¿RPG? ¿Rol? ¿J-RPG? Estoy confundido…
Acabo de cumplir aniversario de novios con mi patrona, y como buena novia que es, decidió regalarme, entre otras cosas, un juego para la PS2. Dispuestos a conseguirlo, entramos a una tienda que no es la de más renombre en Mendoza, pero que sin embargo trabaja mucho mejor que las demás. Debo confesar que soy un fanático del rol y del RPG, se imaginarán que juego fui a pedir.
Últimamente, y con la ayuda inestimable de mi novia, terminé el Baldur´s Gate Dark Alliance. Lo mejor del juego es que permite jugar toda la aventura en cooperativo. Se facilita bastante pero divierte en cotas más elevadas que jugándolo en solitario. Imaginé que quizás haya algún juego por el estilo, que pueda jugar en cooperativo y que congenie con mis gustos. De no ser así, pues a pedir los RPG de toda la vida.
Me atiende el dueño de la tienda, por lo cual no tengo problemas en pedir juegos específicos. No tenía ninguno de los que le pedí: el segundo de Baldur´s Gate, Rogue Galaxy, Disgaea, Suikoden, Kingdom Hearts Re-Chain, entre otros. Desistí de seguir complicándole la vida, y le pedí que me sugiriera un juego de rol en cooperativo, si es que tenía. Se agachó un momento en el mostrador y saco una caja del ¡Dynasty Warriors 5! Lo miré un segundo, quizás para asegurarme que no me estaba jugando una broma. Tomé el juego con desinterés (ya jugué los dos anteriores, me parecía más de lo mismo) y le dije con cierto animo de faltarle el respeto que este no es el estilo de juegos que estaba buscando, que necesitaba un juego de rol de corte occidental. El dueño de la tienda, sin molestarse, volvió a agacharse en el mostrador y se levantó con una caja del ¡Final Fantasy XII!
“Ehhh…” vacilé un momento, rascándome la cabeza “Mejor cambiemos de estilo… dame algún Splinter Cell”. Esta no es la primera vez que me sucede. Una vez el encargado de un local de la ciudad donde vivo, argumentó que “no puedo jugar todos los juegos que tengo en el local… te imaginas que no puedo conocer cada uno de los títulos que vendo, de qué se tratan, a qué otro juego se parecen…”. Pues no, no pretendo eso, sería una locura pedir que aprendas todo los juegos del catalogo, mucho menos que aprendas de qué trata cada uno.
Pero analizando la situación un rato, cierto grado de queja puede haber. Cuando uno va a una tienda de electrodomésticos con la idea de comprarse un microondas, no le ofrecen una cocina de cuatro hornallas, simplemente porque los dos sirven para calentar comida. No se puede pretender que se conozcan todos y cada uno de los productos que un local vende, pero sí estar informado de cierto grado de clasificación que hace más fácil la tarea de ofrecer un producto. Y aquí es donde el terreno es más pantanoso todavía.
No hay una clasificación preestablecida para los videojuegos. Simplemente agrupamos los juegos de características similares en una misma denominación de género. De esta manera, God of War, Uncharted y Metal Gear Solid están englobados en el género de Acción, sin tener en cuenta que son juegos radicalmente diferentes. De la misma manera, el género de los juegos de rol es uno de los más damnificados por esta situación. La primera vez que jugué al Kingdom Hearts me lo vendieron como un juego de rol occidental (supongo que fue por tener a Donald en la tapa) sin tener la más mínima idea de que se trataba de un A-RPG.
Puede parecer un detalle menor esto de clasificar los videojuegos en diversos géneros. Pero seguramente, una política seria a la hora de encarar esto permitiría, entre otras cosas, que los empleados de las casas de videojuegos tengan una mínima idea de que están vendiendo y cómo pueden ofrecerlo. Y a los jugadores o compradores, tener un elemento fuerte para pedir sus juegos sin que esto se preste a la confusión. De esta manera, facilitamos la tarea de atender a nuestros estimados clientes, sin parecer que, aunque tengamos una tienda de videojuegos, parece que jamás agarramos una consola en la vida. Es solo un poco de profesionalismo y buen hacer; a la hora de la consulta sobre un juego específico, quien nos atienda puede saber su clasificación e inmediatamente tener una idea de lo que está vendiendo. Visto lo visto no es un detalle menor, seguramente el lector podrá compartir muchos otros ejemplos de los impedimentos de la clasificación actual que se le da a los videojuegos.
Cierta vez tropecé con un encargado de una tienda que me dijo que el Black y el Splinter Cell Chaos Theory eran lo mismo, que en ambos lo que primaba era la acción y que lo demás son detalles secundarios. Claro que respondí con un ejemplo esclarecedor: “Si tienes una torta de chocolate y un pedazo de excremento, ¿puedes clasificarlos en un mismo género?”. “Pero claro que no, hombre”, me respondió, “uno sirve para comer y el otro es un desecho…” “Pero si ambos son marrones…” respondí.
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