, si entre Tony Mott y yo no hemos encontrado sitio para grandes clásicos como Alien Storm, Blaster Master, X-Wing, Journey to Silius, Sengoku 2, Blood Bros, Gabriel Knight, Carmageddon TDR 2000, Simon the sorcerer, Hexen, Metal slug 3, PC futbol, Darkstalkers, System Shock, ICO, Vietcong, NBA live, Unreal, Mad World, Mirror´s Edge, New Super Mario Vros… Muchos echaréis en falta otros títulos inolvidables, pero reconozco que soy humano; no he jugado a todos los videojuegos ni he tenido todas las consolas, ordenadores o recreativas del mundo (que más hubiera querido yo). Además, lo de disfrutar -o no- de un buen juego siempre ha sido muy subjetivo, y estoy seguro que cada uno de vosotros, pacientes lectores, tendría su propia lista de videojuegos imprescindibles…
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