Apología de los emuladores
El otro día andaba discutiendo con un compañero de trabajo (informático, para más información), sobre los emuladores. Que si tal emulador para la MegaDrive es mejor que tal otro, que si aplicando esta combinación de filtros se ve mejor, que si las scanlines son una mierda y no se deben usar nunca, que si tiene más opciones y es más compatible con diferentes controles y ROMS tal emulador respecto a otro, que si este está más optimizado que el otro… Vamos, una típica conversación con un compañero informático y amante de los videojuegos.
No coincidimos en varios puntos y tuvimos alguna que otra discrepancia, sin llegar a las manos, pero me di cuenta de que en un punto estábamos de acuerdo, aunque ninguno lo dijese explícitamente: nuestro agradecimiento a la existencia de los emuladores, ya que gracias a ellos hemos podido:
- Jugar a cantidad de videojuegos que en nuestra infancia hubiera sido imposible, ya fuese por falta de tiempo, dinero o la imposibilidad de encontrarlo en las tiendas. Y poder jugar a joyas atemporales cuya existencia ni conocíamos en su momento.
- Disfrutar de videojuegos que nunca llegaron a nuestros países y son obras maestras, como el Chrono Trigger. Además de que, muchas veces, la comunidad se suele pegar el curro de traducirlos (jugar un videojuego en japonés es bastante duro).
- Disfrutar de contenido extra que no llegó a nuestro país, fue censurado o poder jugar a 60 hercios. ¿Que la versión NTSC tenía contenido extra que suprimieron para la PAL? Pues, como en su momento completé la PAL, ahora, gracias al emulador, puedo jugar la versión NTSC.
- Jugar a ROMS modificadas que le dan un toque diferente, ya sea por cambios en los textos o en los sprites. Siempre recordaré el mítico La Lellenda de la Cerda, de Ch@rnego Translations, y como se la pasé a todos mis amigos a través de un disquette de 1,44MB.
- Jugar a videojuegos que nunca vieron la luz, ya porque fueron cancelados o no pasaran de la versión beta. Se me ocurre el StarFox 2 de la Super Nintendo.
- Poder aplicar filtros y demás sistemas para mejorar la calidad visual como sonora. Está muy bien el recuerdo que tenemos de los gráficos pixelados y tienen su encanto, pero cuando conectas la NES a una pantalla de 47 pulgadas, la cosa no luce como lo recordábamos (también es que jugábamos en pantalla de 15 pulgadas y gracias…). Aquí se agradecen los filtros, ya que nos permiten seguir disfrutando de nuestros amados píxeles sin perder su toque retro, pero sin que nos sangren los ojos.
- Completar videojuegos en los que los programadores se fumaron algo y la curva de dificultad se les fue de la manos. ¿Quien no se ha desesperado en el Battletoads in Battlemaniacs? Pues un servidor consiguió completar el videojuego completo a base de hacer save state cada cinco segundos (si os quejáis de la dificultad de la pantalla de las motos, las siguientes mejor que ni queráis conocerlas…).
- Poder parar la partida cuando quieras y retomarla en el mismo punto exacto, gracias a la combinatoria de save state + load state.
- Utilizar el mando con el que más cómodo te sientas sobre la plataforma que tu quieras. El mando de la Super Nintendo estaba muy bien, pero subes a otro nivel si utilizas el de la PlayStation sobre videojuegos de la Super Nintendo.
- Aplicar diferentes trucos para desbloquear diferentes habilidades imposibles de obtener en una partida normal, con la cuál modificar la experiencia del videojuego y poder experimentar con él para encontrar cosas raras (quien no le gusta trastear con sus videojuegos favoritos a ver si encuentra algo más?). Ahí está el clásico moon jump, con el cuál efectúas saltos de gran altura y te permite a llegar a zonas inaccesibles, para poder investigar que hay por ahí. A causa de esto, es posible que encuentres bugs, pero siempre son divertidos.
- Hacer partidas online a cantidad de videojuegos que no lo tenían, ya sea porque Internet aún no se había expandido o porque no implementaron la opción. Anda que no he redisfrutado el Killer Instinct de Super Nintendo jugando contra un amigo de la infancia online gracias al emulador, siendo la única forma que tenemos actualmente de poder quedar para echar unas partidas.
- Poder jugar a videojuegos o videoconsolas que poseo y que han dejado de funcionar a causa de su uso y del paso de los años.
- Tener una copia de seguridad de todos los videojuegos que tengo en mi colección física, aunque esto es más mérito de las ROMS que del propio emulador, que sólo se encarga de cargarlas.
Por todo esto, y alguna que otra cosa más que no caigo o se me escapa, creo que los emuladores (al margen de problemas legales en los que no entraremos hoy) se merecían este reconocimiento.
¡Larga vida a los emuladores!
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