¿Seré un buen padre?
Uno de las preguntas más recurrentes a la hora de afrontar la difícil tarea de ser padres, es si lo haremos bien o no. Desde ya hay diferentes perspectivas y opiniones para lo que es un buen padre, pero la pregunta: ¿seré un buen padre?, seguramente se la ha formulado todo hombre (y mujer) en el transcurso de su vida.
Una tarea diaria y extensiva como la de ser padre incluye innumerables aspectos a tener en cuenta. Uno de ellos es decidir qué haremos una vez tengamos un hijo, en relación a los videojuegos. Bien es sabida la cantidad de virtudes y prejuicios que este tema genera, y somos nosotros quienes debemos emitir nuestro juicio de valor a la hora de la crianza. ¿Cómo? ¿cuándo? ¿cuánto tiempo? ¿a qué juegos?, seguramente serán temas de deliberación en la charla de pareja, o incluso con uno mismo.
Nuestros propios padres no estuvieron exentos de esta realidad: ellos fueron en gran parte determinantes de nuestra relación con los videojuegos, y lo más probable es que adoptemos su misma forma de accionar, aunque a veces no estemos totalmente de acuerdo al respecto. Algo que llama la atención es la cantidad de estereotipos bien definidos de padres frente a esta situación: hay conductas muy generalizadas que hacen fácil el análisis al respecto.
Por tanto, los padres pueden tomar diferentes posturas en cuanto al uso de videojuegos por parte de sus hijos se refiere. Algunas son extremistas, otras sumamente descuidadas, y otras con las que quizás congeniemos de manera general. Estas son algunas de las más recurrentes.
Rechazo absoluto
Víctimas de las noticias sensacionalistas, la desinformación y los comentarios desinteresados, este tipo de postura hará que los padres prohíban terminantemente a sus hijos acercarse a una consola. Las razones pueden ser incluso más variadas, en algunos casos rayando el absurdo: conozco de padres que, por culpa de que las noticias decían que los videojuegos generaban daños irreversibles en el cerebro, nunca dejaron que sus hijos tomaran un joystick. La posibilidad de prohibición y cumplimiento son escasas en los tiempos que corren, por lo que esta postura es cada vez más tendiente a desaparecer.
Desinterés
En este tipo de situación, a los padres les da igual si sus hijos juegan o no a los videojuegos. Hay una diversidad grandísima de motivos por lo que esto puede suceder. Una de las que más me llama la atención, es la de aquellos padres que alegan que les da lo mismo con que jueguen sus hijos, mientras no molesten. Extremista, es cierto, pero pasa de verdad. El desinterés seguramente hará que el niño se maneje a gusto y placer en el mundillo, cosa que no siempre tiene sus beneficios.
Control
En este caso, los padres dejarán que sus niños jueguen a los videojuegos, pero siendo estrictos en cuanto al horario, la cantidad de tiempo y los títulos que sus hijos jueguen. Por supuesto, requiere más tiempo y atención de parte de los padres, así como también voluntad y cumplimiento pleno de parte del educado. Es una postura eficiente en el caso de poseer el tiempo suficiente como para estar encima del hijo, aunque no todo el mundo tiene las mismas ideas sobre lo estricto que debe ser un padre. En este tipo de casos, el niño generalmente aprende a sistematizar el uso de videojuegos en su vida, por lo que generalmente presta más atención a otras cosas o a una variedad más amplia de actividades.
Fanatismo
Cuantos casos podemos encontrar en la web de padres que transmiten su pasión por un tema en particular a sus hijos. En el caso de gamers empedernidos, puede que esta situación se refleje a la hora de que su hijo deba jugar con una consola. Incluso podrán compartir la pasión en formas iguales. Todo dependerá del grado de fanatismo del padre, que si es muy elevado, puede no ser beneficioso para el niño.
Estos son solo algunos ejemplos. Seguramente el lector puede formular muchísimos más, en infinidad de matices y situaciones, en cuyo caso sería estupendo que los compartiera. Cada uno puede tomar una postura definida al respecto, yo compartiré la mía.
No creo que los videojuegos sean un tema determinante en cuanto a la crianza de un niño; no obstante, es un tema que atañe a todo aquel que alguna vez haya jugado con una consola. La crianza se basa en una diversidad de aspectos enorme (salud, deporte, educación, valores, etc.) pero en cuanto a videojuegos se refiere, creo que es importante que un padre se interiorice si su hijo está interesado en el tema. Yo, como jugador, seguramente transmitiré mi manera de pensar sobre videojuegos a mi hijo, sobre todo porque considero a los videojuegos una manera más de jugar, como cualquier otra. Produce un placer enorme tomar el joystick y embarcarse en una aventura imaginaria, y es ese el objetivo fundamental del juego. Y si a juego nos referimos, seguramente no me gustaría que mi hijo se pierda tamaño placer.
Las responsabilidades, los tiempos, las maneras, son tema aparte y cada uno puede accionar de manera distinta. Todavía no soy padre y tengo tiempo para pensar al respecto, solo se una cosa: no privaré a mi hijo de este placer inigualable, de esta forma de jugar tan divertida, que es el mundo de los videojuegos.
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