¿Retro o recuerdo?

Con el desenfrenado avance tecnológico, debemos adaptarnos constantemente al día a día moderno. Podemos observar las distintas transformaciones que sufren todas aquellas cosas que creíamos conocer tan bien. Cosas que se achican o se agrandan, que toman lo poco que les sirve de lo viejo, para mejorarlo y adaptarlo a nuestras crecientes necesidades. En ese estado de adaptación constante en el que nos encontramos, uno de los factores principales que nos preocupamos por actualizar es el de nuestro vocabulario. Al igual que hace la tecnología, adaptamos, recortamos, alargamos y transformamos términos antiguos o incluso nos inventamos alguno nuevo, para poder etiquetar todo aquello que nos rodea. Esta creciente necesidad de denominar cada cosa nueva que vemos por el mundo, la utilizamos para una verdadera infinidad de posibilidades. Etiquetamos desde actitudes y estados de ánimo, pasando por acciones, objetos y puntos de vista, hasta llegar incluso a las tendencias y modas, cada vez más cambiantes. Como todo, es fácil caer en el error de la malinterpretación, el uso indebido e, incluso, en el de la desinformación.
Estilos retro
Una tendencia cada vez más popular, es la de la moda retro. Si bien, como con tantas otras cosas, podríamos entender a lo que se refiere solo con la palabra, podemos ver a nuestro alrededor que, constantemente, es un estilo que se adopta de una manera incorrecta. Desde hace años, la constante necesidad del hombre por renovar aquello que es bueno, pero antiguo, lo ha llevado a mirar hacia su pasado para adaptarlo de cara al futuro. De esta forma, podemos ver como los músicos recurren de forma asidua a los “cover”, como se hacen constantes “remakes” de películas antiguas, y como la moda mira hacia las décadas pasadas para manufacturar nuevas prendas y reciclar ideas.
Como punto fuerte de este estilo, podríamos mencionar que (gracias a Internet), aquellos que miran hacia el pasado, a través de la ventana que el estilo retro abre, pueden conocer también las ideas originales y la forma en que fueron pensadas. Lamentablemente, muchas veces, los consumidores suelen caer en la falsa creencia que por “conocer” la idea original, pueden comprenderla, contextualizarla y vivirla de la misma forma que si hubieran estado presentes en la época en cuestión. Es así como todas aquellas ideas originales y que en su momento, incluso pudieron suponer una revolución, hoy se ven convertidas en material de marketing, como representantes de aquello a lo que se oponían, e incluso transformándose en el punto en común de muchas de las nuevas “tribus urbanas”.
Descontextualizando
Es así como podemos ver casos sumamente variados entre los consumidores. Existen aquellos que van a los opuestos y creen que Ramones es una marca, consideran que la A de anarquía es un logotipo o que la cara del Che Guevara es un símbolo del capitalismo.
También existen aquellos que ven solo el lado estético, desechando obras originales por sus pobres recursos, utilizando tipografías o imágenes fácilmente reconocibles de décadas anteriores por su estilo, o incluso recurriendo a características más llamativas como peinados, vestimentas o decoraciones, sin interesarse por su historia. Pero también los hay aquellos que por conocer algo “retro”, consideran que entienden exactamente de qué se trataba en su momento. Con esto me refiero a aquellos consumidores que por escuchar un estilo musical se consideran parte de ese estilo, que por ver una película antigua pueden comprender lo que pueda haber significado en la sociedad, o que por adquirir básicamente cualquier cosa, se impregnan de una cultura que ha cambiado hace ya muchos años.
Recuerdo vs Retro
Es indudable que, cuando vemos algo por primera vez, no existe temporalidad que pueda limitar nuestras sensaciones. Podemos recorrer el camino del descubrimiento sin diferencia de edad, nacionalidad o época.
Leer un libro, ver una película, escuchar una canción o jugar un videojuego, puede ser una verdadera maravilla cuando tenemos un primer contacto y olvidamos cualquier tipo de comparación. Nos sumergimos en un mundo en que podemos maravillarnos con los colores, emocionarnos con los sonidos y entusiasmarnos a cada giro que damos, descubriendo cosas nuevas a cada paso. Sin embargo, tener un primer contacto con un producto, 20 años después de su lanzamiento, puede suponer una distorsión que es imperceptible para aquellos que no se han visto rodeados por su importancia social. Es difícil comprender la revolución que supuso la trilogía original de Star Wars en lo que a efectos especiales se refiere, sin haber vivido en una época en donde se dejaba constantemente de lado este apartado. No se puede entender la revolución que supusieron las primeras bandas de metal o los prejuicios que tildaban de escandaloso al glam, sin haberse visto rodeado de grupos que se oponían a canciones que hablaran de temas tabúes (y que hoy vemos todos los días), o a un grupo de hombres maquillados y peinados como mujeres.
Todo esto logra que, al recorrer el camino del primer contacto con un producto, los colores que nos maravillan estén deteriorados, desvaídos. Los sonidos que nos emocionan están desgastados. Y todo aquello que podría parecernos nuevo, no son más que un grupo de recursos básicos que fueron reutilizados en cosas que hemos visto miles de veces. Pueden gustarnos cosas que existían antes de que naciéramos. Podemos maravillarnos con ellas. Podemos consumirlas de forma constante, pero siempre es importante saber contextualizar.
Las tendencias retro, los remakes o los cover, siempre permiten a aquellos que conocieron la obra original en su momento, recordar todas las emociones del primer contacto. Las canciones que suponían himnos, las películas que reviven nuestra infancia o los juegos que nos dan ganas de llamar a aquellas personas con las que nos sentábamos codo a codo por las tardes y con las que hace años perdimos el contacto.
Unos zapatos que nos quedan grandes
Siempre es válido decir que, como todas las modas, el estilo retro está destinado a la venta y a la ganancia. Reciclar conceptos permite ahorrar en ideas. Darle un lavado de cara a algo ya conocido, amplia la posible clientela, tocando el lado nostálgico de algunos, pero presentándolo como algo novedoso para otros. Pero en tiempos en que las distancias son cada vez más pequeñas gracias al uso de Internet, se le puede sacar un gran provecho a este tipo de tendencias.
Compartir, intercambiar, opinar y leer opiniones es algo común en la red, pero podría ser una experiencia aún mayor, si aprendiéramos que cada cual tiene su momento y que a veces, hablar de forma atemporal, puede ocasionar problemas que se evitarían si solo nos limitáramos a aprender de los demás, y enseñar todas aquellas cosas de las que sepamos. Al fin y al cabo, todo proceso termina por convertirse en algo cíclico. En algunos años, lo que pertenece a la moda retro hoy, habrá pasado de moda, y toda novedad, se convertirá en algo retro de lo que cualquier persona de las presentes generaciones, podrá hablar con conocimiento de causa.
Estrechando lazos (Conclusión)
Todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos sentido fuera de tiempo. En nuestra niñez, cuando queríamos ser tratados como gente grande. Nuestra adolescencia, en que queríamos tener nuestro coche, nuestra casa y nuestra independencia. Y nuestra vida adulta, en la que añoramos todo el tiempo pasado, y queremos volver a ser niños y desligarnos de tantos agobios de nuestra vida. Esto es algo en común que todos tenemos, sin importar nuestra generación o la época en que hayamos vivido. Puede que la edad importe al momento de hablar de ciertos temas, pero no debemos olvidar que hay tantos puntos de vista, como personas hay en el mundo, y podemos enriquecernos de todos ellos. No podemos volver atrás el tiempo, pero podemos darnos una idea de cómo veríamos todas esas cosas que nos emocionaron hace 20 años, hoy, si escucháramos las opiniones de quienes son 5, 10 o 20 años más jóvenes. Si gracias al uso de la red, podemos acortar distancias y romper fronteras, deberíamos intentar equilibrar las edades, explicando a los más jóvenes y permitiendo que nos muestren su visión del mundo. De esa forma, solo nos queda sentarnos frente a nuestra consola favorita, y codo a codo y sin importar la edad que tengamos, disfrutar como si tuviéramos 10 años.
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